4 claves de la terapia Gestalt para tratar la depresión
Tratar la depresión con la terapia Gestalt es una estrategia tan útil como interesante. Nos permite, por ejemplo, reajustarnos a nuestra realidad de un modo más creativo, resolviendo bloqueos emocionales para relacionarnos con nosotros mismos y todo lo que nos envuelve de una forma más válida y más segura.
Estamos ante un tipo de enfoque que, todo hay que decirlo, aún está encontrando su lugar en el mundo de la clínica. Sin embargo, su efectividad es evidente, y vale la pena profundizar un poco más en esta corriente de la psicología. Por ejemplo, el punto central que la define es la idea de que las personas estamos siempre en continua transformación.
“Sé como tú eres, de manera que puedas ver quién eres y cómo eres. Deja por unos momentos lo que debes hacer y descubre lo que realmente haces”.
-Fritz Perls-
Así, y en esa mutación constante es común que surjan conflictos, desajustes y tensiones. En esa interacción continua entre nuestro organismo y lo que nos envuelve hay a menudo piezas que no encajan y que rompen ese equilibrio entre uno mismo y el “todo” que nos envuelve.
La depresión es sin duda uno de los problemas (o desequilibrios) más habituales. Es más, según la psicoterapia Gestalt los trastornos depresivos acontecen cuando hay un bloqueo, cuando nuestra realidad deja de tener armonía y perdemos incluso la capacidad de conectar con nosotros mismos y nuestras necesidades.
Queda claro, no obstante, que cada enfoque psicológico y cada escuela terapéutica tiene su estrategia particular para abordar esta enfermedad; sin embargo, cabe decir que la terapia Gestalt resulta muy efectiva para trabajar esos bloqueos citados y favorecer a su vez nuestra autorrealización. Veamos 4 claves para entender un poco mejor su línea de trabajo.
1. Técnicas expresivas de la Gestalt para tratar la depresión
Con las técnicas expresivas de la Terapia Gestalt se busca algo muy concreto: sacar al exterior nuestras tensiones internas, canalizar esa energía que genera el nudo de nuestros conflictos y definir poco a poco y en voz alta la raíz de nuestros problemas.
- No podemos olvidar que según este enfoque la depresión es para el ser humano una experiencia adversa que nos arrincona y que nos aísla. Estamos tan centrados en nosotros mismos que lo único que hacemos es acumular energía negativa. Alimentarnos en exclusiva de ese torrente de sensaciones y pensamientos tan adversos nos fragmenta aún más…
Es necesario por tanto expresar lo que hay en nuestro interior, tomar contacto con nuestras emociones y dejarlas ir, permitir que emerjan a la luz.
2. Técnicas supresivas
Para tratar la depresión, según la terapia Gestalt resulta de gran utilidad conseguir que el paciente aplique un enfoque “supresor”. Ahora bien, ¿qué entendemos por técnica supresiva? Tal y como la propia palabra indica, vamos a eliminar algo, algo que rompe esa armonía con el todo que nos envuelve y que a su vez bloquea esa unión saludable con nuestro ser interno.
- Debemos por tanto “suprimir”, controlar y gestionar todos aquellos pensamientos y dinámicas que nos alejen del momento presente, del aquí y ahora.
- En lugar de sumirnos en un torrente infértil de preocupaciones que no nos llevan a ningún sitio, debemos permitirnos “vivenciar” el momento, sentir cada segundo de forma abierta y receptiva.
- Hay que eliminar también de nuestro discurso interno los “debería”, los “puede qué”, los “tal vez”, los “es posible qué”… Todo ello nos aleja también del aquí y ahora.
3. Técnicas integrativas
Para la Gestalt, la experiencia depresiva supone una desfragmentación personal. Nuestra realidad se halla descompuesta y nosotros mismos desconectados a su vez de nuestras necesidades internas y de ese contexto que nos envuelve donde, de pronto, no nos sentimos identificados. La terapia Gestalt busca favorecer esa integración entre nuestro organismo y el entorno, ese equilibrio ahora perdido. Las técnicas integrativas tienen ese fin y lo trabajan mediante dos estrategias:
- El encuentro intrapersonal. Ahí donde favorecer un diálogo hábil y efectivo. Un intercambio donde tomar conciencia de ciertos elementos y circunstancias. Por ejemplo: “pienso que no valgo para nada”⇔ ¿qué hechos concretos me hacen llegar a esta conclusión?
- Asimilación de proyecciones. Por ejemplo “pienso que todos mis compañeros de trabajo me odian” ⇔ proyección ⇔ Ponte ahora en el lugar de todos tus compañeros de trabajo e imagínate que eres todos ellos. ¿Qué razones concretas y lógicas tienen para odiarte?
Asimismo, cabe decir que este proceso entre el terapeuta y el paciente logra excelentes resultados siempre que acontezca el “awereness”. Es decir, ese paso por el que la persona “se da cuenta”, toma conciencia de lo que piensa, siente y ocurre en su interior.
4. El ajuste creativo
El trabajo terapéutico de la Gestalt no solo busca liberarnos de nuestros bloqueos o resolver asuntos pendientes que a veces también rompen el equilibrio con esa totalidad que nos conforma. Lo que intentará conseguir el terapeuta de nosotros es que con la terapia terminemos siendo personas más libres, más creativas a la hora de resolver nuestros problemas cotidianos.
Por tanto, no es suficiente con sanar, con superar una depresión. Hay que aprender de ese proceso mediante un ajuste creativo, sacando algo nuevo de ello, un impulso potenciador donde adquirir nuevos recursos y capacidades para crear un presente más rico, más favorecedor, y por supuesto, feliz.
Tal y como dijo Fritz Perls, el ajuste creativo es un impulso transformador. Un impulso que nos permite seguir adelante, sintiéndonos renovados, más fuertes y también más hábiles. De este modo, y para concluir, no podemos olvidar que en ese camino por recobrar nuestra homeostasis interna y esa sintonía perfecta con lo que nos envuelve también es necesario integrar nuevas habilidades para fluir en el viaje de la vida con mayor solvencia.