¿Qué es la parentalidad positiva y cuáles son sus beneficios?
Hoy sabemos que la educación de los más pequeños marca su futuro. Con este conocimiento en la retina de la memoria, padres y madres de hoy intentan que sus hijos tengan la mejor educación posible en un mundo que cambia a una velocidad muy rápida. ¿Qué es lo mejor para mis hijos? ¿Qué estilo educativo elegir? ¿Lo estaré haciendo bien? La parentalidad positiva necesita respuestas, una orientación clara que les oriente en ese fin que se han planteado.
Los niños no vienen con un manual de instrucciones y los progenitores agradecerían una guía. Los modelos de crianza con los que ellos mismos fueron educados han quedado obsoletos, igual que han quedado muchos desafíos, por lo que con frecuencia no pueden recurrir a la memoria.
Tampoco existe un sentimiento de comunidad que permita exponer y resolver dudas, miedos e inquietudes sin temor a ser juzgado. Por esto, la paternidad puede convertirse en un camino incierto y solitario.
Si deseas procurar el mejor desarrollo para tus hijos y disfrutar de una convivencia familiar armoniosa, la parentalidad positiva puede ser la elección adecuada. A continuación te describimos brevemente en qué consiste para que puedas comenzar a implementarla.
¿Qué es la parentalidad positiva?
La parentalidad positiva se define como un estilo de crianza en el que el comportamiento de los padres se sustenta en el interés superior del niño. Así, a este se le reconoce como un individuo de pleno derecho y la crianza va dirigida a proteger, guiar y potenciar el desarrollo del menor a todos los niveles. Mediante el afecto, la seguridad y la orientación se busca fomentar la autonomía del niño de forma que pueda alcanzar los mejores logros en los distintos ámbitos de su vida.
Este modelo de crianza es muy diferente del estilo educativo autoritario implementado en generaciones anteriores, en el que se esperaba de los hijos la obediencia y una actitud pasiva. Sin embargo, tampoco se trata de un modelo permisivo ni negligente. La supervisión, los límites y la disciplina bien entendida han de estar presentes.
Componentes
Para comprender mejor en qué consiste la parentalidad positiva, podemos fijarnos en algunos de los elementos básicos que la componen. Según la FEMP, estos son los principios que han de guiar esta crianza positiva:
- Vínculos afectivos cálidos entre los distintos miembros de la familia.
- Un entorno estructurado que ofrezca rutinas y límites adecuados.
- Estimulación adecuada que potencie las capacidades y habilidades de los menores.
- Presencia, atención y tiempo de calidad compartido.
- Reconocimiento del menor como una persona de pleno derecho, de forma que sus opiniones, intereses y necesidades son escuchadas y tenidas en cuenta.
- Potenciar la confianza, autoestima y seguridad de los hijos para que se sientan capaces de dirigir su propia vida e influir en su medio.
- Una educación basada en la no violencia, en la que no hay lugar para el castigo físico o psicológico. La conducta inadecuada de los menores se corrige mediante consecuencias que no los violenten ni denigren (por ejemplo, alentarles a reflexionar y a reparar el daño causado).
Los beneficios de la parentalidad positiva
La parentalidad positiva beneficia, en primer lugar, a los menores. Los niños y adolescentes educados por líneas que conjugan con inteligencia el afecto, los condicionales y la imposición de límites crecen sintiéndose protegidos, amados, aceptados y capaces. Es más fácil que gocen de una buena autoestima y sean capaces de establecer también límites inteligentes a los demás.
Además, estudios de metaanálisis como este aseguran que este tipo de crianza reduce significativamente las conductas disruptivas de los niños. Incluyendo otras habilidades de los padres se mejora la eficacia del uso de la no violencia, pero no se consigue un efecto preventivo.
Por ejemplo, unos progenitores con mucha capacidad de autocontrol mejorarán los resultados de su estilo de crianza en positivo, pero esta capacidad (por sí misma) no será suficiente para que los pequeños reduzcan sus comportamientos inadecuados.
Además, el ejercicio positivo de la parentalidad aporta beneficios a los progenitores. Ningún padre o madre disfruta viendo su hogar convertido en un campo de batalla, teniendo que perseguir a sus hijos para que obedezcan, entrando en luchas de poder con ellos o imponiendo castigos. Desde este enfoque se logran relaciones familiares más saludables y armónicas, se reducen los conflictos y se aumenta la confianza y se estrechan los lazos entre padres e hijos.
Ejemplos de este estilo de crianza
Para comprender mejor cómo se da este tipo de parentalidad en la cotidianeidad, a continuación presentamos una lista de ejemplos que la reflejan:
- Ante cualquier conflicto, problema o toma de decisiones en la familia, tanto padres como hijos se reúnen a dialogar para encontrar, entre todos, la solución más adecuada. En este caso, todos son escuchados con respeto y cada opinión es tomada en cuenta. Así, se llegan a acuerdos que favorezcan a toda la familia.
- Implicarse en la vida escolar de los hijos, interesándose en su proceso educativo y lo que aprenden en la escuela.
- Ante cualquier acto cometido por el niño que sea considerado como reprochable, en lugar de recurrir al castigo físico o psicológico, se le incita al pequeño a restituir el daño ocasionado. Por ejemplo, si el niño golpeó a un compañero, en vez de castigarlo con una nalgada o dejarlo sin videojuegos por una semana, lo ideal es que se le enseñe a reparar el daño, una forma es pidiendo disculpas al afectado.
- Dedicar tiempo a realizar actividades con los hijos. Este tiempo debe ser de calidad y no debe ser interrumpido por otras personas o tareas. La finalidad es llevar a cabo alguna actividad que disfruten tanto los padres como los niños.
10 consejos para fomentar una parentalidad positiva
Por último, existen algunas recomendaciones útiles que pueden ser de ayuda para un acercamiento a este modelo de parentalidad. A continuación, dejamos una lista de consejos emitidos por la ONG Save The Children, respecto a este tema:
- Los niños y niñas tienen derecho a un cuidado y guía apropiados.
- La educación y la crianza deben basarse en conocer, proteger y dialogar.
- El vínculo afectivo es determinante, por lo que debe fomentarse y mantenerse en todo momento.
- El afecto debe demostrarse abiertamente para que las niñas y niños se sientan queridos.
- Las normas y límites son importantes, pues le dan al niño estructura y seguridad.
- Los menores deben participar activamente en la toma de decisiones en familia para que se sientan responsable, pero también escuchados y valorados.
- Se les sancionará cuando se porten mal, pero sin recurrir a castigos.
- El cachete, el insulto, la amenaza o los gritos no son eficaces ni adecuados para educar a los niños y niñas.
- Los conflictos deben resolverse sin recurrir a la violencia.
- Para que los niños y niñas estén bien, los padres deben estar bien.
Para concluir, resaltamos que existen tantos estilos de crianza como familias, pese a que generalmente se reduzcan las opciones a unas cuantas en función de distintos parámetros. La realidad es que el estilo educativo se crea en el día a día, en las interacciones continuas entre padres e hijos, y es decisión de cada familia escoger el modelo que mejor se adapte a sus necesidades.
No obstante, por los beneficios demostrados de la parentalidad positiva, es relevante tener en cuenta sus principios a la hora de educar a las nuevas generaciones. Y tú, ¿has encontrado útil este modelo de educación?
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