¿Por qué mentimos?

¿Por qué mentimos?
Francisco Pérez

Escrito y verificado por el psicólogo Francisco Pérez.

Última actualización: 24 septiembre, 2018

Seguro que alguna vez te has preguntado por qué mentimos. En general, mentimos por el temor a las consecuencias de que algo se sepa: algo que se hizo, que no se hizo, que se oyó, que se vio, que se dijo o que se supo.

Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), mentir es ‘decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa’. Así, mentira es la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa.

Por otro lado, engañar es ‘dar a la mentira apariencia de verdad’ o ‘inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras y de obras aparentes o fingidas’. Como vemos, la mentira se refiere a si el contenido de un mensaje refleja adecuadamente o no la realidad. La acción de engañar incluye el concepto clave de intencionalidad o voluntariedad.

¿Por qué mentimos?

Como decíamos, mentimos por el temor a las consecuencias. Mentimos para culpar a otra persona, por no querer asumir responsabilidades, para dañar a otro o para no enfrentarnos a problemas propios o de allegados.

Mentimos para ocultar algo. Se miente para evitar la vergüenza que se siente por lo que se ha hecho y por sus consecuencias. Más aún, si se descubre que se ha mentido puede haber consecuencias negativas, y a veces peores que las acarreadas por el dato o hecho que se intenta ocultar.

Mentimos también para conseguir una ventaja sobre otra persona o para obtener un beneficio que, diciendo la verdad, se duda de poder alcanzar. La mentira y el engaño son instrumentos para conseguir objetivos, por lo tanto hablamos de instrumentos. La mentira es muchas veces un intento de controlar y de manipular el comportamiento de los demás.

“Solamente las mujeres y los médicos aprecian lo necesaria y bienhechora que suele ser la mentira”.

-Anatole France-

Pinocho simbolizando la mentira

También mentimos por otras razones, variadas y complejas. A veces la mentira tiene un fin “positivo”: ayudar a alguien, como ocurre en las “mentiras altruistas”. También para halagar, alegrar o intentar hacer felices a los demás.

Otra de las causas por las que mentimos es para no dañar a los demás, para evitar conflictos personales o familiares o para no frustrar planes o proyectos propios o de otros. Es típico no querer que los amigos o la familia se enteren de algo negativo acerca de nosotros o de algo que les puede perjudicar.

En muchos casos existe un miedo real y fundado a que familiares, amigos y allegados sufran por lo que ha ocurrido, y no querer hacerles daño hace que no digamos la verdad. Por otro lado, la mentira también puede ser una forma simple y directa de proteger su intimidad.

La mentira casi siempre esconde un miedo

El mentiroso alberga casi siempre miedo, fundado o no, a que la verdad se sepa. Esto encierra, además, miedo a:

  • Ser menos que los demás.
  • No conseguir un objetivo profesional, perder una venta o no lograr un pedido.
  • Ser menos atractivo.
  • Que no nos quieran o que no nos aprecien.
  • Que no nos respeten.
  • A perder o a no ganar algo.

En la mayor parte de las ocasiones, este miedo puede obedecer a motivos justificados a corto plazo. Pero no a largo plazo. Con el tiempo, es difícil que una mentira resista el contraste con los hechos o sirva para cumplir los objetivos que se perseguían con ella. Es más, en muchas ocasiones para mantener una mentira nos vemos obligados a seguir mintiendo.

Otro miedo tan importante o más que el anterior es el miedo al castigo añadido que se puede percibir si se descubre la mentira que pretende encubrir la responsabilidad o culpabilidad propia o de otro. A veces, lo que lleva a una persona a continuar con su mentira es no querer que se descubra que está mintiendo.

“Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”.

-Anónimo-

Mujer cruzando los dedos al mentir para representar las mentiras azules

Todos tenemos, en mayor o menor medida, la inquietud de causar en los demás una buena impresión. Cuando queremos salvar la cara a toda costa, podemos llegar a mentir para presentar o conservar una buena imagen de nosotros mismos. Como hemos podido observar, mentimos por una gran variedad de razones. Sin embargo, detrás de toda mentira existe miedo y temor a unas consecuencias que no deseamos que sucedan.

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