5 graciosas anécdotas de filósofos importantes

5 graciosas anécdotas de filósofos importantes
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 02 abril, 2018

Aristóteles, discípulo de Platón, quien a su vez lo había sido de Sócrates, fue un pensador griego capaz de postular hace más de 2000 años que “la risa es un ejercicio valioso para la salud”. No es extraño que muchos de los grandes filósofos de la historia de la humanidad hayan gozado de un excelente sentido del humor.

A continuación vamos a conocer algunas de las anécdotas más simpáticas en las que el protagonista es alguno de los filósofos que han marcado al mundo moderno. Voltaire, Russell, Sócrates, Diógenes o Newton son nombres que seguro conoces. Sin embargo, tal vez no sepas de su enorme sentido del humor.

Diógenes y los horarios de comida

Es bastante célebre el desprecio absoluto que sentía Diógenes de Sínope hacia las convenciones sociales. En su tiempo era un hombre capaz de navegar contracorriente en todo tipo de situaciones. Tanto es así que incluso estuvo viviendo en el interior de un tonel.

Perros mirando a filósofo

No obstante, no hay mayor ejemplo de desprecio total por las convenciones sociales que el que mostró Diógenes a sus discípulos cuando estos le preguntaron por la hora exacta a la que se debía poner una persona a comer.

Con gran humor y no poca ironía, Diógenes les contestó: “Depende, si eres rico puedes comer cuando quieras. Si eres pobre, siempre que puedas”. Es evidente que este célebre filósofo griego gozaba de un sentido del humor al nivel de su desgana por seguir la corriente social.

Es curioso, pero esta anécdota que protagonizó Diógenes hace más de 2000 años podría producirse hoy en día perfectamente y a nadie sorprendería. ¿Significa esto que no hemos evolucionado nada en todo este tiempo…?

Bertrand Russell y las mujeres

Bertrand Russell, uno de los filósofos más brillantes de su tiempo, era célebre por sus teorías matemáticas y por su visión del mundo que le rodeaba. Un día Bertrand Russell fue invitado por un club de mujeres conservadoras a exponer sus ideas políticas durante una conferencia.

Durante el discurso, Russell expuso sus teorías izquierdistas con total libertad, no siendo del agrado de las señoras asistentes, quienes comenzaron a arrojarle cuanto caía en sus manos.

Ante el desdichado incidente, un guardia trató de poner paz al grito de “¡es un gran matemático!” o “¡es un gran filósofo!” con muy poco éxito. Sin embargo, ante su desesperación, el bienintencionado guardia clamó “¡su hermano es conde!”, hecho este que sí fue capaz de apaciguar a la soliviantada audiencia.

¿Morir con tus ideas claras o adaptar tu discurso al entorno? Una pregunta compleja que enfrenta la valentía del ser humano con el instinto de adaptación y supervivencia. No cabe duda de que Russell optó por la primera opción y no le fue bien, pero encontró la solidaridad de otra persona, ¿o el guardia lo hizo por simple obligación?

Voltaire y la religión

Voltaire fue uno de los más importantes filósofos y pensadores de la Francia ilustrada. No obstante, es muy conocida su animadversión hacia la religión y cierto desprecio ante todo tipo de manifestaciones relacionadas.

Un día paseaba Voltaire junto a un amigo y se cruzaron con una procesión presidida por un Cristo crucificado. El filósofo francés se quitó el sombrero ante el asombro de su acompañante. Este le preguntó con sorpresa: “os creía incrédulo en materia de religión”. El pensador ilustrado le contestó en tono jocoso: “Y lo soy, aunque Cristo y yo nos saludamos, pero no nos hablamos”.

La religión en las sociedades humanas es tan antigua como la propia civilización. Ahora bien, ¿es un mal obligatorio? ¿Nació por la necesidad de dar explicaciones a fenómenos como la sequía, la inundación o las epidemias, por la incapacidad científica de la época? ¿Es una forma de control de masas? Son muchas las preguntas y pocas las respuestas.

“Dios es un actor que interpreta una obra cómica ante un auditorio que está demasiado atemorizado para reírse”.

-Voltaire-

Sócrates y la educación

El popular filósofo griego Sócrates fue conocido por ser un gran defensor de la educación, entre otras muchas materias en las que el maestro de Platón era muy ducho. Tanto es así que tuvo un cómico encuentro con un adinerado padre de la época.

Estatua de Sócrates

Un ateniense rico quiso encargar a Sócrates la educación de su hijo. Para este trabajo, el filósofo le pidió 500 dracmas, cantidad que a su contratante le pareció excesiva, por lo que le dijo: “Por ese dinero puedo comprarme un asno”. La respuesta del pensador no fue menos ingeniosa: “Tiene razón. Le aconsejo que lo compre y así tendrá dos”.

En realidad, la educación no debería tener precio. Una persona ilustrada encuentra armas esenciales para entender el mundo y manejarse en las marañas sociales de ayer, hoy y siempre. No pensemos en Sócrates como un avaro, sino como en un iluminado de su tiempo.

“El amigo ha de ser como el dinero, que antes de necesitarlo, se sabe el valor que tiene”.

-Sócrates-

Isaac Newton y los políticos

Mucha gente piensa que los políticos son un mal necesario cuyo papel ha perdido valor a lo largo de la historia. Sin embargo, Isaac Newton ya debía opinar algo parecido cuando fue elegido representante de la Universidad de Cambridge en el Parlamento británico.

Durante cuatro años en el cargo, desde 1687 hasta 1690, Isaac Newton solo pidió la palabra una sola vez. Su intervención fue: “Propongo cerrar esa ventana porque aquí hace un frío considerable”. Una genialidad únicamente a la altura de una gran mente como la suya.

¿Es posible que la verborrea política fuese tan aburrida e insustancial hace más de 300 años como hoy? ¿Cómo actuaría Isaac Newton en un parlamento actual? ¿Qué harían otros filósofos? Por desgracia, es fácil pensar que su actitud no se diferenciaría en nada… O tal vez si, quizá en los congresos actuales no pasase frío, pues están mejor aclimatados.

Como puedes comprobar, a los grandes filósofos de la historia de la humanidad no les faltaba el sentido del humor y el ingenio. Así que ya sabes, la risa es un bien común que nadie nos puede quitar. Es bueno no perder la simpatía y la gracia, pues facilita mucho el tránsito a través de los buenos y malos momentos.


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