Técnicas de supervivencia para situaciones difíciles en terapia
Cuando hay que responder ante situaciones difíciles e imprevistas que ponen en entredicho la viabilidad de la terapia es aconsejable emplear pequeñas técnicas que nos ayuden a mantener nuestra posición como terapeutas. Estas técnicas fueron llamadas por José Navarro Góngora como “técnicas de supervivencia”.
De esta manera, las técnicas de superviviencia son pequeñas estrategias que nos permiten mantener el control de la sesión cuando la relación terapéutica, la estructuración de la entrevista o nuestro margen de maniobra está en peligro.
La utilización de estas técnicas por parte del terapeuta o del psicólogo no quiere decir que la terapia en cierto momento se le haya ido de las manos. Más bien todo lo contrario, ha dado con el botón del cambio del paciente que tiene delante y con su resistencia al mismo.
Grandes miedos cuestionan los pasos más pequeños
Como psicólogos debemos de tener muy en cuenta que los cambios con frecuencia producen miedo; incluso en muchas ocasiones son grandes miedos los que cuestionan hasta los pasos más pequeños. Piensa que muchas personas ven el cambio como algo disruptivo, algo que les saca de su zona de confort y produce incertidumbre.
La resistencia al cambio es tan común en todos nosotros como el respirar. La inercia de que todo se quede como está, aunque duela, es una de las fuerzas más poderosas ante la incertidumbre de lo que con el cambio pueda llegar.
Por tanto, la resistencia al cambio debe de ser reconocida, asumida y trabajada en todo proceso terapéutico. Pero reconocerla no significa tratarla como algo negativo y por tanto buscar su eliminación, se puede tratar como una forma que utiliza el individuo para protegerse y trabajar con ella para que busque alimentar el bienestar del propio cambio planteado en la terapia.
La propia resistencia tiene energía y plantea un curso de acción que puede aprovecharse en beneficio del propio cambio. Por eso la resistencia es una guía del cambio en sí misma, ya que identificarla ayuda a conocer las necesidades y los miedos del propio paciente, a que se sienta comprendido y así pueda optar por el cambio como producto de una decisión personal.
Con la resistencia sabemos qué es lo que necesita el paciente y, una vez que conoces el camino, es más fácil que puedas echare una mano para que llegue a la meta.
Situaciones difíciles en terapia y técnicas de supervivencia
Las técnicas de supervivencia nos ayudan a trabajar dentro de las resistencias, sin perder la validez como terapeutas en cuanto las situaciones suponen grandes retos. Algunas situaciones difíciles que pueden darse en la terapia son las siguientes:
Si en algún momento de la sesión, el paciente critica al psicólogo o terapeuta, se está produciendo una amenaza en la relación terapéutica. Es muy normal que los pacientes expresen desacuerdo o censura ante nuestra forma de hacer las cosas, por ello hay que evitar ponerse a la defensiva.
La mejor manera de actuar ante estas situaciones es simple, se trata de recoger la crítica, tratar de entender la postura del paciente, validarla, y solo en un segundo momento darle una respuesta:
- Paciente: Es que no entiendo muy bien para que me recomiendas hacer esta tarea. Me parece una tontería. No sé cómo me puede ayudar eso.
- Terapeuta: Entiendo que no ves para qué puede servirte, que no entiendes su función. Creo que entonces no me he explicado bien y, por tanto, entiendo que no comprendas la tarea. Si te parece, te explico cuál es la lógica de lo que te estoy pidiendo.
Profundizando en el ejemplo
La situación puede ser más difícil, con obstáculos más grandes, si la crítica del paciente se expresa en forma de descalificación personal hacia el terapeuta:
- Paciente: No sé, todo esto no me convence, ¿tú que edad tienes?
- Terapeuta: Tengo 30 años.
- P: ¿Y no eres demasiado joven para ayudarme?
- T: Pues espero que no. Al menos mi edad no ha sido un impedimento en ninguno de los casos que he llevado hasta ahora.
- P: Ya, pero no creo que tu experiencia sea suficiente para mi caso. Llevo 25 años siendo alcohólico, con todo lo que eso conlleva. Es decir, tú nunca has tenido un delirio ni has sufrido lo que yo he sufrido.
- T: No, realmente yo no he tenido ese problema.
- P: ¿Entonces cómo vas a poder ayudarme?
- T: Es una pregunta muy buena. Te contesto si quieres: yo entiendo que mi ayuda no consiste en pasar por lo mismo que tú, sino por el contrario ver las cosas desde fuera, desde otra perspectiva. Ver qué es lo que quieres conseguir viniendo aquí y, si puedo, ayudarte a que las vayas consiguiendo tú mismo.
- P: Sí, eso es algo muy bonito. Es la típica gilipollez del psicólogo listillo.
- T: Un momento, Antonio. Lamento que no te convenza lo que te digo. Si lo prefieres podemos dejar la entrevista aquí, porque tal vez te sea más útil trabajar con otra persona. Pero si quieres seguir adelante, no estoy dispuesta a que me faltes el respeto.
- P: Lo siento, lo de gilipollez era una forma de hablar. Pero de verdad, no sé cómo vas a poder ayudarme.
- T: Ahora mismo yo tampoco, hasta que no me cuentes y vea cómo están las cosas y qué quieres conseguir aquí. Tampoco quiero que te encuentres a disgusto aquí. Podemos ver cómo nos va la próxima hora de entrevista y decidimos entonces. ¿Estás de acuerdo?
- P: De acuerdo, hagámoslo así.
La técnica de supervivencia más poderosa: la metacomunicación
Como has podido observar en los ejemplos anteriores, y en muchos más que pueden surgir, las técnicas de supervivencia no requieren de grandes habilidades pero sí de grandes dosis de claridad y asertividad, acompañadas de un tono amable y a ser posible cordial.
Además, se puede emplear una de las estrategias más poderosas, la metacomunicación. Consiste en comunicar algo sobre la propia comunicación, es decir, en poner en palabras y hacer patente algo que se está diciendo o que está presente pero no de manera directa. Ese algo puede ser un contenido que no se ha explicado bien, pero también puede tener que ver con el tono o los ejemplos utilizados.
Un ejemplo de metacomunicación sería: “Por lo que dices veo que no tienes muy claro por qué estoy haciendo todas estas preguntas. Además, parece que te sientes algo incómodo. Permíteme que terminemos con este tema, y luego, si quieres, te lo explico”. En este caso, el terapeuta percibe una incomodidad en el paciente que está presente y que le impide centrarse en el tema que están abordando en ese momento.
Es decir, para ser un buen psicólogo utilizando las estrategias de supervivencia, solo hace falta tener grandes dosis de empatía y no culpabilizarse de la resistencia al cambio del propio paciente. Por ello, a grandes males, remedios pequeños.
Bibliografía para profesionales:
Navarro Góngora, José (1994): Avances en Terapia Familiar. Barcelona: Paidós.
Beyebach, Mark (2006): 24 ideas para una psicoterapia breve. Barcelona: Herder.