Ruidos negros, así afectan a tu mente

Los ruidos negros pueden ocasionar mareos, dolor de cabeza, confusión, estrés... Son frecuencias acústicas de menos de 20 hercios que producen, por ejemplo, los electrodomésticos o el tráfico. Analizamos este fenómeno.
Ruidos negros, así afectan a tu mente
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 10 febrero, 2022

Los ruidos negros son vibraciones de ondas infrasónicas, apenas audibles, con frecuencias inferiores a 20 hercios. No las escuchamos, pero las percibimos, y su presencia puede resultar tan estresante como dañina para la salud. Son una especie de zumbidos persistentes o de chasquidos que cohabitan con nosotros 24 horas al día 7 días a la semana.

Bien es cierto que en nuestra vida moderna estamos obligados a rodearnos de sonidos que no siempre podemos controlar ni evitar. Escuchamos el tráfico, los sonidos de la calle, el repiqueteo de las obras de otras casas, el rumor de las conversaciones de los vecinos… Sin embargo, lo llamativo es que hay frecuencias acústicas que no podemos escuchar y que tienen un impacto más nocivo.

En este caso podríamos hablar metafóricamente de energías negativas. Son las que generan los refrigeradores, los aires acondicionados o las vibraciones del tráfico en nuestros edificios y en consecuencia también en nosotros. Lo alarmante es el hecho de que estos sonidos interfieren con las frecuencias de las células cerebrales. Analizamos este tema.

persona que sufre ruidos negros

¿Qué son los ruidos negros?

Nuestro entorno está habitado por múltiples dimensiones que no vemos ni escuchamos, pero que nos afectan. De este modo, cuando hablamos del sonido, es interesante saber que este se clasifica en ultrasonidos, sonidos audibles e infrasonidos.  Los ruidos negros son infrasonidos, es decir, estímulos acústicos que emiten ondas capaces de producir contracciones y dilataciones en la materia.

El oído no siempre las percibe con claridad. En su lugar, lo que nota es una sensación dolorosa, como algo que ejerce presión sobre nosotros, algo áspero que araña nuestros sentidos. Esa percepción de incomodidad es el efecto de las ondas ultrasónicas sobre las células del cuerpo.

Si vivimos al lado de una carretera donde pasan máquinas de gran tonelaje, no solo escucharemos el sonido de sus motores. Máquinas como grandes camiones, trenes, cosechadoras, tractores y autobuses también emiten ruidos negros. Son infrasonidos que impactan sobre las paredes de las casas y también sobre el sistema nervioso central.

Los conductores son los que más sufren los efectos del ruido negro.

Todos absorbemos ondas de infrasonidos y estos son sus efectos

Las frecuencias acústicas menores a 20 hercios son como zumbidos persistentes o chasquidos. Para comprender e identificar este tipo de estímulos acústicos pensemos en esas veces en las que vamos en coche, en tren o en avión y se nos tapan los oídos, sufrimos mareos o sentimos la cabeza embotada. El ruido negro emite un tipo de energía que, poco a poco, absorbe nuestro organismo.

El departamento de Neurología del Hospital Xijing en China lleva años estudiando este fenómeno. En uno de sus trabajos de investigación revela el efecto de los ultrasonidos en tejidos orgánicos como el sistema nervioso central (SNC). Sabemos que puede degenerar los axones de las neuronas del hipocampo. Afectando así a la memoria.

Aún más, otros estudios, como el realizado en la Universidad Laurentian de Canadá, advierten del riesgo para la salud de los infrasonidos comprendidos en el rango de 5 a 40 hercios. El ruido negro puede generar desde náuseas, mareos, cansancio y malestar general hasta dolores diversos y también trastornos del sueño.

¿De dónde provienen los ruidos negros y cuál es su mecanismo?

Los infrasonidos no hacen daño a nuestros oídos. No es como escuchar un avión despegando o el sonido de un cristal rompiéndose. Son ondas acústicas que emiten pequeñas vibraciones en el organismo. Podemos sentirlas al poner la mano en la lavadora o el refrigerador. También al llevar el volante de un coche o un camión.

En los últimos años, se habla mucho de las turbinas eólicas. Esos magníficos molinos de viento modernos que se alzan en muchos pueblos y ciudades producen también un tipo de ruido negro. La gente que viva cerca de ellos también puede experimentar muchos de los efectos antes nombrados.

Ha podido observarse que esas ondas infrasónicas que llegan hasta las células son procesadas por el cerebro como un tipo de patógeno del que defenderse. Esto hace que produzca catecolaminas y se active desde una respuesta de estrés hasta una reacción inflamatoria. No obstante, debemos tener en cuenta que esos efectos solo aparecen si estamos expuestos a ese ruido negro durante semanas o meses.

hombre huyendo de los ruidos negros

¿Podemos reducir o escapar de este tipo de infrasonidos?

Probablemente, el único modo de esquivar por completo el ruido negro es dejando las ciudades y yéndonos a vivir al campo. Lejos de la civilización. Ahora, como bien sabemos, esto es poco más que una entelequia, un imposible. Por ello, sería decisivo que las autoridades sanitarias tuvieran más en cuenta esta realidad tan nociva para la salud física y mental.

Por ejemplo, sería de gran ayuda que los arquitectos situaran desde los equipos de ventilación, climatización o grupos electrógenos en cubículos protegidos para evitar que sus vibraciones llegaran a los inquilinos. Los grupos poblacionales y las casas deberían también estar alejadas de carreteras o autovías muy transitadas.

El tráfico y los electrodomésticos son los principales emisores de ruido negro. Controlar estas variables en la medida de lo posible, nos permitiría tener una vida más saludable.


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