¿Puede una persona olvidar que abusaron de ella?
El cine, la televisión y la cultura popular nos acercan historias de hombres y mujeres que, en un momento dado, recuerdan experiencias de agresiones sexuales, sufridas sobre todo en la infancia. ¿Mito o realidad? ¿Es capaz la mente humana de borrar por completo y durante años vivencias traumáticas?
Si existe una realidad es que el cerebro humano es una “máquina” muy eficaz. Suprimir, reprimir u ocultar lo que duele en exceso es un mecanismo de defensa habitual. Sin embargo, aunque el recuerdo de ese hecho doloroso no esté presente de manera directa para la consciencia, no deja de tener efectos.
Eso significa que, aunque esa agresión esté “dormida” en el cerebro, el hecho traumático altera la calidad de vida de esa persona. Nadie o casi nadie sale ileso psicológicamente de ese tipo de experiencias. La personalidad cambia, hay enfermedades psicosomáticas, la ansiedad es una constante, así como la irritabilidad, los cambios emocionales…
El olvido y el trauma: ¿cómo se relacionan?
Hay personas que recuerdan con bastante exactitud trozos de su primer día de escuela. También esos veranos en el pueblo, las tardes eternas jugando en las calles, el olor del cloro de la piscina, del césped recién cortado y de esos primeros libros prestados de la biblioteca. Sin embargo, pueden llegar a bloquear escenas con ese familiar o ese profesor que abusó una o varias veces de ellos.
Los años pasan, y de pronto hay una imagen, una sensación o un perfume que trae a la memoria una escena concreta. Por la grieta de la memoria emerge el recuerdo fragmentado, difuso y desordenado de esa experiencia traumática del ayer. Esa que un niño no es capaz de entender, procesar y de aceptar y que, por tanto, termina encapsulando y escondiendo bajo una alfombra mental; una de la que la memoria no puede mirar debajo.
De este modo, si nos preguntamos si puede una persona olvidar que abusaron de ella, la respuesta es sí, aunque hay matices. Ese mecanismo de defensa que encapsula y esconde una vivencia determinada da forma a lo que conocemos como amnesia disociativa o psicógena. Cabe señalar que la prevalencia no es muy alta, y que aparece sobre todo en abusos sexuales de infancia, traumas de guerra, desastres naturales…
Durante un tiempo llegó a dudarse de que las personas olvidaran realmente un evento traumático. Sin embargo, la neurociencia nos demuestra que el cerebro experimenta cambios a raíz de esas experiencias, y que el proceso de la disociación es real.
La amnesia disociativa, olvidar para sobrevivir
La amnesia disociativa es un síntoma aceptado por la comunidad científica y asociado al trastorno de estrés postraumático. De hecho, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) ya lo dio como válido en 1980. Es decir, hay personas que olvidan un hecho violento, pero esa impronta siempre afecta a su conducta.
Asimismo, es interesante saber que hay diferentes tipos de olvidos o de amnesias causadas por el trauma. Por lo general, son las siguientes:
- Amnesia localizada: se olvida únicamente el evento traumático.
- Amnesia selectiva: esta tipología es la más común. La víctima recuerda pequeños fragmentos de esa experiencia. Son recuerdos desordenados que pueden combinarse con recuerdos falsos.
- Amnesia continua: la persona sufre un vacío, hay un bloqueo desde el hecho violento hasta la actualidad.
- Amnesia generalizada. Es la condición clínica más extrema y la más inusual. La persona olvida su identidad; no sabe quién es, cuál es su origen, su familia…
Los cambios cerebrales que lo demuestran
El doctor James Chu, director del programa de traumatismos y trastornos disociativos del Hospital McLean, de Massachusetts, realizó una investigación muy reveladora. En este trabajo entrevistó y efectuó varias pruebas con resonancias magnéticas a un grupo muy amplio de mujeres que habían sufrido abuso en su infancia.
Los resultados fueron los siguientes:
- Las pacientes que padecían amnesia disociativa mostraban una baja actividad en la amígdala cerebral. Esta región se encarga de modular el almacenamiento o consolidación de la memoria, además de regular aspectos emocionales. El hecho de que su actividad esté reducida demuestra un esfuerzo del cerebro por bloquear recuerdos y por reprimir las emociones asociadas al trauma.
- También aparece un rendimiento un poco más bajo en la corteza prefrontal. Esto podría explicar por qué las mujeres que sufrían amnesia disociativa evidenciaban dificultades para resolver problemas, focalizar la atención, planificar…
¿Qué hace que una persona recuerde de pronto un hecho traumático?
Hay múltiples desencadenantes que pueden abrir la trampilla del recuerdo doloroso. A veces surge un flashback mientras se mantiene una conversación en familia. Otras veces cuando se ve una imagen, se siente un olor, una sensación o cuando, simplemente, se lee algo relativo a los traumas.
Ahora bien, más allá del bloqueo de un recuerdo, la persona siempre arrastra consigo más de un problema psicológico: depresión, trastornos de la alimentación, problemas relacionales, problemas en la sexualidad, etc. Todo ello son pistas evidentes de un posible trauma soterrado que tarde o temprano sale a la luz.
Asimismo, también debe considerarse un detalle. A los recuerdos que surgen son como un puzle desordenado no es fácil darles coherencia, e incluso pueden combinarse entre ellos hechos falsos o distorsionados.
Pedir ayuda
En caso de que también nosotros hayamos pasado por un trauma, o sospechemos que hemos bloqueado alguna vivencia traumática de infancia, no dudemos en solicitar ayuda experta. La terapia psicológica nos permitirá recordar esos hechos, darles espacio y presencia para trabajar en esas emociones, esos pensamientos negativos y sus conductas desadaptativas.
El objetivo no es otro que recuperar el control, que sanar esas heridas del ayer para poder vivir el presente como merecemos. Una infancia traumática no tiene por qué determinar o limitar nuestra madurez.
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