Aunque el viento cambie, mi velero me lleva a ti

Aunque el viento cambie, mi velero me lleva a ti
Lorena Vara González

Escrito y verificado por la psicóloga Lorena Vara González.

Última actualización: 02 diciembre, 2016

Aunque el viento cambie, mi velero me lleva a ti, siempre a ti. No sé navegar en otros mares, no conozco otra forma de llevar mi velero que no sea a favor del viento. Pero tú eres el viento y tú haces que el mar sea el manto de lágrimas que me produces porque dices que estar a mi lado te está agobiando.

Dices que me quieres pero que necesitas respirar y no estar tan pegado a mí. Dices que el amor no tiene por qué demostrarse estando conmigo en todas partes. Y estos comentarios me duelen y me dañan como si me estuvieras dejando sin dejarme del todo. Para mí el amor es hacer todo y de todo por ti y para ti.

Esta dependencia emocional que hace que vuelva a tu lado a pesar del daño es algo que sé que se puede cambiar. Pero es difícil aceptar que mi forma de amar no es la adecuada. También es difícil de aceptar que el amor no se demuestra estando pendiente de una persona todo el rato, sino que se demuestra con la confianza que tienes en el otro cuando no está a tu lado.

Tú lo eres todo para mí y ya no puedo vivir sin ti. Me he diluido en la idea de estar juntos y ahora no sé ser yo, solo queda el nosotros.

mujer practicando el autoconocimiento

El viento se volvió tempestad

No todo era malo cuando empezamos. Al principio era como la suave brisa que aparece en las tardes de primavera. Esa que cuando te acaricia la piel te eriza el vello y te hace sentir muy cómoda en su presencia. Suave, cálida y confortable, así era estar en tu presencia.

Pronto me até a ti como si de eso dependiera mi supervivencia. Eras mi mundo y dejé de hacer otras cosas para estar siempre al lado tuyo. No daba un paso sin pensar antes qué me dirías y tú me manejabas como si de tu muñeca se tratara. Tú llevabas el timón del barco y yo me limitaba a pensar que, si hacía todo lo que decías, que si lo hacía todo por ti, ningún pirata abordaría nuestro barco.

Llegué a necesitarte tanto como el aire que respiro y me ahogué en las lágrimas al pensar que sin ti mi vida no tenía sentido.

Pero un buen día todo cambió y comenzaste a pedirme espacio, a decirme que te estaba ahogando. Tú no me habías pedido que yo dependiera de ti de esta manera, pero era la única manera de amar que yo conocía. Y me desdibujé en los reproches que te hacía porque no entendías todo lo que te quería, todo lo que hacía por ti.

Pero el viento se volvió tempestad y agitó la mar. Comenzaron los celos y los reproches. Las broncas y los miedos. No quería perderte, aunque sabía que mi forma de amarte me consumía por dentro. Entonces pedí ayuda y entendí que era eso de la dependencia emocional y cómo podía evitar que me volviera a suceder. Aprendí que amar es ser libre y confiar en el otro y pude volver a ser yo incluida en un nosotros.

Mujer-en-el-mar-tumbada

“Que siempre seas esa mujer valiente, esa que nunca se detiene ni con la peor de las tormentas, la que se conoce mejor que nadie y no le importa lo que piensan. Que siempre seas la dueña de tu vida y que si el mundo te abandona encuentres en tus brazos compañía. Que nunca cambies tu forma de ser solamente por complacer, y si un día te empeñas en esconderte, que la felicidad siempre te encuentre”

-Kelbin Torres-

Cómo salir de la dependencia emocional

Nadie debe depender de nadie para ser feliz. Esto es así tanto en las relaciones como fuera de ellas porque la dependencia emocional no se da solo con la pareja, también puede ocurrir con la familia o los amigos. Por ello, trabajar los siguientes puntos puede ayudarte a establecer relaciones sanas:

  • No antepongas por sistema los deseos del otro a los tuyos: tu propio bienestar es importante. Antes de amar a otros hay que quererse a uno mismo para poder hacerlo sanamente.
  • Nadie puede hacer feliz a todo el mundo: contentar a los demás no es tú obligación. No puedes esperar que todo lo que hagas le guste a todo el mundo, al igual que no debes de dejar de hacer cosas porque a otros no les gusten.
  • Si necesitas a otro para disfrutar y ser feliz, replantéate el vínculo que has establecido: la felicidad y el gozo siempre deben de partir de uno mismo y si se quiere ser compartida con otros.
  • Aprende a estar sola: disfrutar de tu propia compañía sin depender de otros es un acto de amor propio muy sano. Ser el propio viento de tu velero te permitirá disfrutar mejor de las pequeñas cosas que ahora no valoras.
  • Redefine lo que el amor significa para tí: el amor no es posesión. No por pasar más tiempo al lado de alguien y hacer lo que a esa persona le guste le demuestras más amor. Amar es ser tú y compartir tus cosas con el otro.

Estos pasos pueden ayudarte a que en tus relaciones el viento no se vuelva tempestad. Porque para querer primero hay que quererse y si no sabes hacerlo la psicología puede ayudarte. Pide ayuda si la necesitas para que tus vínculos sean lo más sanos posibles.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.