Transexualidad y cine: de Glen or Glenda a La chica danesa
La transexualidad ha sido un tema polémico y tabú a lo largo de la historia y que ha permanecido en la sombra. Su normalización está resultando un camino lento y muy duro para las personas transexuales. Parece que cada vez hay menos prejuicios hacia los homosexuales, que cada vez son más las personas que entienden que el amor va más allá de lo puramente físico, y cada día son más los países que aprueban el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, las reivindicaciones y manifestaciones por un amor sin barreras siguen siendo, hoy en día, muy necesarias: todavía existen prejuicios y todavía escuchamos noticias de acoso o agresiones hacia personas homosexuales o bisexuales. Pero, ¿qué ocurre con las personas transexuales? Todavía hay un estigma muy arraigado en la sociedad, ser transexual no es fácil para nadie porque, incluso en entornos donde hay una mayoría homosexual, el estigma suele sobrevivir de alguna manera.
“Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida”
-Oscar Wilde-
Resulta difícil creer que todavía hoy, cuando todo esto debería haberse normalizado, existan familias que tengan que mudarse porque uno de sus miembros es transexual, que todavía existan personas a las que se les niega el acceso a un determinado puesto de trabajo por ello y que, en algunos casos, sea la propia familia la que no acepte a su hijo o hija tal y como es.
Y la verdad es que, si nos paramos a pensar en la visibilidad que se les da a las personas transexuales en los medios de comunicación, nos daremos cuenta de que es mínima, de que esta se reduce a noticias de agresiones y acoso o, en el caso del cine, da lugar a la parodia.
En el cine y las series de televisión, salvo contadas excepciones, los personajes transexuales suelen tener un rol secundario, se suelen mostrar como prostitutas o en situaciones cómicas. Es frecuente encontrar escenas en clave de humor en las que un hombre se acuesta con una mujer o se acerca a ella y esta, al final, resulta ser transexual.
Glen or Glenda y los primeros pasos hacia la visibilidad
En el año 1952, Christine Jorgensen acaparaba las portadas de la prensa estadounidense por haber sido la primera persona en haberse sometido a una cirugía de reasignación de sexo exitosa. Este hecho inspiró la película Glen or Glenda de Ed Wood, conocido como el peor director de cine de todos los tiempos. Actualmente, se considera a Ed Wood un cineasta de culto, y sus películas, de bajo presupuesto, han sido rescatadas y estudiadas; incluso Tim Burton realizó una película sobre su figura.
“La naturaleza cometió un error que había que corregir y ahora soy su hija”
-Christine Jorgensen a sus padres-
Glen or Glenda, protagonizada por el propio Wood, es una película digna de Wood, con innumerables errores y escenas “copia – pega” de imágenes de archivo. En definitiva, una película “del peor director de todos los tiempos”, pero con un argumento revolucionario para su época.
En Glen or Glenda, Wood habla de travestismo y realiza una especie de autobiografía, presenta a un personaje heterosexual a quien le gusta travestirse, igual que al propio director. También aparece un personaje hermafrodita que se somete a una cirugía de reasignación de sexo.
De este modo, diferencia travestismo de transexualidad y muestra que un heterosexual también puede travestirse. El problema es que era el año 1953 y la transexualidad y el travestismo se consideraban enfermedades, algo que se refleja en la película. Décadas después, encontramos otros ejemplos en el cine como: Todo sobre mi madre, Dallas Buyers Club… o musicales como The Rocky Horror Picture Show o Priscilla, reina del desierto.
Intentando salir del tópico: La chica danesa
La chica danesa nos acerca a un personaje real, Lili Elbe, aunque, como en cualquier adaptación, con variaciones respecto a la historia real. Lili Elbe fue la primera persona de la que tenemos conocimiento que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo. Antes de su cambio, Lili se llamaba Einar, era pintor y se había casado con la también pintora Gerda Wegener.
En sus primeros pasos hacia el cambio, Lili se enfrentó a innumerables problemas, corrían los años 20 – 30 y los casos como el suyo todavía se trataban como enfermedades mentales y hasta se aplicaban electroshocks. Sin embargo, consiguió que un médico alemán le practicara diversas cirugías, incluido un trasplante de ovarios. En la época, se trataba de una cirugía totalmente experimental y apenas existían estudios.
En La chica danesa, asistimos a esta transición; Eddie Redmayne encarna a Lily/Einar y Alicia Vikander a Gerda. La película cuenta con un vestuario excepcional que nos traslada inmediatamente a la época, lo mismo ocurre con la fotografía, que crea un ambiente casi poético, alejándose del tópico y trasladándonos al sufrimiento de Lili.
Muchos críticos opinan que, quizás, se ha suavizado demasiado o que cae rápidamente en el drama. Pero lo cierto es que La chica danesa es una película necesaria y, pese a que las numerosas operaciones se resumen en una sola, las interpretaciones de Redmayne y Vikander nos conquistan y nos muestran otra perspectiva de la transexualidad, más natural y cercana.
Todo comienza como un juego, Einar posará como mujer para un cuadro de Gerda sustituyendo a la modelo original. Al principio, ambos lo toman como algo divertido, pero en Einar comienzan a despertar ciertos sentimientos, comienza a sentir que Lili siempre estuvo ahí, oculta tras su apariencia masculina. Gerda adquirirá éxito profesional retratando a Einar como Lili.
Ya en la infancia, Einar experimentó una pequeña experiencia homosexual, pero fue reprimida por su familia y la ocultó. Lili vivía encerrada dentro del cuerpo de Einar. Lili se siente identificada en los retratos que pinta Gerda, ve su reflejo en ellos; pero cuando se mira en el espejo esta identificación desaparece totalmente.
El filósofo y psicoanalista Jacques Lacan nos habla del estadio del espejo, una fase en la que el sujeto se reconoce a sí mismo ante el espejo, el momento en que se conforma el reconocimiento del “yo”. Cuando somos bebés vemos el cuerpo fragmentado: un brazo, una pierna, una mano… En el momento en que nos reconocemos es cuando vemos el cuerpo completo, en el “otro” o en el espejo. Lili busca reconocerse, pero no lo logra ante el espejo y los cuadros son lo más cercano al reconocimiento.
Hay una escena en la que Einar/Lili aparece desnudo, todavía como hombre, se mira en el espejo y no se reconoce; es uno de los momentos más dramáticos de la película, donde Lili esconde su miembro entre sus piernas porque siente que no le pertenece, porque es un símbolo de masculinidad y ella no es un hombre, sino una mujer.
Algo similar ocurre cuando entra en la cabina de una prostituta, donde, a través de unas mirillas, los hombres observan a una prostituta desnuda; Lili imita sus gestos como si se viese a sí misma en esa mujer, porque ese es el cuerpo que le pertenecería.
Además de la transexualidad, en La chica danesa también se aborda el tema del amor. Vemos como Gerda acepta a Lili: al principio le cuesta comprender qué le ocurre a su marido, le cuesta asimilar que Einar ha muerto, que ya no existe. Sin embargo, su amor es mayor que cualquier prejuicio, de manera que permanecerá a su lado hasta el final; aunque su amor sea diferente y ya no sea “amor de esposa”, el amor no desaparece. En este sentido, el cine le hace un favor a la humanidad, y a nosotros como espectadores, cuando refleja este tipo de historias.
“Anoche tuve el sueño más hermoso, soñé que era un bebé en los brazos de mi madre, ella me miraba y me llamaba Lili”
-La chica danesa-