Pseudodemencia depresiva, ¿en qué consiste?

Pérdidas de memoria, problemas de comunicación, desánimo, irritabilidad... En ocasiones, un trastorno depresivo severo puede cursar con llamativas alteraciones cognitivas y confundirse incluso con el alzhéimer. Sin embargo ¿dónde está la diferencia?
Pseudodemencia depresiva, ¿en qué consiste?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 14 octubre, 2020

La pseudodemencia depresiva es un desafío dentro de la práctica clínica. A menudo, puede confundirse con la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, en una parte de los casos estamos ante un cuadro de depresión mayor que puede mejorar con un adecuado tratamiento. Otras veces, en cambio, el paciente puede estar ciertamente ante una primera fase de una condición neurodegenerativa irreversible.

Perdidas de memoria, fallos en la fluencia verbal, problemas de atención, baja motivación… La manifestación de este tipo de falsa demencia se vive a menudo con gran preocupación, tanto por la propia persona como por su entorno cercano. Suele tener una incidencia en edades comprendidas entre los 60 y los 85 años, momento en el que como, bien sabemos, se suele evidenciar los síntomas de estas realidades tan duras.

Sin embargo, y más allá del propio alzhéimer, es interesante saber que un trastorno depresivo puede acompañarse de un deterioro cognitivo severo. Las alteraciones funcionales son tan llamativas que es casi inevitable sospechar que estamos ante un caso evidente de demencia. Por ello, es necesario llevar a cabo un adecuado diagnóstico. Es más, aún en caso de que el tratamiento aplicado sea efectivo y esta pseudodemencia remita, es importante realizar un adecuado seguimiento.

Profundicemos un poco más en este tema.

Hombre mayor con demencia

Pseudodemencia depresiva: síntomas, causas, tratamiento

A pesar de que la pseudodemencia depresiva no aparezca descrita en los diferentes manuales de diagnóstico y clasificación psiquiátrica, es muy frecuente encontrarse estos casos en el ámbito de la neuropsicología. Las quejas mnésicas, combinadas con la sintomatología depresiva, suelen aparecer con frecuencia en el adulto mayor. A esto debemos añadirle el hecho de que somos una población cada vez más envejecida y de ahí que estos casos se vean con más frecuencia.

La pseudodemencia depresiva no suele ser fácil de diagnosticar por diversos hechos. El primero, porque la sintomatología es muy amplia. Las pruebas clínicas no se ajustan a una enfermedad neurodegenerativa tipo alzhéimer. Sin embargo, la depresión mayor asociada a esta condición es tan severa que quedan afectados muchos procesos cognitivos (atención, memoria, comprensión). Todo ese cuadro clínico conforma en la persona una clara incapacidad funcional respecto a su vida social y laboral.

¿Cuáles son los síntomas?

La pseudodemencia depresiva (PDD) fue descrita por primera vez por el célebre neurólogo Carl Wernicke a mediados del siglo XX. La definió como una pseudodemencia histriónica y enumeró los déficits mentales que se manifiestan, combinados con un estado melancólico. Todo ello altera el comportamiento.

A día de hoy, lo descrito no ha cambiado demasiado. Estos son los síntomas:

  • Deterioro de memoria: problemas para almacenar y recuperar información nueva.
  • Deterioro del pensamiento y del razonamiento.
  • Problemas para planificar, razonar, analizar, inferir información…
  • Pueden aparecer afasias, apraxias… (alteraciones del lenguaje).
  • Desánimo, apatía, estado de ánimo irritable.
  • Nula motivación y capacidad de disfrutar de actividades que antes les eran gratificantes.
  • Alteraciones del sueño.
  • Sentimientos de negatividad.
  • Nula motivación para relacionarse, salir de casa, etc.

¿Cuál es el origen de la pseudodemencia depresiva?

Estudios, como el realizado en la Universidad de Delhi, analizan los posibles mediadores de esta condición psicológica. Son los siguientes:

  • Hipótesis del neurotransmisor. Una alteración en la producción de serotonina sería un factor asociado a otras alteraciones cerebrales.
  • Vías neurológicas. El proceso de memoria y aprendizaje está vinculado con un circuito en el que se integra la amígdala, el hipocampo y los lóbulos frontales y temporales. Un fallo en esta interconexión podría estar detrás tanto de la depresión como su afectación a los procesos cognitivos.
  • Factores neuroendocrinos. Los investigadores han descubierto que la hipercortisolemia (alteración en el metabolismo del cortisol) se relaciona (entre otros factores) con la degeneración de una serie de neuronas en el hipocampo que conduce al deterioro cognitivo.
  • Factores genéticos. Este dato es interesante, se ha podido observar que las repeticiones de C9ORF72 en el cromosoma 9 se encuentran en pacientes que padecen trastornos cognitivos depresivos.

¿Cómo se diferencia del alzhéimer?

Por lo general, es difícil diferenciar la enfermedad de Alzheimer de la pseudodemencia depresiva. Ahora bien, hay una serie de hechos que podemos tener presentes para ese diagnóstico:

  • El avance del alzhéimer es lento y mientras avanza, el paciente no reconoce las limitaciones y no suelen afectarle. Es un desgaste lento en el que el paciente se va dejando llevar poco a poco.
  • Sin embargo, en la pseudodemencia depresiva la persona es muy consciente en todo momento de lo que le sucede. Asimismo, el desgaste en las facultades cognitivas es rápido. Esto les produce un gran malestar fácil de identificar para un observador externo.

¿Cómo se trata?

Lo más importante en todos los casos es efectuar un buen diagnóstico. Una vez sabemos que nos encontramos ante un paciente con pseudodemencia depresiva debemos iniciar una terapia cognitivo-conductual, combinada con un tratamiento farmacológico (antidepresivos). Por lo general, al cabo de los meses ese declive cognitivo remite y los síntomas demenciales desaparecen, mientras mejora el estado de ánimo.

No obstante, en otros casos pueden darse remisiones, de ahí la importancia de la supervisión constante. Por otro lado, hay un hecho importante y es que, a veces, estos síntomas depresivos y esos fallos cognitivos son en realidad la primera fase de la enfermedad de Alzheimer. Esto explica que en el ámbito médico existan aún controversias sobre esta condición. En cualquier caso, con una atención periódica, personalizada y combinada con el área neurológica, médica y psicológica se pueden anticipar necesidades.


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