Sistema ventricular cerebral: características y funciones

El sistema ventricular se encarga de mantener, proteger y dar estructura a nuestro cerebro. Además, contiene el líquido cefalorraquídeo, el cual es esencial para la preservación de nuestro organismo.
Sistema ventricular cerebral: características y funciones
María Alejandra Castro Arbeláez

Escrito y verificado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Última actualización: 14 marzo, 2019

El sistema nervioso, ese gran director de orquesta que habita en nuestro interior, está compuesto por diversas partes que interactúan entre sí y que se encargan de diversas funciones. Así, cuenta también con sistemas que permiten su adecuado funcionamiento, como el sistema ventricular, que curiosamente no es más que un sistema de pequeños reservorios comunicados entre sí; algo así como un ‘sistema de alcantarillado’.

Dentro del cráneo se encuentra el encéfalo, y dentro de este, el cerebro. El sistema ventricular, compuesto por cuatro ventrículos, se halla contenido en el encéfalo. Este sistema se encarga de mantener, proteger y dar estructura a nuestro cerebro. No todos han oído hablar de este sistema, pero su importancia es capital.

A lo largo de este artículo haremos un recorrido por el sistema ventricular para definir en qué consiste, distinguir cada una de sus cavidades y funciones y explorar algunas alteraciones relacionadas con el mismo. ¡Comencemos!.

¿Qué es el sistema ventricular y cuál es su origen?

Al conjunto de ventrículos cerebrales se le llama sistema ventricular. Se trata de un sistema compuesto por estructuras, a modo de cavidades, conectadas entre sí. Dentro de las mismas se origina y circula el líquido cefalorraquídeo (LCR), un líquido transparente que baña el encéfalo y la médula espinal.

El sistema ventricular se desarrolla paralelamente al resto del sistema nervioso central, facilitando durante el proceso la circulación del LCR. Hacia el día 26 del desarrollo embrionario comienza la diferenciación del ventrículo óptico; posteriormente, se empieza a dar una evaginación en la línea media del mesencéfalo, que más adelante formará el acueducto cerebral.

Cerebro

Hacia la 6ª semana, comienza el desarrollo del foramen interventricular, iniciándose la formación de los plexos coroideos de los ventrículos laterales. Entonces, los surcos y la segmentación se hacen más notorios.

Posteriormente, se produce un crecimiento de la eminencia ventricular medial y lateral y la forma esférica del ventrículo lateral pasa a asemejarse a una C. Se empiezan así a pronunciar los cuernos de los ventrículos laterales; además, se forma un pequeño saco en el piso diencefálico que será el 3º ventrículo. Mientras, los sacos coroideos del 4º ventrículo avanzan en su formación.

Finalmente, durante las semanas 7 y 8, los cuernos terminan de definirse y queda constituida la forma vesicular definitiva. La parte ístmica se comprime por el cerebelo en crecimiento y se extienden numerosas vellosidades en la línea media.

Estructura

El sistema ventricular está compuesto por cuatro ventrículos interconectados entre sí a través de canales y aperturas. Veamos cada una de sus partes:

  • Ventrículos laterales (primer y segundo ventrículo). Se sitúan en ambos hemisferios cerebrales y tienen un asta anterior que se orienta al lóbulo frontal y un asta posterior que se dirige hacia el temporal. Se conectan a través del tercer ventrículo por el orificio interventricular de Monro. Tienen forma de C y su volumen aumenta a lo largo de toda la vida.
  • Tercer ventrículo. Consiste en una cavidad aplanada y delgada que se sitúa entre los tálamos y que está atravesada por la comisura intertalámica. Su conexión con el resto del sistema es a través del acueducto cerebral de Silvio. Cuenta con dos protuberancias: el receso supraóptico, situado sobre el quiasma óptico, y el receso infundibular, que se localiza por encima del tallo óptico.
  • Cuarto ventrículo. Se extiende desde el acueducto mesencefálico hasta el canal central de la parte superior de la médula espinal.  Su piso lo forma la fosa romboidal y se comunica con el canal central a través de los agujeros de Luschka y Magendie, de los cuales sale el LCR hacia el espacio subaracnoideo. Además, se conecta con cisternas subaracnoideas que permiten que el LCR llegue al espacio subaracnoideo.

Al llegar a la médula espinal, los ventrículos continúan a través del canal ependimario, una cavidad que nace al final del cuarto ventrículo y que recorre la médula a nivel interno hasta terminar en la primera vértebra de la zona lumbar.

Funciones del sistema ventricular cerebral

El sistema ventricular realiza diferentes tareas, como vemos a continuación:

  • Producción de LCR. Esta es su principal función, aunque la comparte con otras estructuras, como por ejemplo el espacio subaracnoideo.
  • Preservación del cerebro. El LCR ayuda a mantener la homeostasis interna cerebral, sosteniendo una presión intracraneal adecuada. Además, este líquido ayuda a eliminar residuos, lo que le permite al cerebro mantener un ambiente adecuado para su funcionamiento.
  • Flotabilidad cerebral. Gracias al LCR el cerebro se encuentra en flotación, lo que contribuye a la reducción de su peso desde unos 1.400 gramos a unos 50 gramos.
  • Defensa. El LCR nos permite defendernos ante agentes externos que podrían ser peligrosos para nuestro cerebro. Aumenta además el grado de protección de nuestro cerebro ante los traumas.

Alteraciones del sistema ventricular

El sistema ventricular puede sufrir alteraciones de diversos tipos. A continuación mostramos algunas de ellas:

  • Hidrocefalia. Se trata de un trastorno en el que se da una sobreproducción de LCR. Al evolucionar provoca una presión intracraneal elevada y puede llevar a la atrofia cerebral, a trastornos metabólicos y cognitivos e incluso a la muerte.
  • Meningitis. Consiste en la inflamación de las meninges por causa infecciosa y suele originarse por virus, hongos o bacterias. Esta inflamación produce un aumento de presión intracraneal dificultando la circulación del LCR y da lugar a síntomas como dolores de cabeza, náuseas, sensibilidad a la luz, fiebre, y deterioro cognitivo, entre otros.
  • Ventriculitis. Es la inflamación de los ventrículos cerebrales que eleva la presión intracraneana y altera la normal circulación del LCR y el correcto funcionamiento del sistema vascular. Puede venir acompañada de hidrocefalia y producir, entre otras patologías, encefalitis o inflamación del cerebro.
  • Alzheimer. A medida que avanza la enfermedad de Alzheimer se incrementa el deterioro y muerte de neuronas, lo que ocasiona una disminución en la densidad neuronal. El espacio desocupado por la subsiguiente disminución de volumen pasan a ocuparlo los ventrículos, que se expanden de forma progresiva.
  • Esquizofrenia. Algunos estudios sugieren que las personas que padecen esquizofrenia presentan mayor dimensión en los ventrículos cerebrales. De hecho, Jordi E. Obiols y Marta Carulla, de la Universidad Autónoma de Barcelona, publicaron un artículo en la revista Psicología Conductual en el que sugieren que los pacientes esquizofrénicos muestran dilatación ventricular y disminución cortical, lo que podría ser evidencia de que esta enfermedad comienza desde el neurodesarrollo.
Persona con manos en la cabeza por demencia frontotemporal

Por tanto, el sistema ventricular constituye una parte fundamental de nuestro organismo; como hemos visto, el mal funcionamiento de aquel ocasiona graves alteraciones en nuestro cuerpo.

Así, nuestro sistema ventricular es una suerte de escudo que nos protege ante la adversidad. Además, hace todo lo posible para mantener el equilibrio interno de nuestro organismo y para evitar agentes nocivos.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Bear, M. F. Connors, B. W., Paradiso, M.A., Nuin, X. U., Guillén, X. V. & Sol Jaquotot, M. J. (2008). Neurociencias: la exploración del cerebro. Wolters Kluwer/Lippincott Williams & Wikins.
  • Obiols, J.E., &  Carulla, M. (1998). Bases biològicas de la esquizofrenia: Aspectos neuroquímicos y neuroanatómicos. Psicología Conductual, 6(1), 5-27.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.