Tocar y ser tocados: mucho más que una necesidad biológica

Tocar y ser tocados es algo más que una necesidad biológica. A través del tacto podemos también percibir emociones en el otro y conferirle apoyo, consuelo, afecto...
Tocar y ser tocados: mucho más que una necesidad biológica
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 14 diciembre, 2018

Tocar y ser tocados por las personas que queremos es algo más que una necesidad biológica. Es parte de nuestro lenguaje, es nutrir necesidades emocionales y validar el afecto, apagar los miedos y regalarnos oxitocina. Dejar que todo esto nos falte, generará no solo hambre de piel, sino que hará que se eleve el estrés y se incremente incluso el malestar físico.

La piel es nuestro órgano sensorial más extenso. El tacto, por su parte, es el primer sentido que adquirimos junto con el olfato. Sabemos, además, que prácticas como el contacto piel con piel con los bebés (en especial los prematuros) favorecen el andamiaje somatosensorial de sus cerebros, optimizando así su desarrollo cognitivo, perceptivo, social, y también su desarrollo físico.

Los seres humanos, al igual que los animales, necesitamos de ese contacto, y no solo en nuestras etapas más tempranas. Por ejemplo, algo que ha podido verse en muchas residencias es que los ancianos que reciben abrazos, caricias y ese contacto físico inscrito en gestos de afecto, mejoran sus procesos de atención y de comunicación. Además, se sienten menos cansados y se reducen incluso sus dolores articulares.

Nuestro cerebro necesita de ese tipo de contacto (ofrecido siempre por personas que nos son significativas) para encontrar ese equilibrio emocional con el que sencillamente, favorecer la calma psicológica. Ahora bien, la ciencia está descubriendo muchos más procesos asociados al tacto que desconocíamos hasta no hace mucho. Veamos más datos a continuación.

“Hemos olvidado lo importante que es que nos toquen, pero lo necesitamos para sobrevivir”.

-Camilla Läcberg-

Mano acariciando a un bebé simbolizando la necesidad de tocar y ser tocados

Tocar y ser tocados, algo más que una necesidad

Las personas necesitamos tocar y ser tocados para comunicar afectos, para ayudar, para recibir o dar consuelo… Todo esto lo sabemos desde hace tiempo y la ciencia nos lo ha demostrado empíricamente a lo largo de los años. Ahora bien, hay un aspecto aún más interesante.

  • Matthew Hertenstein, psicólogo de la Universidad de Universidad DePauw, Indiana (Estados Unidos) pudo ver a través de un estudio que somos capaces incluso de percibir emociones a través del tacto.
  • El experimento se hizo en el 2009. Un grupo de 248 personas con los ojos vendados, recibían toques y caricias de extraños durante 5 segundos.
  • Por llamativo que parezca, el 75% de estos hombres y mujeres fueron capaces de identificar la preocupación, el miedo, la tristeza, la rabia, la simpatía o incluso la felicidad de aquel que lo estaba tocando.

Este trabajo adquirió tanta trascendencia, que más tarde fue llevado a cabo de nuevo en la Universidad de Miami. La doctora Tiffany Field, directora del Instituto de Investigación táctil de la Universidad de Miami, llegó a las siguientes conclusiones.

Tenemos la capacidad de enviar, recibir e interpretar señales emocionales a través del tacto

Un fisioterapeuta usa sus manos no solo como herramienta de trabajo, a través de ellas, también puede leer preocupaciones, tensiones, emociones adversas intensificando contracturas. A su vez, esas manos expertas no solo descargan dolores y mejoran la movilidad. También tienen la maravillosa capacidad de transmitirnos bienestar.

Pareja feliz abrazada simbolizando la necesidad de tocar y ser tocados

Los autores de este estudio inciden en la necesidad de profundizar en una muestra más amplia de población. De hecho, se ha empezado a llevar a cabo en países como España y Reino Unido. Sin embargo, con este primer paso se establece ya la siguiente hipótesis:

  • La necesidad de tocar y ser tocados va más allá de ofrecer afecto. Evolutivamente, también hemos adquirido la capacidad de leer el estado emocional de los demás a través del tacto. Algo así nos permite, sobre todo, poder conferir alivio a través de un abrazo o una caricia a quien sufre.

La corteza somatosensorial primaria y su implicación en el tacto

Hasta no hace mucho los neurólogos pensaban que la corteza somatosensorial nos permitía decodificar cualidades tan básicas como saber si una superficie es suave o rugosa, si su temperatura es elevada o está fría… Ahora bien, a medida que avanzamos en el conocimiento del sentido del tacto vinculado a las emociones, descubrimos más datos.

“El tacto es una forma mucho más matizada, sofisticada y precisa de comunicar emociones, más versátil que la voz o la expresión facial”.

-Matthew Hertenstein-

Esta área de nuestro cerebro también está vinculada a componentes sociales y emocionales. Por ejemplo, nos ayuda a percibir la tensión o preocupación en nuestros hijos y buscar su cercanía para abrazarlos. A través de este contacto, le ofrecemos consuelo, seguridad y nuestro afecto.

Michael Spezio, psicólogo de Scripps College y autor de este estudio, nos señala que tocar no es solo una experiencia física, es una experiencia emocional y un tipo de lenguaje. Es un mecanismo donde poder también entender al otro y responderle sin necesidad de palabras.

Manos de una pareja simbolizando la necesidad de tocar y ser tocados

El lenguaje del tacto, un poder a nuestro alcance

A menudo suele decirse que nunca recibimos tantas experiencias sensoriales a través del tacto como cuando somos niños. Asimismo, factores culturales y el modo en que hemos sido educados facilitan o frenan nuestra capacidad para conferir este tipo de comunicación a través de las caricias y abrazos en edades adultas.

Se sabe incluso que los jugadores de equipos deportivos hacen uso del tacto (un toque, una palmada, un abrazo) para apoyarse en un momento dado entre compañeros. Son instantes donde se necesita de algo más intenso que una palabra. Y funciona. Recuperar y potenciar este tipo de lenguaje es por tanto algo esencial.

Porque tocar y ser tocados va más allá de una necesidad biológica. Es un fundamento social que nos permite mejorar nuestro universo emocional.


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  • Ebner, N. C., Maura, G. M., MacDonald, K., Westberg, L., & Fischer, H. (2013). Oxytocin and socioemotional aging: Current knowledge and future trends. Frontiers in Human Neuroscience, 7, ARTID 487.
  • Hertenstein MJ (2006) Touch communicates distinct emotions.  Emotion, https://doi.org/10.1037/1528-3542.6.3.528

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