Caminar me ayudó a adelgazar las preocupaciones de mi mente

Caminar me ayudó a adelgazar las preocupaciones de mi mente
Raquel Aldana

Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana.

Última actualización: 13 marzo, 2018

Muchas veces para levantar el ánimo lo mejor es… CAMINAR. Dar paseos lentos, rápidos, suaves, duros, rígidos y flexibles me ayudó a aliviar el corazón. Pero, sobre todo, caminar me ayudó a adelgazar las preocupaciones que en ocasiones me abordan y que no sé gestionar.

Caminar me ayudó a aligerar el peso de mis dolores, de mis emociones y de mis pensamientos. También, caminar me ayudó a reposar la angustia y a liberar desvelos. Porque recorrer senderos tiene algo que nos conduce a una vida más saludable a nivel emocional y cognitivo.

¿Por qué? Existen muchas razones, pero la principal que conviene destacar es que nos ayuda a reservar una parcela de nuestra alma a nosotros mismos, algo que olvidamos con frecuencia y que, sin duda, nos genera enormes problemas a todos los niveles.

 

Cuando la tensión te ahogue, PONTE A CAMINAR

Cuando la tensión te ahogue, PONTE A CAMINAR. A mí caminar me ayudó a adelgazar las preocupaciones y tener la mente más clara. No es un ingrediente más de un recetario de la felicidad, pero sí que es el endulzante clave de la vida en bienestar. Algo tan aparentemente simple puede ayudarnos a resolver problemas y a reordenar la mesa de nuestro escritorio mental.

Esto se da la mano con la sencilla razón que determina nuestro estado emocional y cognitivo de base. Si bien lo que hacemos (conducta) es la punta visible del iceberg, somos quienes somos en base a una interrelación entre pensamientos, emociones y comportamientos.

Si nos mantenemos activos, nuestra mente activará pensamientos alternativos y apaciguará emociones que devastan nuestra capacidad para hacer frente a las dificultades. Por ello ponernos en marcha acaba resultando tan positivo para nosotros.

Para que quede del todo claro no podemos olvidar, en ningún orden de nuestra vida, que cada comportamiento determina y está determinado por pensamientos y emociones. Estos tres pilares conviven en nuestro interior como si del engranaje de un reloj se tratara.

triángulo-pensamiento-emoción-conducta

¿Sabías que se puede meditar caminando?

John Kabat-Zinn, el padre el mindfulness en Occidente, plantea que una manera sencilla de añadir conciencia a nuestra vida consiste en practicar la meditación mientras caminamos. Es decir, de lo que se trata es de llevar nuestra atención a la experiencia real de caminar cuando lo hacemos.

Esto no es otra cosa que caminar y saber lo que hacemos. No obstante, cabe aclarar que no significa que debamos mirarnos a los pies. Cuando procuremos hacer esto nos daremos cuenta de que nada es tan sencillo como parece.

Es raro que solo caminemos incluso en aquellas situaciones en las que “solo salimos a dar una vuelta”. Habitualmente caminamos porque queremos ir de un sitio a otro, lo cual acaba determinando que nuestro cuerpo solo sea el vehículo de nuestra mente. Por eso, caminar se convierte en un ejercicio excelente.

 

Así, tal y como afirma de manera muy elocuente el experto ya citado en su libro “Vivir con plenitud las crisis”:

“(…) con frecuencia, el cuerpo es realmente el chófer de la mente, llevándola, a gusto o a disgusto, y cumpliendo con la orden. Si la mente tiene prisa, el cuerpo corre. Si la mente es atraída por algo interesante, la cabeza gira, y el cuerpo cambia de dirección o se detiene. Además, y por supuesto, las ideas de todo tipo van cayendo en cascada por la mente al igual que lo hacen cuando estamos sentados y respiramos. Y todo esto ocurre sin que nos demos cuenta”.

Caminar meditando

El proceso de meditación a través del acto de caminar plantea la necesidad de:

  • Realizar el esfuerzo de darnos cuenta de cuándo un pie se pone en contacto con el suelo y cuando nuestro peso se apoya en aquel, de cuando el otro pie se levanta y se adelanta y, acto seguido, desciende para, a su vez, ponerse en contacto con el suelo.
  • Si la mente se nos escapa de los pies o piernas o de la sensación de cómo anda el cuerpo, con toda tranquilidad y sencillez la devolvemos allí en cuanto nos demos cuenta de ello.
  • No es necesario que miremos nuestros pies, pues ellos ya saben cómo caminar solos. Al principio incluso resultaría positivo no mirar lo que nos rodea, pues así evitaremos que nuestros pensamientos comiencen a navegar y a distorsionar el proceso de meditación y de abstracción sobre el mundo. Recordemos que se trata de experienciar la actividad que estamos realizando.
  • Después de alcanzar la capacidad de caminar con atención plena en nuestros pies y piernas, podemos ampliar el foco de atención al resto del cuerpo como si este fuese un todo en movimiento por el espacio.

Esto ayuda a que la mente descanse porque, literalmente, no tiene adónde ir y, por ello, no ocurre nada que pueda distraerla.

Mujer caminando feliz

Caminar meditando o sin meditar nos ayuda a limpiar nuestra mente y a fulminar ciertas experiencias somáticas que acompañan al desasosiego de recorrer un sendero lleno de obstáculos (pues muchas veces, como sabemos, nuestra vida se convierte en eso).

Cualquier momento es bueno para reservarnos a ese placer de caminar por un lugar adecuado a nuestras necesidades. Quien lo experimente o lo haya experimentado sabrá que, tras un largo paseo, caminar al compás de la vida resulta mucho más fácil y satisfactorio. A mí caminar me ayudo a adelgazar las preocupaciones, ¿te ayudará también a ti?


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.