Sufrir estrés puede provocar pérdidas de memoria

Sufrir estrés puede provocar pérdidas de memoria
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 14 septiembre, 2023

El estrés es uno de los males de nuestro tiempo. Muchas personas lidian con él por culpa de un trabajo en el que sufren mucha presión. Sin embargo, a pesar de todos lo métodos que podemos poner en práctica para erradicarlo, en sus grados más elevados puede provocar pérdidas de memoria de manera importante.

Existen dos tipos de estrés que pueden dar lugar a pérdidas de memoria: el agudo y el crónico. ¿Por qué sucede esto? Porque el estrés tiene un impacto importante sobre la memoria. Esto afecta tanto a la generación de nuevos recuerdos, como a su conservación y recuperación.

Por otro lado, no olvidemos que el estrés, como todo diablo, bien gestionado puede tener su parte positiva. De hecho, así lo afirma la Ley de Yerkes-Dodson. Esta ley explica que en sus niveles adecuados el estrés puede mejorar la memoria y el rendimiento intelectual. Esto describe uno de los efectos más curiosos en psicología, el de “la U invertida”. Si respondemos a las demandas del entorno con un estrés moderado nuestro rendimiento mejora y las pérdidas de memoria disminuyen.

U invertida de Yerkes Dodson

 

Los efectos del estrés en la memoria son diferentes y dependen de si el estrés es agudo o es crónico.

Pero, ¿qué ocurre con el estrés agudo y crónico del que hablamos previamente? ¿Son válidas estas afirmaciones tan positivas? Todo depende de la situación y del tipo de estrés con el que estemos lidiando. A continuación veremos cómo podemos encajar todo esto en un rompecabezas que entendamos.

El estrés agudo y las pérdidas de memoria

¿Qué entendemos por estrés agudo? Aquel que se sufre de forma temporal e intensa. Por este motivo, este tipo de estrés también es conocido como transitorio. Tiene un tiempo limitado. No se va a prolongar más de lo necesario, de otra fomra moriríamos.

Pensemos, por ejemplo, que estamos en el trabajo y nos llega un proyecto urgente que no puede esperar. Puede que nos estresemos, debido a la cantidad de trabajo que tenemos. Pero una vez nos pongamos a ello y lo finalicemos el estrés desaparecerá.

Una de las características de este tipo de estrés es la conocida como “visión en túnel“. Es decir, nuestra atención se centra en unos determinados estímulos que están potenciando nuestro malestar. No somos capaces de ver con perspectiva la situación, por lo que el estrés se acentúa. No obstante este tipo de “visión” es transitoria.

chica con mecanismo de cuerda a la espalda

La “visión en túnel” no es tan negativa como podemos creer, ya que facilita la consolidación de algunos recuerdos que están en nuestra memoria. De hecho, según la Ley de Yerkes-Dodson este tipo de estrés puede mejorar la creación de recuerdos nuevos, siempre que la tensión no alcance niveles muy muy altos. En este sentido, hay muchos alumnos especialistas en sacarle partido a este efecto, ya que en los últimos días antes de un examen son capaces de retener una gran cantidad de información.

El estrés agudo o transitorio solo afecta a los recuerdos que ya están en la memoria, ya que no tiene ningún impacto sobre aquellos que se crean nuevos.

Pero, cuando estos momentos altos de estrés se vuelven muy frecuentes o muy intensos la memoria pasa de verse beneficiada a verse perjudicada. Especialmente en la formación de nuevos recuerdos y en la consolidación de los antiguos.

El estrés crónico, el más perjudicial

El estrés crónico provoca importantes cambios en la memoria e incluso puede ocasionar daños “crónicos” en el cerebro. En el caso anterior, el estrés podíamos considerarlo algo puntual. Pero, ¿y si este estado se mantuviese? Por ejemplo, si el estrés laboral nos impide dormir bien, si aún estando en nuestra casa o en una fiesta no podemos disfrutar… Entonces es posible que estemos sufriendo estrés crónico.

Cuando padecemos estrés agudo, sentimos un estado de ansiedad muy fuerte que termina desapareciendo. Es decir, tras ese estado vuelve la calma; más o menos, pero nos relajamos. Esto no sucede con el estrés crónico. En este caso se producen crisis inesperadas, dolores de cabeza y otros síntomas que pueden afectar a nuestro cuerpo. El nivel de estrés no es tan intenso, pero a cambio la relajación no existe.

mujer suspendida en un columpio

Este tipo de estrés puede tener consecuencias muy importantes. Puede derivar en depresión, aislamiento social, incapacidad para disfrutar… El trabajo, si hablamos de un estrés laboral crónico, se convierte en algo similar a una sala de tortura. Tenemos la sensación de no poder crecer en este entorno, nos sentimos estancados y, al mismo tiempo, sufrimos pérdidas de memoria muy severas.

El estrés crónico aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.

Aunque el estrés agudo pueda ser positivo en algunas ocasiones, pues puede activarnos, mejorar nuestro rendimiento y hacer que seamos mucho más eficaces, es importante tener en cuenta las pérdidas de memoria que se pueden producir.

Asimismo, es importante saber diferenciar entre el estrés agudo y el crónico, ya que este último necesita toda nuestra atención: sus efectos son mucho más disimulados a corto plazo, pero más importantes a lago plazo. Si se prolonga en el tiempo no solo nos puede conducir a una depresión y un malestar constantes, sino también a una posible demencia cuando a edades avanzadas.

En este tipo de estrés las pérdidas de memoria son mucho más graves, más acentuadas y con peores consecuencias. Por eso, intentemos minimizar el estrés que sufrimos cada día. Procuremos que este sea moderado y al mismo tiempo hacer un trabajo para adquirir herramientas que nos ayuden a mantenerlo alejado. Sí, es verdad, muchas veces nos enfrentamos a situaciones “naturalmente” estresantes, pero no es menos cierto que podemos automatizar ciertos procedimientos, como la relajación, para que esta consecuencia “natural” no se produzca o nos permita tiempos de descanso.

mujer caminando en una montaña

Imágenes cortesía de Ottokim


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