Tienes derecho a quejarte y a responder ante lo que duele

Si algo te disgusta, te indigna o te duele, quéjate y, después, actúa. La queja saludable es aquella que sirve como mecanismo de desahogo emocional y que precede a una respuesta, a un cambio con el que afrontar lo que hace daño o quita la calma.
Tienes derecho a quejarte y a responder ante lo que duele
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Tienes derecho a quejarte cuando algo no te agrada, cuando algo te duele o difiere con tus valores y principios. La queja no es sinónimo de enfermedad, de problema de comportamiento o emotividad. Es la capacidad del ser humano para expresar su aflicción o contrariedad en un momento dado ante los hechos que ve y que le rodean; es ser capaz de decir en voz alta aquello que nos genera disgusto o inconformidad.

La expresión emocional tiene muchas formas y esta es una de ellas. Lo único, es que, por término medio, las personas no solemos ver con buenos ojos al que hace uso del lenguaje de la queja. De algún modo, hemos asociado este comportamiento a quien opta por lamentarse de las cosas en lugar de atreverse a cambiarlas, cuando, en realidad, no siempre es así.

Hemos de entender algo: en el universo del comportamiento humano la diversidad es inmensa y no podemos etiquetar a la ligera a quien, en un momento dado, nos llega con sus quejas. A veces, lo necesitamos. Hay momentos en que es necesario dejar fuera lo que está dentro, liberar la indignación, la contrariedad e incluso el sufrimiento que genera la propia vida.

Sabemos que la queja no es la solución a los problemas que trae el destino, pero, en ocasiones, puede ser el primer paso para el cambio, aquel que finalmente se atreve a transformar su realidad. Es necesario saber gestionar estas situaciones.

Hombre pensando en que tienes derecho a quejarte

Si te duele o te enfada, tienes derecho a quejarte (y la obligación de actuar)

La queja por sí misma rara vez resuelve algo, pero, aun así, como suele decirse, nos desahogamos. Sin embargo, con este acto hacemos mucho más que liberar emociones y lamentos. Pensemos en ello, en nuestra sociedad disponemos de mecanismos legales para comunicar nuestras quejas al sector del consumo cuando adquirimos algo de lo que no estamos satisfechos. Protestamos también por malos servicios recibidos, por situaciones en las que se vulneran nuestros derechos.

Formalizar este tipo de comunicaciones a los organismos pertinentes forma parte de nuestro día a día. Sin embargo, cuando alguien cercano nos llega para quejarse de la mala relación con su jefe o compañeros de trabajo, a menudo lo vemos con malos ojos. Porque cargan sobre nosotros sus problemas, sus emociones negativas en lugar de resolver esa situación por sí mismos y no dejar sobre hombros ajenos el mal humor y la frustración.

Se nos olvida un aspecto y es que, en realidad, la queja es un mecanismo psicológico útil. Genera alivio, exteriorizamos emociones y pensamientos negativos y nos movilizamos para la acción. Por tanto, a veces buscamos a una persona de nuestro círculo para que nos escuche, valide nuestros sentimientos y así sentirnos un poco más reforzados para actuar ante aquello que nos molesta.

Tienes derecho a quejarte: recuerda que la queja útil es aquella que nos lleva a la acción

Tienes derecho a quejarte y la obligación de actuar. Porque más allá de lo que te hayan podido decir, la queja es útil siempre y cuando nos sirva como propulsor hacia la acción, como recurso para liberar emociones y clarificar qué acciones vamos a tomar. Un ejemplo, don Santiago Ramón y Cajal solía decir que, a menudo, nuestras células cerebrales solo se encienden y desperezan bajo el látigo de las emociones más complicadas y desconsoladoras.

Es decir, dimensiones como esa frustración, esa rabia o ese dolor que se acompaña a las quejas, pueden servir a menudo como impulsores para que pensemos en actuaciones para resolver el problema. Por contra, y como bien sabemos, hay quien se deja “contaminar”, quien queda atrapado por esas emociones negativas y se limita a retroalimentar las quejas una y otra vez, hasta derivar en una espiral sin salida.

Es entonces cuando el cerebro queda cautivo del lamento, ese que no se ve salida alguna ni busca solución al problema. Esos mismos esquemas de pensamiento se alimentan una y otra vez y es fácil que acaben germinando las bases de un trastorno depresivo. Es algo que debemos tener en cuenta.

Mujer triste

Quejas somáticas, lo que no dices lo sufre tu cuerpo

Este dato es curioso y vale la pena tenerlo en cuenta. En un estudio llevado a cabo en la Universidad de Valencia, los doctores Ordóñez y Maganto descubrieron que muchos niños de primaria padecen cefaleas, problemas digestivos, alteraciones del sueño… Muchas de estas alteraciones encajan en lo que conocemos como quejas somáticas.

Son efecto de situaciones adversas que viven a diario y que los niños no saben expresar. Esas emociones contenidas, esa incapacidad para hablar de lo que les molesta, duele o preocupa se acaba interiorizando hasta derivar en estos problemas psicofísicos. Por tanto, es importante que consideremos un detalle.

Tienes derecho a quejarte y a comunicar en voz alta lo que te indigna, lo que te duele que hagan otros, lo que no estás dispuesto a soportar. Muchas veces, y ya desde nuestra infancia, aprendemos a callar lo que nos ofende y algo así pasa una triste factura. La clave, por tanto, se halla en hacer uso de esa queja asertiva que es capaz de clarificar lo que molesta, duele e indigna para después, actuar y poner medios y esfuerzos para cambiar esa situación.

Dicha tarea no es fácil y es por ello por lo que tantos se quedan en el eterno lamento sin saber qué hacer, sin atreverse a actuar. Tengámoslo en cuenta, pongamos medios y estrategias para pasar del desahogo a la acción.


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  • A. Ordóñez (2015) Quejas somáticas, conciencia emocional e inadaptación en población escolar. Anales de Pediatría Volumen 82, May 2015, Pages 308-315

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