Stranger Things 4: un viaje a las profundidades del trauma psicológico
Hemos esperado casi 3 años para el estreno de Stranger Things 4. No obstante, podemos decir que esa tardanza -justificada por los cierres de producción a causa de la pandemia-, ha merecido la pena. Nuestros niños de Hawkins ya no son tan niños y en esta ocasión, la trama se sumerge entre interesantes nebulosas psicológicas en las que el trauma es el principal detonante.
Las referencias a la cultura pop de los 80 siguen siendo la marca principal de sus creadores, los hermanos Duffer. Sin embargo, ahora, se sitúa más que nunca el retrovisor nostálgico en los clásicos del género de terror. Es inevitable no rememorar pinceladas de A Nightmare on Elm Street, Hellraiser, Dungeons and Dragons e It.
Es más, incluso Stephen King agradeció un pequeño homenaje a otra de sus obras: Carrie. Ahora bien, si se toman prestadas narrativas de dichas producciones es por una razón. No es por mera nostalgia. Son un mecanismo más que idóneo para navegar por el sufrimiento humano.
Las pérdidas, los sentimientos de culpa, los traumas, la maldad y las desagradables vivencias de los adolescentes en sus institutos son las improntas con las que se queda el fiel espectador de esta serie.
“Tu sufrimiento está casi llegando a su fin”.
-Vecna-
Stranger Things 4: un viaje al dolor humano
Stranger Things 4 se aleja en esta ocasión del sentimentalismo más que patente de las anteriores temporadas. Así, y aunque elementos como la amistad, el amor y la lealtad siguen muy presentes, la mecánica de cada episodio se va oscureciendo cada vez más. Descubrimos, rápidamente, que buena parte de sus personajes no han superado los hechos dramáticos de la anterior temporada.
Somos testigos también de que Once (Millie Bobby Brown) sigue teniendo problemas de adaptación. Si su infancia ya fue complicada, su adolescencia no lo es menos. El instituto es una tortura: “todos me miran como si fuera un monstruo”, señala-. Ha perdido sus poderes, a su padre adoptivo y por si no fuera poco, la distancia hace que ponga en duda si Mike (Finn Wolfhard) sigue queriéndola.
Podríamos decir que “el terror de instituto” es el primer detonante de la trama. En Hawkins se desencadena una ola de asesinatos orquestados por una figura siniestra: Vecna. Esta criatura reside, una vez más, en ese ya familiar “mundo del revés”. Es un ser que prospera alimentándose de la culpabilidad de los jóvenes. Les atrae hacia su oscuridad prometiéndoles algo que la mayoría de los adolescentes anhelan: dejar de sufrir.
Dear Billy, Max y la depresión adolescente
Es muy posible que si tuviéramos que destacar a un personaje de Stranger Things 4, fuera Max (Sadie Sink). Después de la muerte de su hermano Billy (Dacre Montgomery) evidencia un claro trauma al presenciar su muerte. Lidia con el peso de la culpa al pensar que no hizo nada por ayudarle.
A lo largo de varios capítulos, la vemos aislándose de su círculo de amistades. También eludiendo el apoyo psicológico e insistiendo en que “está bien”. Sin embargo, Max tiene problemas para dormir, no puede concentrarse, está de mal humor y sufre constantes flashbacks sobre la muerte de Billy. Los síntomas de la depresión y el trastorno de estrés postraumático son evidentes.
En el capítulo de Dear Billy, la vemos llevando a cabo una técnica terapéutica muy conocida. Escribir una carta al ser que hemos perdido para reconciliarnos con él. Sin embargo, el dolor y el peso de la culpa presente en ella hacen que sea una víctima idónea para Vecna.
Vecna, o cómo alimentarse del sufrimiento y arrepentimiento ajeno
Vecna, originalmente Henry Creel, es todo un descubrimiento. A lo largo de Stranger Things 4 vamos abriendo puertas psicológicas hasta descubrir la auténtica identidad de este ser malévolo. Podríamos decir que es la quinta esencia de todos los villanos del cine clásico de terror. Es una original combinación entre Freddy Krueger, Pennywise y Hellraiser.
El maestro de la torre araña o el Rey No-Muerto, como lo conocen en el juego de rol de Dragones y mazmorras, tiene en realidad un origen humano. Este detalle es la piedra angular de toda la trama. Basta decir que desgranar cómo ha sido su evolución hasta convertirse en una entidad orientada a alimentarse del sufrimiento y arrepentimiento de los jóvenes, es quizá lo que atrae mayor interés.
Llegamos a conocer a Vecna en su infancia, revelándose como un niño con claros indicios futuros de psicopatía. Es hermético, poco empático con la familia y tortura animales. Solo siente afinidad por las arañas y, en concreto, por las viudas negras. Definitivamente, estamos ante algo más que un simple monstruo extradimensional. Su vínculo con Once es clave.
Once, de vuelta a los laboratorios del Dr. Martin Brenner
Si los traumas psicológicos son el principal hilo conductor de Stranger Things 4, es imprescindible hablar de Once. Su vida dista mucho de poder alcanzar la estabilidad. En un intento por recuperar sus poderes, la joven cae en una trampa: es devuelta a la boca del lobo, es decir, a los laboratorios experimentales del doctor Brenner.
No solo la veremos una vez más sometida a las pruebas del despiadado científico al que llama “papá”. Once debe hacer frente a los vestigios de unas imágenes violentas alojadas en su mente desde su infancia. Se trata del brutal asesinato de todos sus compañeros de laboratorio. Un acto del que, aparentemente, ella fue responsable.
En esta ocasión, somos testigos, una vez más, de las experiencias del proyecto NINA. Sin embargo, no podemos olvidar que este tipo de experimentos tuvieron un origen real. La CIA inició en 1950 el conocido como proyecto MKUltra con el objetivo de investigar posibles técnicas de control mental con las que tener una ventaja contra Rusia en la Guerra Fría.
Estos programas secretos utilizaron a decenas de estadounidenses sin su permiso. Mediante el LSD, intentaron profundizar en la telepatía, la visualización remota, la telequinesis, etc. Se procedió a su cierre, presuntamente, en 1977.
Stranger Things 4 y la lucha continuada contra los monstruos
Stranger Things 4 se nos presenta en esta ocasión dividida en dos partes. Netflix ha querido innovar un poco y ha decidido alargar la tensión y dejar unas semanas de espera hasta que podamos ver su resolución. En el volumen 1 la narrativa psicológica es más angustiante que nunca.
La mentalidad de los individuos traumatizados flota en el ambiente con los mismos tonos escarlata que dominan en mundo del otro lado. Les acompañan muchos demonios que deben ser vencidos. Sin embargo, la vieja magia de esta producción persiste en esos personajes siempre adorables, como el ídolo caído de la escuela secundaria, Steve, y el siempre fantástico Dustin (Gaten Matarazzo).
Esperemos que en el volumen 2 triunfe una vez más esa amistad y ese amor que cura cicatrices y que convierte a un grupo de adolescentes en familia. Esa será, sin duda, su aventura definitiva.