Saber escuchar

Saber escuchar es un arte que pocas personas dominan. Veamos en qué consiste y cómo podemos potenciarlo.
Saber escuchar
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 08 marzo, 2022

Saber escuchar es un proceso fundamental para una comunicación eficaz. Sin embargo, pocas son las personas que saben escuchar de verdad. No prestan atención, aunque sí lo simulan y esto provoca diferentes conflictos que afectan a la relación con las demás personas.

No somos conscientes de la importancia que tiene saber escuchar y de lo mucho que nos beneficiaría potenciar esta habilidad. Sin embargo, nuestra necesidad de ser escuchados pasa por encima de esto y nos volvemos egoístas sin ser conscientes de ello.

“Hablar es una necesidad, escuchar es un arte”.

-Goethe-.

Oír y escuchar

Oír y escuchar son dos actitudes distintas. Al cabo de un día se oyen muchas cosas pero se escucha poco. Cuando oímos no prestamos una atención profunda, sino que simplemente captamos la sucesión de sonidos que se produce a nuestro alrededor.

mujer no escucha lo que le dice su novio

Mientras que cuando escuchamos nuestra atención va dirigida hacia algún sonido o mensaje específico, es decir, existe una intencionalidad, encontrándose todos nuestros sentidos enfocados a lo que estamos recibiendo. Así, las personas que saben escuchar a otros, los acompañan en su viaje por la vida.

¿Recuerdas cuando estabas en la clase de algún profesor y no te interesaba nada lo que contaba? No lo escuchabas, pero lo oías. Tus conductos auditivos recibían el sonido que emitía, pero no lo entendía, no lo comprendía. Tu mente estaba en otra parte, haciendo caso omiso a todo eso que percibías por tus oídos.

“Escuchar detenidamente te hace especial, pues casi nadie lo hace”.

-Ernest Hemingway-.

Pues esta actitud en una clase aburrida la llevas, sin quererlo, a tu vida cotidiana, porque en ocasiones es mucho más fácil oír que escuchar, ya que esto último requiere de una disposición a prestar atención y a esforzarse por comprender lo que el otro te está diciendo. A esto se le denomina escucha activa y es muy necesaria e importante.

Aprendiendo a escuchar

Un proverbio oriental dice: “Nadie pone más en evidencia su torpeza y mala crianza, que el que empieza a hablar antes de que su interlocutor haya concluido”.

Ocurre a veces que cuando estamos hablando con otra persona tenemos, tanto el otro como nosotros, dificultades para escuchar; pasando de escuchar a oír en muchas ocasiones, mientras elaboramos qué vamos a decir cuando el otro acabe, en vez de intentar prestar atención a lo que nos dicen, quedando el diálogo bloqueado por incontinencias verbales. Pues, si todos queremos hablar a la vez y no se escuchan las razones de los otros, no habrá diálogo como tal sino monólogos yuxtaponiéndose.

Saber escuchar es una actitud difícil, ya que exige dominio de uno mismo e implica atención, comprensión y esfuerzo por captar el mensaje del otro. Significa dirigir nuestra atención hacia el otro, adentrando en su ámbito de interés y su marco de referencia.

El diálogo exige una actitud silenciosa de escucha atenta.  El escritor y orador J. Krishnamurti afirmaba “Escuchar es un acto de silencio”. Mientras no callemos nuestro diálogo interno y prestemos atención a nuestro interlocutor, no aprenderemos a escuchar. Solo una actitud de escucha atenta hace fecunda la palabra que podemos dar a nuestro interlocutor.

Es difícil poder decir al otro algo que resulte válido si no abrimos de par en par nuestros oídos para escucharlo. Así, la persona escuchada sentirá que le están dando la importancia que merece, quedando agradecida y creándose a su vez un clima de respeto, estima y confianza.

La escucha es una habilidad que exige apertura, transparencia y ganas de comprender. El justo equilibrio entre saber escuchar y saber hablar produce el diálogo.

Consejos para mejorar la escucha activa

Si queremos potenciar nuestra habilidad para escuchar, primero que nada debemos identificar aquellos aspectos de la escucha activa en los que tenemos déficits para luego trabajar en ellos.

Estos aspectos pueden resumirse en: la atención hacia nuestro interlocutor; el interés transmitido; el aplazamiento del propio juicio; la capacidad de dar y recibir retroalimentación; y la empatía. A continuación, dejamos algunas técnicas especificas que ayudan a trabajar cada dimensión:

Prestar atención

Si no atendemos al mensaje del otro será imposible que escuchemos. Por tanto, si tenemos problemas para atender, intentemos enfocarnos en lo que nos dicen e ignoremos todos aquellos distractores (tanto internos como externos).

Asimismo, esforcémonos por comprender la línea argumental de nuestro interlocutor y prestemos atención a su lenguaje corporal, así identificaremos el contexto con mayor facilidad y podremos comprender la totalidad del mensaje.

Por último, para prestar atención es de vital importancia no interrumpir y cultivar la paciencia.

Mostrar interés

Saber escuchar implica demostrar que estamos interesados en lo que nos dicen. De no ser así, el otro percibirá que no está siendo atendido y provocaremos una respuesta negativa de su parte.

Por tanto, para denotar interés lo ideal sería:

  • Realizar comentarios cortos y gestos de asentimiento que demuestren que estamos escuchando.
  • Adoptar una posición corporal de escucha, lo que implica mantener el contacto visual, disminuir la distancia, orientar la postura hacia el otro, evitar cursarse de brazos, etc.

Aplazar el propio juicio

Cuando el interlocutor nos está expresando sus ideas debemos ser capaces de callar nuestro diálogo interno. Para ello, evita sacar conclusiones mientras la otra persona está hablando, intenta anular tus prejuicios preconcebidos en torno al tema, no interrumpas y deja a un lado tus emociones. Para ello, no hay nada mejor que la práctica.

Dar y recibir retroalimentación

Se trata de un aspecto importantísimo de la comunicación efectiva. Para ponerlo en práctica podemos solicitar que aclaren ideas que no nos quedaron claras y reformular, con nuestras propias palabras, el mensaje que hemos captado. Así, evitamos caer en malentendidos innecesarios.

Empatizar

Sin empatía no hay escucha activa. Por tanto, para que la comunicación efectiva se produzca debemos ser capaces de ponernos en el lugar del otro y comprenderlo desde su posición. Además, debemos prestar especial atención a aquellos mensajes que van más allá de las palabras, tales como: sus sentimientos y emociones trasmitidas, así como su lenguaje corporal.

En suma ¡ejercitemos la habilidad de saber escuchar! Es un ejercicio saludable, enriquecedor y solidario, sobre todo en una sociedad en la que hay muchas personas que necesitan  ser escuchadas. Únicamente cuando somos capaces de escuchar al otro, abrimos la puerta para que éste se comunique con nosotros. Por lo tanto, no subestimemos la capacidad de escuchar. ¿Empezamos a hacerlo de verdad?


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.