Querofobia, el miedo irracional a ser feliz

Quienes padecen querofobia presentan miedo a ser felices; este miedo, por tanto, les impide buscar situaciones que puedan llevar a la felicidad.
Querofobia, el miedo irracional a ser feliz
Andrés Navarro Romance

Revisado y aprobado por el psicólogo Andrés Navarro Romance.

Escrito por María Hoyos

Última actualización: 01 agosto, 2022

Aunque pueda sonarnos contradictorio, el miedo a la felicidad existe y se conoce como querofobia. Se trata de un miedo irracional que posiblemente tenga mucho que ver con la ansiedad y que nos impide involucrarnos en actividades que nos aportan felicidad.

Si nos paramos a pensar detenidamente en ello, nos daremos cuenta de que hemos observado en alguna ocasión este fenómeno, bien en los demás o bien en nosotros mismos.

El término podría tener su origen en el griego χαρά -felicidad, alegría, regocijo- y φοβία -miedo, pavor-, aunque resulta complejo trazar el origen de la palabra ya que el trastorno que designa no se encuentra en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés).

¿Quién tiene miedo a ser feliz?

Los personas que sufren querofobia suelen rechazar las situaciones en las que está implícito el sentimiento de alegría. Esto no implica que quieran ser infelices o encontrarse tristes; al contrario, las personas con querofobia rechazan la felicidad porque a esta le acompaña la tristeza, de manera que no es estar triste lo que buscan.

Ya sea porque la felicidad no es permanente o porque exhibir felicidad puede demostrar a los que te rodean que ellos por comparación no son felices, un querófobo rechazará frecuentemente un evento social en el que se sentiría feliz o cualquier situación que, de algún modo, despierte un sentimiento de bienestar en él.

Mujer triste pensativo

También suelen alejarse e impedir cualquier tipo de cambio positivo en sus vidas. En definitiva, tienden a alejarse de toda posibilidad que le invite a sentirse bien, alegre y con cierto bienestar. De ahí que algunos de sus pensamientos más comunes sean:

  • “Si soy feliz, algo malo me sucederá después”.
  • “Demostrar ser feliz es malo tanto para mi como para los demás”.
  • “Tratar de ser feliz me hace perder el tiempo y esfuerzo”.

Además, es común que este tipo de personas se posicione a la defensiva y no se dejen convencer en las interacciones con otros individuos. Suelen ser inseguros, ya que no controlan demasiado bien sus emociones e inseguros. Así, este cúmulo de emociones negativas puede desembocar en el rechazo a la diversión y, por tanto, a la felicidad.

Ejemplos de eventos a los que no asistiría un querófobo

Si conoces a alguna persona con querofobia, procura tener en cuenta que invitarle a determinados eventos sociales puede generar una discusión o molestia por su parte. 

Un ejemplo claro pueden ser los cumpleaños. En este tipo de celebraciones, el centro de atención es otra persona, pero se espera de los asistentes emociones positivas y diversión, algo que una persona con querofobia no está dispuesta a mostrar. Del mismo modo, una comida en familia será también fuente de estrés para él.

Cenas de empresa, comidas de amigos u otro tipo de reuniones sociales son también ejemplos de situaciones rechazadas por un querófobo. En definitiva: toda aquella ocasión que orbite en torno a la reunión de personas.

Sin embargo, aunque nuestra tendencia sea la de no invitar a esa persona o no asistir a un evento al que vaya a asistir para no sentirnos preocupados, incómodos o no experimentar vergüenza ajena, la solución está lejos de pasar por cualquiera de estas dos posiciones nombradas.

Cómo superar la querofobia

Ya que no se trata de un trastorno reconocido clínicamente, no existe un tratamiento específico para el mismo. Pese a ello, es recomendable acudir a un especialista de la salud mental. Un psicólogo podrá recomendar ejercicios que beneficien al querófobo, plantearle soluciones a sus problemas u ofrecerle posibles tratamientos.

Ahora bien, es importante, en primera instancia, aceptar que existe un problema. Este es, a menudo, el paso más complicado en un proceso terapéutico y, por ello, es normal que el afectado pueda necesitar ayuda externa antes de decidirse.

1. Evitar el aislamiento

Los familiares y amigos deben estar muy pendientes por si una persona querida comienza a aislarse de forma preocupante. Este constituiría el primer signo de alarma.

Es importante complementar las visitas al psicólogo con una adaptación paulatina a la vida social, instando a la persona afectada a reintroducirse en círculos y situaciones sociales antes evitados.

Esto no quiere decir que se pueda cambiar la personalidad de alguien: hay que tener en cuenta las preferencias de la persona afecta a nivel social a la hora de configurar la progresión terapéutica.

Durante todo este proceso la persona afectada debe estar acompañada. Esto le ayudará a ser más consciente del problema y a obtener mayores beneficios por implicarse en mayor grado en su recuperación.

Amigas abrazándose

2. Ser paciente

Cambios tan grandes como la superación de la querofobia no ocurren de la noche a la mañana. Tanto el querófobo como las personas que desean ayudarle deben tener paciencia y aceptar que el proceso es lento.

Por eso, es mejor no establecer unas expectativas demasiado elevadas, para evitar así que quien padece querofobia alcance altos niveles de frustración.

3. Buscar ayuda

En ocasiones, las personas afectadas de un trastorno psicológico son las únicas en su entorno que no son conscientes de que necesitan apoyo para su proceso de recuperación.

Esto puede darse bien por negación del problema o bien por vergüenza a la hora de exteriorizarlo. No son capaces de dar el paso y solicitar ayuda profesional.

En resumidas cuentas, únicamente un profesional es capaz de gestionar la situación y dar las claves al paciente para superar, paulatinamente, su problema. Si nosotros mismos nos encontramos en el papel del paciente, es importante escuchar a quienes nos recomiendan buscar apoyo profesional.

Si formamos parte del círculo en el que se relaciona el querófobo, es importante asumir un papel de agente protector. Como ya hemos dicho antes, la paciencia es fundamental, pero también la actuación: no podemos permanecer ajenos al problema, puesto que también estaríamos haciendo daño al afectado.

En definitiva, esta dificultad es algo que deberíamos pensar si observamos que una persona de nuestro círculo cercano comienza a alejarse en el plano social. Como todos los problemas psicológicos, debe tratarse con rapidez y con ayuda profesional, sin olvidar a las personas que rodean al paciente, que son elementos vitales para la recuperación del mismo.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.