Aplanamiento afectivo, la indeferencia hacia las emociones

Aplanamiento afectivo, la indeferencia hacia las emociones
Francisco Pérez

Escrito y verificado por el psicólogo Francisco Pérez.

Última actualización: 17 enero, 2018

¿Cómo sería sentir que no eres capaz de expresar ni experimentar emociones (aplanamiento afectivo)? Imaginemos por un momento que a un familiar le comunican que le ha tocado la lotería y no puedes alegrarte por él. En vez de experimentar alegría, permaneces impasible, no sonríes, no le felicitas, tu rostro no cambia. Cognitivamente te alegras por él, pero sentir, en realidad no sientes esa alegría.

Imaginemos que a una persona la despiden de su trabajo por un motivo totalmente injusto. Esta persona, en vez de experimentar enfado o tristeza, es incapaz de sentir alguna de esas emociones. El aplanamiento afectivo es un fenómeno que experimentan algunas personas cuando son incapaces de sentir y expresar alegría, tristeza, miedo, ira, o cualquier otra emoción, cuando así está justificado. Las situaciones anteriores reflejan ejemplos de este fenómeno.

Antes de seguir describiendo el aplanamiento afectivo, vamos a ver qué son las emociones y qué papel juegan en nuestra vida. Sólo así lograremos comprender cómo puede llegar a afectarle a una persona el aplanamiento afectivo.

Máscaras en el cielo

¿Qué son las emociones y para qué sirven?

Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira… Son conocidas, pero no por ello dejan de volverse complejas cuando nos paramos un segundo y las analizamos. Aunque todos hemos sentido ansiedad o nerviosismo, no todos somos conscientes de que una mala regulación de estas emociones puede acarrear un bloqueo o incluso la enfermedad.

Simplificando un poco, representan una tendencia biológica a reaccionar de una forma determinada ante ciertos estímulos, que traemos de serie y que se modela con el aprendizaje y el entorno en el que nos encontremos. En la actualidad, la mayoría de los expertos está de acuerdo en que en las emociones existen diferentes respuestas.

Dichas respuestas o manifestaciones son las siguientes: en primer lugar se produce una respuesta neurofisiológica (provocada por hormonas y neurotransmisores), que se manifiesta a través de otra comportamental (como los gestos) y una más, esta vez cognitiva, que es la que nos hace tomar conciencia de lo que estamos sintiendo. Y estas dos últimas varían según el ambiente y la cultura de cada individuo.

El tono hedónico de la emoción, es decir, el placer que experimentamos o la sensación agradable o desagradable son “la sal de la vida”. Es algo esencial para la memoria, para la toma de decisiones, para nuestros juicios y razonamientos, para nuestra conducta, nuestras relaciones sociales y nuestro bienestar.

Esto es así porque los recuerdos que conservamos son mayoritariamente emocionales. También necesitamos tensión emocional para tomar decisiones. De hecho, decidimos muchas veces de manera emocional. Pero lo más importante es que las emociones nos preparan, nos motivan y nos guían.

La emoción tiene dos componentes: uno es la sensación subjetiva que sentimos en nuestro interior. El otro componente es la manifestación externa de la emoción. A veces es posible separar los dos componentes. Por ejemplo, un actor puede simular todas las manifestaciones de una emoción sin realmente sentirla.

¿Para qué sirven las emociones?

Una de las funciones más importantes de la emoción es la de prepararnos para la acción. Moviliza la energía necesaria para dar una respuesta eficaz en función de las circunstancias y dirige nuestra conducta hacia la meta deseada. Cada una de las emociones nos indica y empuja hacia un tipo de acción diferente.

Mujer emocionalmente distante

Las emociones también cumplen una función social. Comunicar nuestro estado de ánimo a las personas de nuestro entorno facilita y fortalece la relación con ellas. Nuestras emociones actúan para los demás como señales. Por tanto, les dan pistas para que puedan adoptar la actitud y la conducta más apropiada hacia nosotros.

En último lugar, las emociones también cumplen una función motivacional. Por una parte, la emoción energiza la conducta motivada. Por ejemplo, el enfado facilita las reacciones defensivas, la alegría la atracción interpersonal, la sorpresa la atención ante estímulos novedosos, etc.

Además, dirigen la conducta, en el sentido de que facilitan el acercamiento o la evitación del objetivo de la conducta motivada en función de cómo nos sentimos. Queda claro, pues, lo importante que es expresar y sentir emociones.

¿En qué consiste realmente el aplanamiento afectivo?

El aplanamiento afectivo no es un trastorno. Se trata de un síntoma que nos alerta de que algo no va bien. Así, podemos definir el aplanamiento afectivo como un síntoma relacionado con la falta de expresión y experimentación de emociones. A menudo, al aplanamiento afectivo también se le denomina indiferencia emocional o embotamiento afectivo. Esto es así porque la persona que lo padece se mantiene ajena o indiferente a las emociones de los demás e incluso a las propias.

Hay que recalcar que la ausencia de emociones se produce tanto con las emociones positivas como con las negativas. La persona no solo es incapaz de experimentar alegría, sino también de experimentar miedo, por ejemplo. El aplanamiento afectivo rara vez se da con total intensidad. Con esto quiero decir que la persona que lo padece puede llegar a experimentar emociones en diferentes grados de intensidad, aunque sea solamente ante situaciones excepcionales. Se trata más bien de un tono emocional general, en el que hay muy poquitas oscilaciones.

¿Cómo se relaciona el aplanamiento afectivo con la depresión?

Las personas con aplanamiento afectivo no tienen por qué estar deprimidas. La depresión está asociada a la apatía y a un bajo estado de ánimo. En este sentido, el aplanamiento afectivo no debe ser confundido con la incapacidad para experimentar placer.

Por otro lado, la incapacidad para experimentar placer, o anhedonia, es típica de los trastornos depresivos. La persona deprimida ya no disfruta con las actividades que antes sí le resultaban agradables. Por consiguiente deja de realizarlas, y esto, a su vez, impide que se sienta mejor.

Las personas con aplanamiento afectivo viven las emociones de una forma poco intensa, muy “light”, o no las experimentan de ninguna manera. Sin embargo, a diferencia de las personas con depresión, esto no les causa ningún malestar. Ni sienten ni padecen, como se suele decir coloquialmente.

A veces cuesta distinguir la anhedonia del aplanamiento afectivo, pero es conveniente señalar que ambos síntomas pueden darse a la vez en la misma persona. Para distinguir ambos síntomas es bueno recordar que la anhedonia es la incapacidad para sentir placer (una emoción positiva). Sin embargo, el aplanamiento afectivo es la ausencia de emociones o una expresión disminuida de las mismas.

Mujer con depresión endógena

¿Por qué se experimenta el aplanamiento afectivo?

El aplanamiento afectivo es el síntoma o expresión de una enfermedad subyacente, como ya señalamos con anterioridad. Por lo tanto, nunca se da de forma aislada. El aplanamiento afectivo ocurre junto con otros síntomas para conformar un determinado trastorno o síndrome.

Siempre se ha relacionado al aplanamiento afectivo con la esquizofrenia. Dentro de los trastornos de la esquizofrenia podemos distinguir dos grandes grupos de síntomas: los síntomas positivos y los síntomas negativos.

Se llaman síntomas positivos a los que, haciendo una comparación con alguien que no está experimentando estos síntomas, suponen un exceso. Los negativos son aquellos que se manifiestan en forma de carencia. Por ejemplo, una alucinación sería un “exceso” de percepción, mientras que la apatía sería una “carencia” de motivación.

Pues bien, el aplanamiento afectivo entraría dentro del grupo de síntomas negativos de la esquizofrenia. Sin embargo, no es solamente en la esquizofrenia donde puede aparecer el aplanamiento afectivo. El aplanamiento afectivo también puede aparecer en los trastornos del espectro autista. Las personas con autismo experimentan dificultad para vivir intensamente las emociones y también para expresarlas de forma correcta.

En las personas con algún tipo de demencia también puede manifestarse aplanamiento afectivo. Esto es consecuencia de los cambios que se producen a nivel cerebral. Como hemos visto, el aplanamiento afectivo forma parte de un grupo más amplio de síntomas. Por lo tanto, para tratarlo es necesario tratar la enfermedad o trastorno subyacente.

Referencias bibliográficas

Díaz Marsá M, Afrontando la Esquizofrenia. Guía para pacientes y familiares. Enfoque Editorial S.C. 2013.

Cooper, David (1985). Psiquiatría y antipsiquiatría. Paidós Ibérica, Barcelona.


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