9 consejos para perdonarse a uno mismo
A lo largo de la vida vamos tomando decisiones, unas más acertadas que otras. Por el camino podemos equivocarnos, fallar, herirnos y herir a otros. No obstante, todas las experiencias forman parte del proceso y es inevitable cometer errores. Tanto el éxito como el fracaso nos enseñan y nos convierten en la persona que somos. Por ello, para avanzar es necesario perdonarse a uno mismo.
Cuando sobredimensionamos nuestros fallos, cuando no logramos integrarlos como parte de nuestra historia, la culpa puede paralizarnos. Vivir pensando en que todo pudo ser distinto, lamentando una acción que ya no puede ser cambiada, solo trae dolor y amargura. Por ello, en este mismo instante, empieza a ser indulgente con tu yo del pasado y perdónate.
¿Por qué no puedo perdonarme a mí mismo?
Conocer las causas de nuestra incapacidad para perdonarnos puede ayudarnos a superar la problemática. Entre los motivos más comunes se encuentran:
- La gravedad percibida del error. Y resaltamos la palabra “percibida” porque muchas veces magnificamos nuestros errores de tal manera que los asumimos como realidades imperdonables. Pero, en realidad, no tienen por qué asumirse como tal.
- Un ego sancionador. Las personas que les cuesta perdonarse a sí mismas suelen ser muy duras consigo mismas. Por tanto, al cometer el más mínimo error empiezan a castigarse.
- Agentes externos. Por su parte, la incapacidad para personarse a uno mismo también se puede ver alimentada por el recuerdo constante que nos hace nuestro entorno. Por ejemplo, cuando un ser querido no deja de culpabilizarnos por un fallo cometido.
Estas causas se pueden dar simultáneamente en un individuo y perjudicar severamente su autoestima. Es por ello que debemos estar atentos a estas señales y ser más autocompasivos. Recuerda que todos cometemos errores y eso está bien.
¿Cómo perdonarse a uno mismo?
Ahora bien, si quieres aprender a perdonarte, tendrás que hacer un trabajo sobre tu propia persona. A continuación tienes algunos consejos para ello.
1. Hiciste lo mejor que pudiste
Muchas veces analizamos nuestras decisiones pasadas desde el prisma de la persona que somos hoy en día. Con lo que hoy sabemos, nuestros pasados actos pueden parecernos descabellados y errados. Así, nos flagelamos por no haber escogido mejor nuestras palabras y comportamientos, y nos culpamos sin cesar.
Sin embargo, olvidamos que en ese momento no contábamos con el mismo conocimiento que ahora. Seguramente nos faltaba madurez y experiencia, y actuamos lo mejor que pudimos basándonos en aquellas circunstancias. Hiciste lo mejor que pudiste en función del nivel de conciencia que tenías entonces. Lo que ocurrió, tuvo que ocurrir. No pudiste hacerlo de otra forma porque no sabías.
Por tanto, no es lógico castigarte sin tener en cuenta el contexto. Si hoy opinas diferente, agradece que pudiste realizar el aprendizaje y sé compasivo con tu yo del pasado. Él no lo sabía. Quizá en ese momento sus prioridades eran diferentes, sus miedos más acuciantes y sus recursos más limitados. Hizo lo mejor que pudo, y lo único que podía hacer.
2. El perdón es liberador
En ocasiones nos cuesta perdonar porque sentimos que hacerlo implica justificar un comportamiento erróneo. Nos aferramos al rencor pensando que este constituye una especie de penitencia hacia quien obró mal. Sin embargo, la única persona que sale herida es la que se niega a perdonar. Guardar rencor es como tomar veneno y esperar que el otro se muera.
Lo mismo ocurre cuando no nos perdonamos a nosotros mismos. Somos incapaces de hacerlo porque, tal vez, las consecuencias que generamos fueron dolorosas y desagradables. Sin embargo, no podemos volver atrás en el tiempo y cambiar lo sucedido. Seguir reprochándonos solo nos llena el alma de amargura y nos impide continuar nuestro camino.
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3. Perdonarse a uno mismo es reparar errores
La culpa sin acción es el sentimiento más inútil que existe, no alivia ni al culpable ni al ofendido. En su lugar, es preferible actuar y resarcir el daño causado. Pedir perdón y hacer lo que esté en nuestra mano por compensar al damnificado. Cuando se trata de nosotros mismos, el funcionamiento es similar. Pídete perdón por lo negativo que trajiste a tu vida con tus decisiones erróneas y trata de compensarte.
Por ejemplo, si aún te culpas por haber permitido que alguien te faltase al respeto. Discúlpate contigo mismo por no haber sabido defenderte mejor, y ofrécete ahora todo el amor propio que no pudiste entregarte en aquel entonces. Libérate y sigue adelante.
4. Mientras estés aprendiendo, no estás fallando
El fallo forma parte del aprendizaje, nos enseña a conocernos y a mejorarnos. Seguramente, incluso el peor error de tu vida, te ha traído una valiosa lección que no tendrías si no lo hubieras cometido. Por ello, asegúrate siempre de extraer sabiduría de tus errores. Mientras estés aprendiendo, no estás fallando.
5. Reconfigura tus pensamientos
Por último trata de modificar la imagen que tienes del error. Este no es el enemigo, no es un elemento negativo que hay que eliminar de nuestra vida. Errar no nos hace malas personas, no merecemos ser castigados de por vida.
6. Analiza siempre lo que haces
Puede parecer muy obvio aconsejar esto, pero cuando llega el momento de enfrentarse a los propios fallos se pierde la perspectiva de uno mismo. Por eso, antes de flagelarte, haz un estudio exhaustivo de tus motivos, impulsos, pensamientos y emociones. Solo así conseguirás vislumbrar el entramado de procesos psicológicos que han dado lugar a tu error.
7. Conecta con tus emociones
Una vez has descubierto qué estabas sintiendo en el momento de tu error, párate un momento extra a conectar con esas emociones. Perdonarse a uno mismo pasa por revivirlas, integrarlas en tu ser y aceptarlas. Solo así podrás hacer una gestión emocional correcta en futuros casos similares.
8. Meditar y visualizar el perdón
Es posible que los errores que has cometido no tengan solución en el presente. Cuando esto ocurre, la culpabilidad puede arrastrarse como una pesada losa durante años. En estos casos, una técnica útil es acudir a la meditación y a técnicas de visualización, donde puedas ahondar en esas imágenes que te hacen daño emocional y dibujar situaciones donde se alivie tu dolor.
9. Acudir a un especialista para aprender a perdonarse a uno mismo
Son muchas las personas que sufren a diario por sus acciones del pasado. En estos casos, lo mejor es acudir al psicólogo, pues si entramos en el bucle de la culpabilidad es muy probable que nos atasquemos en pensamientos cíclicos que no llevan a ninguna solución.
En el psicólogo aprenderás diferentes técnicas para aprender a perdonarte, como las cartas de disculpa, la meditación guiada o los cambios de conducta necesarios para reparar nuestros daños.
Perdonarse a uno mismo es permitirse avanzar
En definitiva deja de culparte por tu pasado. Date una nueva oportunidad. Eres merecedor de experimentar una vida plena y libre, tienes derecho a caerte y levantarte, a tomar decisiones equivocadas y aprender de ellas. Tus errores no te definen, lo hace la actitud que tomas ante ellos. Por eso compréndete, perdónate, aprende y sigue adelante sin ese pesado lastre.
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