¿Por qué siento que no soy lo bastante bueno para mi pareja?
“Siento que no soy lo bastante bueno para mi pareja, que no estoy a la altura. La verdad es que temo que, en algún momento, vaya a abandonarme”. Son muchas las personas que navegan en sus relaciones afectivas con esta incómoda y desgastante sensación. Y admitámoslo, pocas situaciones son tan lesivas para el propio bienestar psicológico como albergar dicha idea.
Asimismo, suele darse otro hecho. Quien se ve en desventaja ante el ser amado suele tener esta misma visión en cualquier esfera de la vida. Trabajo, amistades, aspiraciones personales… Los que creen vivir bajo la piel de un patito feo, sin pizca de carisma, talentos o virtudes, se convierten en esos actores secundarios de la vida. En espectadores sin protagonismo.
No es bueno, ni lícito, ni saludable, vivir condicionados por este tipo de narrativas internas. Ideas que, en realidad, suelen tener unas causas muy concretas que vale la pena analizar y comprender.
En ocasiones, muchos de los mensajes que nuestros padres nos dirigieron en la infancia tejen esa percepción constante de inferioridad.
Siento que no soy lo bastante bueno para mi pareja
En la infancia, aprendemos a querer y también a desconfiar de los demás. En este estadio, podemos aprender a no sentirnos más que nadie, pero tampoco menos. Avanzar por el viaje de la vida confiando en nosotros mismos y sintiéndonos valiosos es el mejor nutriente para la satisfacción y la autoestima saludable.
Sin embargo, son muchas las personas que sienten que no son lo bastante buenas para sus parejas. Esto deja paso a vínculos temblorosos y también envenenados. Son esos en los que hay un temor constante al abandono, supuran los celos, los pensamientos distorsionados y mil y una inseguridades asociadas a la propia relación.
Podríamos decir que el origen está en una baja autoestima. Sin embargo, como bien sabemos, este constructo psicológico se nutre, en buena parte, de nuestra interacción con el entorno. Las figuras que formaron (y forman) parte de nuestra cotidianidad pueden condicionar también la visión que tenemos de nosotros mismos.
Veamos qué dimensiones suele haber detrás de esa visión de inferioridad respecto al ser amado.
Padres narcisistas, hijos con sentimiento de inferioridad
Una investigación de la Universidad de Ámsterdam habla de los serios efectos que genera el narcisismo paterno o materno sobre la autoestima de los hijos. Este tipo de modelado insta a los niños a tener que complacer a los progenitores y satisfacer necesidades ajenas, infravalorando las propias. Todo ello tiene consecuencias lesivas en el desarrollo psicosocial de la persona.
Los padres y las madres narcisistas no brindan seguridad, ni un afecto saludable, ni validación. Esto significa crecer con notables necesidades emocionales y con la sensación de no ser valioso y de estar siempre en constante desventaja frente a los demás.
Un historial extenso de decepciones y fracasos en el amor
Cuando siento que no soy lo bastante bueno para mi pareja, debo explorar en mi historial afectivo. Es común que se arrastre una mochila emocional llena de desencantos, historias frustradas, decepciones y pedazos rotos de un corazón nunca reparado. Todo ello nos puede hacer pensar que “hay algo malo” en nosotros.
Los fracasos retirados en materia afectiva también pueden afectar a la autoimagen, haciendo incluso que la persona llegue a verse como “defectuosa“. Hablamos de un conglomerado de ideas que dan forma a una visión claramente dañina.
Falta de seguridad y confianza en tu relación
Cuando el vínculo con la persona amada se llena de dudas y temores, siempre hay una razón. Y hay que saber por qué. Puede que el problema esté en nosotros (baja autoestima, traumas de infancia, relaciones pasadas no resueltas…). Sin embargo, en otros casos el foco problemático no está en nosotros, sino en una pareja que no cuida la relación como debería.
- Puede que no te esté brindando un adecuado apoyo emocional.
- Es posible que esté trazando un tipo de relación unidireccional, donde solo él/ella decide qué rumbo lleva ese vínculo.
- Te hace sentir inseguro, es crítico contigo, te juzga en exceso…
En ocasiones, situamos el problema en nosotros creyendo que no somos suficientes para nuestra pareja, pero en realidad son ellos quienes no son lo bastante buenos para nosotros.
Te comparas con tu pareja o con su entorno y te sientes en desventaja
Puede que tu pareja sea muy atractiva o que tenga un buen trabajo. Es posible que su familia, sus amigos y su entorno próximo se definan por una serie de características que te deslumbran. Al observar y analizar todos esos rasgos que orlan la vida del ser amado te percibes en desventaja.
No es algo excepcional. Son muchas las personas que se sienten en desventaja ante la belleza del otro, ante sus logros profesionales o al tener una familia más idílica y armoniosa que la nuestra. La base de ese malestar es la baja autoestima y la creencia de que los rasgos positivos del otro suponen una desventaja para ti. Es un enfoque claramente problemático.
Has experimentado cambios en tu vida o en tu apariencia física
El desempleo puede ser uno de los factores, abonos o precipitantes que favorezcan una sensación de no ser lo bastante bueno para la pareja. Sobre todo, si es de larga duración. La pérdida del trabajo suele terminar produciendo una erosión significativa sobre la identidad de la persona, hasta el punto de desarrollar sentimientos y percepciones muy negativas hacia uno mismo.
Esto puede llegar hasta el extremo de no sentirse válido ni merecedor del afecto y la admiración del ser amado. Por otro lado, factores como subir de peso o sufrir cualquier otro cambio físico, también pueden tener un gran impacto. Se pierde la confianza en uno mismo, hasta el punto de dar por sentado que la otra persona dejará de desearnos o amarnos.
Encontrar la raíz del problema
Nadie puede hallar la felicidad en pareja (o sin ella) cuando no está presente la autoestima, cuando la autocrítica es constante y nos sentimos en inferioridad en cualquier aspecto de la vida. Es necesario encontrar la raíz del problema de esa devaluación hacia uno mismo. Para ello, no dudemos en solicitar ayuda especializada.
Enfoques como la terapia cognitiva-conductual nos pueden ayudar a aumentar la autoestima, al permitirnos desarrollar un enfoque mental más saludable. Por otro lado, la terapia centrada en la compasión, es muy válida para generar sentimientos de seguridad, autoaceptación y autoeficacia.
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