¿Qué ocurre con la experimentación con animales?

Ya en la antigüedad, esta práctica era común. En el siglo III a. C. los médicos alejandrinos hacían experimentos con animales, tanto vivos como muertos. Sin embargo, es en el siglo XV en Italia cuando empieza la experimentación moderna y también una controversia que se mantiene en la actualidad.
¿Qué ocurre con la experimentación con animales?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 05 diciembre, 2019

La experimentación con animales en la investigación científica tiene una larga historia y, hoy en día, sigue siendo una actividad básica en la ciencia. Unos 115 millones de animales se emplean cada año para estos propósitos. Esta práctica provoca rechazo en importantes sectores de la sociedad.

Ya en la antigüedad esta práctica era común. En el siglo III a. C., los médicos alejandrinos hacían experimentos con animales tanto vivos como muertos. Sin embargo, es en el siglo XV en Italia cuando empieza la experimentación moderna. Se usaban animales vivos, especialmente perros y cerdos, para mostrar las distintas funciones de las partes de cuerpo.

En el siglo XVIII, podemos destacar el trabajo de Albrecht von Haller, que utilizó casi 200 animales para comprobar la irritabilidad en tejidos vivos. El trabajo de Haller partía de la base de que los animales sentían dolor, lo que demostró midiendo las reacciones a varios estímulos dolorosos.

Haller es la primera persona que pide perdón por infligir dolor a los animales, indicando un nuevo sentido de la responsabilidad que se puede encontrar en varias publicaciones a partir de ese siglo.

A continuación, a raíz de este breve análisis histórico sobre la investigación con animales, estudiaremos los argumentos utilizados por aquellos que se posicionan a favor y en contra de este método de estudio.

Manos sujetando unas patas de animal

Argumentos a favor

La investigación con animales ha sido fundamental para casi todos los descubrimientos médicos de esta década. De hecho, casi todos los ganadores del premio Nobel de fisiología o medicina desde 1901 han basado sus estudios en datos obtenidos a partir de la experimentación con animales.

Además, los seres humanos somos muy parecidos a otros animales. Tenemos los mismos órganos y sufrimos enfermedades similares, por ejemplo, el cáncer, la gripe, la tuberculosis y el asma. En este sentido, los métodos no-animales, aunque son vitales para complementar la información, no pueden sustituir el uso de animales.

Las técnicas modernas de cirugía (reemplazo de cadera, trasplantes de corazón, transfusiones de sangre, etc.) y las técnicas de escáner (TC y TM) se perfeccionaron en experimentos con animales.

Argumentos en contra de la experimentación con animales

Por otro lado, no es ético condenar la vida de seres que sienten a una jaula de laboratorio y causarles dolor y miedo. Científicos con técnicas innovadoras han sido capaces de desarrollar métodos de investigación sin animales; por ejemplo, las tecnologías in vitro, los cultivos de bacterias, los simuladores de pacientes humanos, etc. Entonces, ¿por qué no continuar evolucionando a raíz de estos avances?

Además, la mayoría de los experimentos realizados con animales no tienen fines biomédicos, es decir, no buscan obtener mejoras en la salud humana. Son pruebas de cosméticos o productos del hogar, investigación militar o pruebas de impacto medioambiental.

El valor científico de la experimentación biomédica con animales es menor del que mucha gente se piensa. Esto tiene muchas implicaciones. Por ejemplo:

  • Los seres humanos que participan en los ensayos y los que consumen los productos o medicamentos una vez comercializados, se siguen exponiendo a sufrir daños no detectados en la experimentación con animales. Los cuerpos no son tan similares como antes se pensaba.
  • Se puede impedir el desarrollo de un tratamiento beneficioso para el ser humano, pero que ha tenido un efecto dañino en otros animales.
Conejo en un laboratorio

¿Qué posturas tienen los distintos países?

La mayor parte de países desarrollados tienen legislaciones para minimizar el uso de animales de laboratorio y minimizar su dolor. Por su parte, la Unión Europea tiene una de las leyes más estrictas del mundo, que cubre todos los vertebrados y cefalópodos e incluye criterios para el cuidado de los animales y las instalaciones implicadas.

En EE. UU. la ley federal no menciona ratones y ratas, aves y peces, que suponen un 95% de animales empleados en los laboratorios, aunque estas especies están contempladas en otras normativas no federales. Otros países cuentan con regulación en la materia. En Canadá, esto es competencia de los gobiernos provinciales. China aprobó en 2006 la primera ley a nivel nacional sobre el bienestar de los animales de laboratorio.

Probablemente, la regulación más exigente del mundo sea la británica, que obliga a realizar un análisis de coste-beneficio para autorizar los experimentos con animales, además de personalizar licencias para aquellos que realizan estos ensayos.


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