El premio Nobel de medicina y los secretos del tacto

Varios secretos del tacto han sido develados por un par de investigadores estadounidenses. Sus descubrimientos son el producto de años de investigación sobre cómo obtenemos información de la temperatura o la presión.
El premio Nobel de medicina y los secretos del tacto
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 01 febrero, 2022

El Premio Nobel de Medicina 2021 fue otorgado a los doctores David Julius y Ardem Patapoutian por un impresionante trabajo de investigación en torno a los secretos del tacto. Aunque este no es uno de los sentidos más valorados en un mundo que es cada vez más visual, lo cierto es que se trata de un verdadero portento de la naturaleza.

El hombre se ha preguntado cómo funcionan los sentidos, desde tiempos muy remotos. La atención se centró más en la vista y el oído, ya que a través de ellos entablamos el vínculo más evidente con el entorno. Por lo mismo, los secretos del tacto continuaron siendo un enigma  hasta hace muy poco.

En el siglo XVIII, René Descartes se aventuró a decir que había una suerte de redes en la piel que cumplían con la función de enviar información desde la piel al cerebro. Acertó en lo fundamental, pero no expuso su hipótesis junto a evidencias o explicaciones detalladas que permitieran abrir una línea de investigación. Tuvieron que pasar dos siglos para empezar a desvelar los secretos del tacto.

Los descubrimientos revolucionarios (…) de los premios Nobel de este año nos han permitido comprender cómo el calor, el frío y la fuerza mecánica pueden iniciar los impulsos nerviosos que nos permiten percibir y adaptarnos al mundo”.

-Jurado Premio Nobel de Medicina 2021-

Mano sobre madera

Una investigación continuada

Durante el siglo XIX, y las primeras décadas del XX, se avanzó lentamente en el camino para revelar los secretos del tacto. Antes de los años 40, ya se sabía que existían neuronas sensoriales, cuyo papel era registrar algunos cambios en el entorno y transmitirlos al cerebro desde la piel.

En el año de 1944, se produjo un primer hito en el tema. Dos investigadores llamados Joseph Erlanger y Herbert Gasser descubrieron que existían unas fibras nerviosas especializadas en detectar y traducir al cerebro  los estímulos asociados al tacto. Comprobaron que estas permitían, por ejemplo, distinguir las texturas rugosas de las lisas, entre otros aspectos.

Erlanger y Gasser obtuvieron el Premio Nobel de Medicina por esos hallazgos. Sin embargo, todavía permanecían ocultos varios de los secretos del tacto. Se ignoraba el mecanismo por el que fenómenos como la temperatura o la presión se traducían en señales eléctricas que luego viajaban a través del sistema nervioso.

Los secretos del tacto

David Julius, un bioquímico estadounidense de la Universidad de California, en San Francisco, decidió adentrarse en los secretos del tacto a finales de los años 90. Para ese entonces ya se conocía una sustancia llamada capsaicina , un compuesto que genera la sensación de ardor en los pimientos.

Esta sustancia causa una sensación de quemazón en la piel y dolor. Era un enigma el porqué ocurría esto. Lo que hicieron Julius y su equipo fue crear una gigantesca biblioteca de genes presentes en las células sensoriales. Todos ellos tenían el potencial para reaccionar al calor y al dolor.

Los investigadores partieron de la idea de que alguno de esos genes debía reaccionar a la capsaicina. Tras una apoteósica búsqueda, encontraron un gen que daba origen a una proteína. Esta, a su vez, activaba un receptor al que se le dio el nombre de TRPV1. Un receptor es una parte de la célula que detecta lo que hay a su alrededor.

Luego, Julius indagó por la capacidad de la proteína para responder al calor y encontró que, efectivamente, lo hacía. Por lo tanto, había descubierto un receptor del calor y esto abrió paso para descubrir otros similares y desentrañar el mecanismo con el que operaban.

Molécula de capsaicina
Molécula de capsaicina

La presión: otro de los secretos del tacto

Ardem Patapoutian, biólogo de una entidad llamada The Scripps Research, por su parte, hizo varios experimentos para descubrir los receptores que se activan frente a la presión. O sea, aquellos que permiten distinguir, por ejemplo, las superficies rugosas y diferenciarlas de las lisas, entre otros aspectos.

Fue así como descubrió los genes Piezo1 y Piezo2, que cuando no estaban presentes hacían insensible el cuerpo a los pinchazos. Luego, encontró que el Piezo2 es fundamental para el tacto, pero también para otro sentido llamado propiocepción, el cual está asociado con la posición y el movimiento del cuerpo.

Además de la relevancia que tienen todos estos hallazgos para develar los secretos del tacto, también se han convertido en la base de nuevas investigaciones orientadas a encontrar nuevas soluciones para el dolor físico. Es por eso que tanto Julius como Patapoutian fueron galardonados con el Premio Nobel, ya que sus descubrimientos abren una puerta esperanzadora para el ser humano.


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  • Castro Alonso, P. L. (2021). El tacto, los ojos de la piel. The conversation.

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