¿Por qué nos cuesta tanto olvidar un amor?

Los amores del ayer jamás olvidan. No importa que tuvieran el sabor de las lágrimas o que fueran tan breves como un verano. Las personas estamos hechas de historias y el amor es tinta indeleble para el cerebro.
¿Por qué nos cuesta tanto olvidar un amor?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 13 abril, 2020

Olvidar un amor es como intentar partir una superficie de grafeno: algo imposible. Porque hay recuerdos inoxidables, historias y vivencias que se han escrito a través de la pasión y esa magia que deja huellas indelebles en la memoria. De este modo, tanto si lo queremos como si no, es imposible borrar los amores del ayer porque también ellos nos han ayudado a ser quien somos ahora.

Decía el escritor libanés Khalil Gibran en uno de sus libros, que el corazón debe romperse en algún momento para poder abrirse de verdad. Tal vez sea cierto eso de que a amar se aprende y que son los corazones rotos los que más sabiduría contienen entre las líneas de sus cicatrices. En cualquier caso, y más allá de las decepciones vividas y las felicidades disfrutadas, hay un hecho evidente: el cerebro no olvida jamás lo que un día se amó.

No importa que nos den recetas, consejos o sofisticadas estrategias para borrar de nuestro recuerdo a esa persona a la que quisimos una vez por encima de todas las cosas. Nada sirve. Porque lo vivido no se olvida, simplemente, terminamos asumiendo dicha ausencia, aceptando lo que fue (y lo que no pudo ser) permitiéndonos ampliar, a su vez, la mochila de nuestros aprendizajes y experiencias.

“La cuerda cortada puede volver a anudarse, vuelve a aguantar, pero está cortada. Quizá volvamos a tropezar, pero allí donde me abandonaste no volverás a encontrarme”.

-Bertolt Brecht-

Pareja intentando olvidar un amor

Olvidar un amor, un imposible para nuestro cerebro

Dejar atrás una relación y darle fin cuanto antes es, en ocasiones, algo necesario. Lo es por el bien de ambos, para conservar en buen estado las dignidades y evitar hacernos más daño del necesario. Como bien suele decirse, una ruptura a tiempo es la única estrategia para salir enteros. Ahora bien, más allá de si ese fin es acordado por ambos o por uno solo, el sufrimiento que queda después suele ser inmenso.

Hay estudios que nos señalan que, por término medio, tardamos entre 6 y 18 meses en superar una ruptura afectiva. Olvidar un amor es algo imposible porque nadie puede editar a voluntad los propios recuerdos. No obstante, podemos modular el impacto emocional y hacer del duelo ese proceso básico y necesario mediante el cual ir gestionado sentimientos para aceptar la nueva situación.

Ahora bien, como bien sabemos el amor es una emoción intensa, a veces caótica y hasta desordenada. Ninguna relación es igual, de ahí que haya quien tenga mayor dificultad para transitar por su duelo mientras otros, en cambio, pasan página con adecuada solvencia. Sea como sea, olvidar un amor es, de momento, un hecho improbable debido a las particularidades de nuestro cerebro. Conozcamos más datos.

La memoria emocional y los marcadores somáticos

Las personas somos básicamente criaturas emocionales que un buen día aprendieron a razonar. Las emociones son, por encima de todo, esa piedra angular esencial para conectarnos los unos con los otros. Gracias a ellas establecemos vínculos, nos cuidamos, identificamos riesgos y promovemos nuestro bienestar.

  • Todo ello explica por qué el amor es tan importante para el cerebro. Es ese tejido que nos hace sentirnos seguros y valorados en ese grupo social que constituye una pareja. Amar y ser amados ofrece calma, reduce el estrés y el miedo. Así, hechos como una traición, una decepción, una ruptura inesperada o acordada, siempre generarán dolor. 
  • Por otro lado, está nuestra memoria emocional. Cuando mantenemos un vínculo afectivo con alguien se construyen múltiples marcadores somáticos. Se trata de experiencias a las que el cerebro asocia con sensaciones emocionales intensas: los besos, las caricias, los abrazos, los olores, conversaciones y complicidades… Todo ello constituye la impronta del bienestar, la felicidad, la ilusión, el placer, etc.
  • Estos marcadores emocionales a la vez que somáticos se crean a través de neurocircuitos muy resistentes. Siempre van a estar ahí. Por ello, en ocasiones nos basta con sentir un olor o visitar un lugar determinado para que el instante, emerjan no solo los recuerdos, sino también sensaciones experimentadas en un pasado muy concreto.
Pareja pasando tiempo paseando al atardecer

Hay amores que representan también una parte de nosotros mismos y de nuestra historia

Si olvidar un amor es algo imposible se debe también a un hecho más que evidente. Si pudiéramos borrar esa relación de nuestra memoria nos estaríamos borrando también a nosotros mismos. Las personas no solo estamos hechas de carne y hueso, también estamos hechas de historias.

Por tanto, entre esos recuerdos vinculados a un amor del ayer, se halla también ese alguien que éramos entonces. Es una versión de uno mismo más joven e ilusionado que se dejó llevar con toda su pasión por alguien. El cerebro jamás elegirá llevar al olvido esa versión de nuestro yo pasado.

Hacerlo supondría dar un paso atrás en nuestro desarrollo personal; porque cada cosa vivida, sentida e incluso sufrida nos ha permitido dar forma a quien somos ahora. Sería por tanto una pena prescindir de cualquier coma o fragmento de nuestro relato vital. Sea bueno o malo es lo que somos y, lo mejor de todo ello, es que tenemos la oportunidad de seguir escribiendo mejores historias, porque el amor es algo que siempre vale la pena y la alegría.


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