Una madre no es una mejor amiga: es una madre

Una madre no es una mejor amiga: es una madre
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 27 abril, 2018

Hay personas que creen que la mejor relación que puede existir entre una madre y su hija es la de “mejores amigas”. Sin embargo, esta situación entraña el riesgo de que con el tiempo favorezca la aparición de una rivalidad mutua, la pérdida del respeto, la confusión de roles e incluso la invasión de la privacidad.

Los hijos necesitan un adulto que les de ejemplo, que sea un referente de autoridad y de respeto. Que los oriente y les brinde protección y apoyo, para que estén en posición de desplegar esa estabilidad emocional y la salud mental que tanto requieren y que otorga un orden a su existencia.

“El porvenir de un hijo siempre es obra de su madre”

-Napoleón Bonaparte-

El problema de este tipo de relaciones estriba en que desaparece el límite saludable de la relación madre-hija. En principio este vínculo debe ser de acompañamiento y educativo. Pero una aparente amistad lo transforma en un nexo controlador y sobreprotector hacia la hija.

Esto trae como consecuencia que no se podrá construir un modelo de respeto y autoridad, porque la madre es percibida como un par.

En este tipo de relación, malsana y confusa, se genera un elevado nivel de inseguridad en la hija, pues sus decisiones quedan sujetas al conocimiento y aprobación de su madre, o de lo contrario esta se sentirá defraudada.

Este signo de sobreprotección resulta nefasto en el desarrollo de la personalidad de la hija, pues genera una dependencia nociva entre las dos.

Madre con su hija

Las distintas maneras de ser madre

Cuando la figura de autoridad no es entendida con claridad por parte de la hija, experimentará una sensación de desprotección. La confianza en sí misma se verá lesionada. Dudará cuando tenga que tomar decisiones y comprometerá su aspiración de independencia.

Que la relación madre-hija no sea de amigas, en ningún momento quiere decir que no pueda ser cercana y enriquecedora para ambas. Pero una cosa es ser amigas y otra muy distinta es ser madre e hija.

Sin duda, una buena madre buscará siempre lo mejor para su hija. Sin embargo, esto no le otorga el derecho de invadir su privacidad, con la excusa de acercarse a su hija como una amiga.

Es fundamental comprender el origen de este fenómeno. En la mayoría de los casos, este comportamiento por parte de la madre evidencia conflictos emocionales relacionados con la dependencia. Y en algunos casos van acompañados de depresión y temor a que la hija repita sus errores. En este sentido, la madre debe resolver dichos conflictos por su cuenta o con ayuda profesional.

Madre con hijas

¿Cómo mejorar esta relación?

Las hijas saben que no necesariamente deben obedecer a sus amigas. Por esta razón una madre debe mostrarse amorosa, pero firme a la vez. Además, una hija no tiene por qué enterarse de los problemas íntimos de su madre. Esto acarreará temores infundados, tristeza y confusión con respecto a la relación de sus padres.

Lo recomendable es que este tipo de relaciones sean transparentes. Es importante construir confianza de manera espontánea y no como una imposición. De lo contrario, se produce un estado permanente de angustia y desconfianza que degenerará en un desgaste emocional inútil, el cual se puede evitar.

Por otro lado, tanto madre como hija, si detectan posibles problemas en la otra, lo mejor es que lo manifiesten. No es saludable callarse lo que a una puede estar molestándole de la otra. Es necesario expresarlo, siempre dentro de un clima de sinceridad y respeto. De esta forma la relación será sana y libre.

Lo que ambas deben aprender

Especialmente si es menor de edad, la hija debe entender que habrá decisiones sobre su vida que debe tomar su madre. Imaginemos la furia que despertaría el hecho de que esas decisiones las tomara una amiga. Lo que se perdona a una madre, puede que no se perdone a una amiga.

Madre e hija bailando y escuchando música
Los malos entendidos entre madres e hijas siempre se pueden remediar. Es clave saber elegir el momento para hacerlo. Al afecto y confianza correspondidos, solo hay que añadir un poco de sentido común, para zanjar las diferencias o posibles disgustos que hayan surgido entre las dos.

Es importante que la hija aprenda a solucionar sus problemas y así ganar independencia. Que sepa que la madre estará siempre para apoyarla y aconsejarla, como solo sabe hacer una madre. La hija también debe entender, que hay aspectos de su vida que puede guardarse para ella. Que no se debe excederse nivel de confianza, porque tiene su propia historia y su propio camino para recorrer.

Y vosotros, ¿qué opináis?


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