Titanic, 20 años de una aclamada historia de amor

Titanic, 20 años de una aclamada historia de amor
Leah Padalino

Escrito y verificado por la crítica de cine Leah Padalino.

Última actualización: 15 noviembre, 2022

Titanic es una de las películas más conocidas y taquilleras de todos los tiempos. Su éxito fue tan grande que se convirtió en una especie de epidemia, todos competían por ver quién era el que más veces había acudido al cine a verla.

Se estrenó en noviembre de 1997, pero llegó a España en enero de 1998 y se reestrenó en 3D en 2012, como conmemoración del centenario del hundimiento del famoso barco. Han pasado 20 años desde la primera vez que la vimos, sin embargo, sigue muy viva, Titanic es todo un icono del cine contemporáneo.

La historia del Titanic ha sido mediática desde su nacimiento, pues se trataba del buque más lujoso de su época y el mayor trasatlántico del momento. Sin embargo, su vida fue breve y se hundió en su viaje inaugural; hundimiento que causó la muerte de 1514 personas de un total de 2223. Una auténtica tragedia en las gélidas aguas del Atlántico.

Su historia ha estado envuelta en el misterio, en las premoniciones y en la polémica. La escasez de botes y la gestión de la compañía White Star Line fueron duramente criticadas. Además, la mayoría de las víctimas fueron pasajeros de tercera clase, una trágica muestra de las desigualdades sociales de la época. Por ello, no es de extrañar que haya inspirado numerosas películas, la primera, Saved from the Titanic, apareció en 1912, poco después de su hundimiento; aunque la más conocida es, sin duda, la de Cameron.

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La película de Cameron, además de batir récords en recaudación, contó con un presupuesto nunca visto, que nos dejó escenas realmente conmovedoras y trágicas gracias a los efectos especiales. Más allá de la historia de Jack y Rose, Cameron también rescató a algunos personajes reales que estuvieron en el Titanic como: Molly Brown, Thomas Andrews, Benjamin Guggenheim o el Capitán Smith, entre otros.

La tragedia, la historia de amor, los efectos especiales, los decorados, el vestuario y la inconfundible My heart will go on hicieron que la película se alzase con 11 premios Óscar. Cameron nos invitó a soñar, a revivir una tragedia y una época cargada de desigualdades sociales; nos transmitió su fascinación por el Titanic. Fascinación que se ha visto reflejada también en las numerosas visitas que recibe Titanic the exhibition, una exposición itinerante sobre el buque.

“Llamaban al Titanic el buque de los sueños… y lo era, realmente, lo era”.

-Rose, Titanic-

Titanic, la historia de Jack y Rose

Sin duda, además del hundimiento y la tragedia, lo más notable de la película es la historia de amor que surge entre Jack y Rose, dos jóvenes que vienen de mundos muy distintos, pero que parecen complementarse a la perfección. Su historia nos presenta un amor muy idealizado, que comienza con un flechazo, avanza velozmente y termina de la forma más trágica posible.

El amor ha existido siempre, está por todas partes, pero resulta muy difícil definirlo. Los filósofos griegos lanzaron algunas teorías sobre el amor, la psicología también lo ha abordado y el cine y la literatura no se han quedado atrás. El amor es algo que escapa a la racionalidad y que nuestra dificultad para entenderlo y ajustarlo a un modelo nos lleva a plantear infinidad de teorías.

“El corazón de una mujer es un profundo océano de secretos”.

-Rose, Titanic-

Por ejemplo, en El Banquete de Platón se narra un mito que encaja con esa constante búsqueda de la media naranja, del alma gemela. Este mito nos explica que, en origen, los primeros seres poseían una forma redondeada, con 4 brazos, 4 piernas y 2 caras. Posteriormente, quedarían divididos por la mitad, dando lugar al ser humano, así, explicaban por qué, en nuestro caminar por la vida, buscamos constantemente a nuestra otra mitad.

El amor ha sido visto como una energía o una fuente de inspiración inagotable capaz de mover el mundo y que está en todo lo que nos rodea. Encontrar esa mitad que nos falta nos aportaría equilibrio, pero al tratarse de una búsqueda tan espiritual y casi divina, es frecuente que la muerte aparezca en escena; algo así es lo que ocurre en Romeo y Julieta. En la conocida obra de Shakespeare, los jóvenes amantes deben enfrentarse a una barrera social, igual que ocurre en Titanic.

Jack y Kate mirándose a los ojos

En psicología, destaca la figura de Stenberg, que plantea la Teoría triangular del amor. En ella, explica que, para que un amor sea de verdad, tres dimensiones -pasión, intimidad y compromiso- tienen que estar desarrolladas. Podemos identificar sin mucho esfuerzo estas tres dimensiones en los protagonistas de Titanic, pues ya desde el principio vemos un deseo por conocer a la otra persona, por saber quién es, a qué se dedica… En definitiva, por conectar de una forma íntima. También vemos una fuerte pasión entre ellos, como si una fuerza incontrolable les llevara a estar juntos; y, por supuesto, aparece el compromiso, no olvidemos la famosa frase “si tú saltas, yo salto”.

La historia de amor de Titanic es tan mágica y tan fascinante que desemboca en un amor imposible, que presenta muchos de los signos de idealización con los que identificamos al amor romántico. Posee todos los componentes de la idealización: flechazo, pasión irrefrenable, obstáculos, diferencias sociales y, por supuesto, tragedia. Una idealización que, por otro lado, ha alimentado nuestra imaginación desde la Antigüedad, y nos plantea un amor divino e inalcanzable al que solo podríamos acceder tras la muerte, cuando el alma escape de la cárcel corpórea, tal y como vemos en Romeo y Julieta.

Titanic y las clases sociales

“Recuerda, aman el dinero; finge tener una mina y entrarás en el club”.

-Molly Brown, Titanic-

Como decíamos, Jack y Rose pertenecen a dos mundos distintos: Jack, es un pasajero de tercera clase, de naturaleza soñadora, que llega al Titanic por pura suerte (o desgracia), pues obtiene su billete en una partida de póquer. Rose, por el contrario, es una joven de primera clase que viaja en el Titanic junto a su madre y su prometido, Caledon Hockley. Rose, a diferencia de Jack, no es feliz, pues su vida no es más que una farsa; su padre les dejó una herencia plagada de deudas y, para evitar perder su estatus, su madre decide que Rose debe casarse con Hockley, un hombre muy adinerado.

Titanic critica las desigualdades. Hay zonas del barco a las que los pasajeros de tercera clase no pueden acceder, siendo el disfrute de estas uno de los privilegios de los pasajeros que viajan en primera clase. Solo tenemos que echar un vistazo a las cifras del Titanic para darnos cuenta de que, incluso en la muerte, estas desigualdades estuvieron presentes, haciendo que la mayoría de víctimas fueran pasajeros de tercera clase y que, muchos de sus cuerpos, no fueran rescatados.

“Su dinero no le salvará a usted ni tampoco a mí”.

-Oficial Murdoch, Titanic-

Personas con pánico

Vemos desigualdades incluso entre los pasajeros de primera clase, por ejemplo, en el personaje de Molly Brown que, a pesar de ser una mujer muy adinerada, genera rechazo entre el resto de pasajeras por considerarla una “nueva rica”. Quizás por su origen humilde, Molly Brown demuestra ser una de las pasajeras más luchadoras y con mayor empatía, algo que contrasta con la soberbia y el orgullo de la madre de Rose.

A pesar de todas estas diferencias sociales y de la repercusión que tuvieron en el número de víctimas, la película también nos invita a reflexionar sobre la felicidad. Solo hay que ver las escenas que cubren la fiesta de tercera clase para darse cuenta de que esas personas actúan de una forma natural y espontánea: a pesar de las dificultades, son capaces de explotar todos los medios que tienen a su alcance para disfrutar. Estas diferencias nos molestan, nos entristecen, pero también son una muestra de que, aunque el dinero nos abre el abanico de posibilidades, no nos da las ganas ni nos enseña a disfrutar de aquellas opciones que elijamos.

“¡Soy el rey del mundo!”.

-Jack, Titanic-


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