¿Qué hacer cuando tus hijos no te hacen caso?

¿Tus hijos no te hacen caso? ¿Por mucho que lo intentas, no logras que te obedezcan? Estas ideas te vendrán muy bien. ¡Te toca a ti ponerlos en práctica!
¿Qué hacer cuando tus hijos no te hacen caso?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 23 febrero, 2021

Hablar con los hijos y que parezca que las palabras les entran por un oído y les sale por el otro, sentirnos frustrados porque ya no sabes qué hacer con los problemas de conducta que tienen. ¿Qué más puedes hacer cuando tus hijos no te hacen caso? Esta situación, aunque pienses que solo te ocurre a ti, es más común de lo que crees. Por eso, no te debes sentir ni mal padre ni mala madre porque esto te esté pasando ahora. Afortunadamente, hay maneras de que puedas resolver este problema.

Desde la Asociación Nacional de Psicólogos en Acción de España (ANPSA), además de defender la idea de que no existen malos padres, también explican que no hay malos hijos. Partiendo de esta base, te brindan algunos consejos que puedes aplicar para cuando tus hijos no te hacen caso.

¿Crees que no sabes lo que puedes hacer? Pues, a continuación, descubrirás muchas opciones que se centran en mejorar la comunicación dentro de la familia y, especialmente, con tus hijos.

Mujer agobiada por sus hijos

Utiliza el lenguaje de forma operativa

¿Qué quiere decir esto? Pues que intentes basar el diálogo con tus hijos en descripciones observables y cuantificables. ¿Por qué? Porque es muy importante que seas congruente cuando les llamas la atención sobre algo, por ejemplo, que recoja los juguetes, que haga los deberes del colegio o que haga la cama por las mañanas que siempre la deja hecha un desastre.

La tentación es gritarle que te tiene harto. Pero esta no es la mejor solución: lo que probablemente consigas es que se termine rebotando.

Te recomendamos que respires y te calmes antes de pronunciar estas palabras, porque si no lo haces es muy probable que te salgan antes un “me tienes harto“, “siempre estás con lo mismo” o “no me haces caso”. Aquí te dejamos algunas frases que son un modelo de lo que aconseja la Asociación ANSPA. Estamos seguros de que te vendrán muy bien. ¡Ponlas en práctica!

  • ¿Por qué no vas a hacer la cama y, después, juegas?
  • Antes de descansar, haz los deberes. Así, después, ya quedarás libre para dibujar o hacer lo que quieras.

“Vive de tal manera que, cuando tus hijos piensen en justicia, cariño e integridad, piensen en ti”.

-H. Jackson Brown-

Estos son algunos ejemplos de cómo puedes comunicarte cuando tus hijos no te hacen caso. Se trata de que corregir en vez de quejarnos. Es el momento de cambiar el modo en el que le hablas a tus hijos. Si tienes mucha ansiedad, igual es mejor que lo dejes para otro momento o que la intervención la realice otro progenitor.

Busca el equilibrio entre refuerzos positivos y negativos

Si analizas un poco cómo te comunicas con tus hijos, te vas a dar cuenta de que la mayoría del tiempo siempre les das un refuerzo negativo. Seguro que te suena “esto lo has hecho mal”, “siempre te digo que así no es”.

Al final, tus hijos tienen la sensación de que no hacen nada bien y esto solo les provocará una actitud de rechazo cuando te intentes comunicar con ellos. ¿Qué puedes hacer? Desde la Asociación ANPSA aconsejan cambiar la forma en la que comunicar los refuerzos negativos. Vamos a ver cómo:

  • En lugar de “siempre me dejas toda la comida en el plato” cambia por “si comes dos cucharadas más no tienes por qué acabarte el plato”.
  • En lugar de “no quiero que vuelvas a ir al colegio sin hacer la cama” cambia por “haz la cama antes de irte al colegio, así después al venir ya no tendrás que hacerlo y podrás jugar antes”.

El refuerzo positivo es quizás el refuerzo que más les cuesta poner en práctica a los padres (un buen comportamiento es lo que se espera del niño, no molesta, no nos frustra).

¿Cuándo fue la última vez que le has dicho a tu hijo que ha hecho algo estupendo? ¿Cuándo le has propuesto hacer algo juntos (ver una película, jugar a un juego, pintar…) por el simple hecho de que ha hecho la cama o se ha ofrecido a recoger la mesa después de comer?

Aunque parezca una tontería, este tipo de refuerzos sobre determinadas conductas evita otras incompatibles además de ser una oportunidad estupenda para enriquecer nuestra relación con ellos.

“El refuerzo positivo nos provoca que volvamos a repetir la conducta”

-B. F. Skinner-

Madre hablando con su hijo con una actitud empática

Finalmente, la ANPSA da algunas claves más para que puedas dar órdenes sin que tus hijos las rechacen, se sientan agredidos verbalmente o no las quieran cumplir. Para que esto no ocurra, lo primero que puedes tener en cuenta es que esas órdenes deben ser cortas, coherentes y firmes.

También funciona mejor cuando las adaptas a su edad, pues una misma orden no la recibirá igual un niño de ocho años que un adolescente de catorce. Asimismo, presta atención a que todos tus hijos reciban las mismas órdenes por igual (sin diferencias ni preferencias) y que estas deben ser para siempre.

Con todo, no te excedas. Todo lo anterior debe ser reducido, demasiadas órdenes pueden generar frustración y una sensación de agobio en tus hijos.


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