La terapia cognitiva conductual mejorada (TCC-E): ¿a quién va dirigida?
Empezaremos este artículo con una pregunta: ¿cuál crees que es el trastorno psicológico que más muertes ocasiona al año? Es posible que las primeras respuestas que te vengan a la mente sean la depresión o la esquizofrenia. Sin embargo, los datos estadísticos nos dicen que el trastorno de la conducta alimentaria (TCA) es la condición mental que mayor mortalidad presenta.
El tema es serio y más teniendo en cuenta que a raíz de la pandemia el número de ingresos por este problema ha aumentado en un 20 %. Asimismo, los casos ya diagnosticados se han intensificado de forma notable. Por otro lado, -y por si no fuera bastante-, las cifras despuntan cada vez más entre los preadolescentes y, según la OMS, esta es una de las áreas en salud mental peor atendidas.
Estamos ante una urgencia sanitaria en la que necesitamos sin duda más medios y más profesionales para atender esta realidad. Porque hay estrategias y medios altamente efectivos para atender a quienes lidian con anorexia nerviosa, bulimia, trastorno por atracón, etc. De hecho, la terapia cognitiva-conductual mejorada (TCC-E) es uno de los enfoques más efectivos en estos casos. Profundizamos en ella.
La sociedad inocula en los jóvenes la idea de que sus cuerpos son incorrectos. Ese rechazo a la propia imagen les aboca hacia conductas autolesivas y una mala relación con la alimentación.
Terapia cognitiva conductual mejorada: ¿cuál es su objetivo?
Un niño no llega al mundo odiando su esquema corporal; hay toda una arquitectura social que orquesta en ese progresivo rechazo hacia su imagen. En esta sociedad que diferencia entre “cuerpos normativos y no normativos”, es muy fácil caer en la trampa. En esa que nos dice que la delgadez es hermosa, que con unos kilos menos se logra el éxito, la felicidad y miles de likes.
Esa narrativa perniciosa instalada en las redes sociales, el cine y la publicidad hace que los jóvenes vean su autoestima minada. Así, en ese intento por lograr el cuerpo ideal, desechando el real, inician todo un periplo de conductas dañinas. Estas pueden ir desde medir las calorías que ingieren, consumir laxantes, vómitos autoinducidos, autolesiones, atracones, desarrollar personalidades altamente perfeccionistas, etc. La autodestrucción a la que se llegan es inmensa.
La terapia cognitiva conductual mejorada (TCC-E) es un tratamiento individualizado para las personas con trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Este enfoque es, ahora mismo, el que más efectividad presenta y el recurso mejor estructurado para atender a cualquier paciente.
Así, en un trabajo de investigación llevado a cabo entre varias universidades, se indica que con la TCC-E se obtienen mejores resultados que con la terapia cognitiva-conductual más clásica.
Historia y metas propuestas
La terapia cognitiva-conductual mejorada (TCC-E) es un tratamiento psicológico “transdiagnóstico”, es decir, sirve para todos los tipos de trastornos de la conducta alimentaria. Fue el doctor Christopher Fairburn quien, en el 2008, publicó una guía completa para la práctica de esta terapia.
Al principio, se desarrolló una estrategia orientada únicamente para los adultos que estaban ingresados en hospitales. Visto que los resultados eran altamente positivos, se dio un paso más. Se desarrolló también una guía para pacientes ambulatorios (no hospitalizados) y para la población infantojuvenil.
El objetivo de este tratamiento es abordar los síntomas centrales del trastorno alimentario, como son los pensamientos distorsionados sobre el esquema corporal, el peso o el perfeccionismo. Poco a poco, se orienta a la persona hacia conductas más saludables
La terapia cognitiva-conductual mejorada no es un tratamiento de “talla única”. Es decir, el terapeuta diseña un abordaje único para cada persona, partiendo del problema alimentario, y de los otros problemas psicológicos que pueda evidenciar.
¿Cómo funciona el tratamiento?
El tratamiento está altamente individualizado. En todos los casos se inicia con una entrevista y evaluación inicial con la que identificar el cuadro clínico del paciente. A continuación, se pone en marcha la terapia, que consiste, de media, en veinte sesiones de tratamiento de 50 minutos a lo largo de 20 semanas.
En el caso de que la persona evidencie una situación más extrema (un peso corporal muy bajo) el tratamiento será más prolongado, pudiendo llegar a las 40 semanas.
Por otro lado, hay un dato interesante que cabe destacar es que esta terapia no se impone. Uno de los propósitos es conseguir que la persona decida por sí misma seguir el tratamiento no solo para recuperar peso, sino para lograr el control de su propia vida.
El objetivo del tratamiento es la recuperación, abordando todos los aspectos que refuerzan y dan forma al trastorno alimentario. Es decir, se busca conseguir que la persona recupere un índice de masa corporal (IMC) normal y que sus emociones, sus pensamientos y sus conductas sean más saludables.
Terapia de conversación centrada en objetivos
El objetivo del profesional en este tipo de terapia es lograr que el paciente entienda cómo sus pensamientos condicionan la manera en que se siente y, por tanto, en su conducta. El joven debe darse cuenta de cómo su enfoque mental refuerza ideas del todo distorsionadas, creencias y esquemas que le impulsan hacia conductas desordenadas y dañinas.
Estamos ante una relación psicoterapéutica basada en la conversación y centrada en logros progresivos. Por ello, el psicólogo establece qué metas debe lograr su paciente cada semana.
Esto implica que la persona que lidia con bulimia, anorexia o trastorno por atracón, debe llevar su diario para hacer un registro de su alimentación, sus pensamientos y emociones sentidas a lo largo de ese tiempo entre sesión y sesión.
Un modelo basado en cuatro etapas
La terapia cognitiva-conductual mejorada destaca por su estructuración y por los objetivos que deben lograrse en cada paso. Hay cuatro etapas, estando las dos primeras centradas en el momento presente y las dos últimas en el futuro. Esto tiene una explicación. En las fases previas el trabajo se focaliza de forma intensa en esos procesos que refuerzan el trastorno alimentario.
La meta en esas dos primeras etapas es mejorar tanto los pensamientos y estados de ánimo del día a día; como la propia alimentación. Así, en los pasos tres y cuatro, la estrategia terapéutica se centra en el futuro y en mantener ese estilo de vida saludable y, sobre todo, en cómo hacer frente a los contratiempos que puedan aparecer. Evitar las recaídas es otro propósito central en esta terapia.
La necesidad de más medios y recursos para los TCA
La terapia cognitiva-conductual mejorada es el tratamiento de primera línea en los trastornos de alimentación. Como bien hemos señalado, las tasas de éxito son altas, pero siempre hay casos puntuales que son más resistentes. En esas situaciones se opta casi siempre por programas de tratamiento en residencias especializadas.
Sea como sea, hay un aspecto esencial y es la necesidad de poner más medios y recursos para que estos tratamientos lleguen a quienes los necesiten. Tampoco podemos pasar por alto la importancia de educar a nuestros jóvenes en autoestima, aceptación del propio esquema corporal y en ese pensamiento crítico que no se deja llevar por la tiranía de la belleza que vende nuestra sociedad.
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