Cohesión grupal: la relación entre cohesión y rendimiento
Son muchos los elementos que caracterizan la estructura de un grupo, desde el orden, la distribución jerárquica o las relaciones de poder, influencia, prestigio y diferenciación. Aunque la mayor parte de las personas conocen esto, lo cierto es que el funcionamiento del grupo está basado en la distribución y configuración de ciertos elementos, como los roles, las normas y la cohesión grupal, cuyo papel es más encubierto, pero que se postulan como “la salsa” que convierte a un mero agregado de personas en un grupo.
Así, las personas pueden unirse, formar un conglomerado de personas y hacerse llamar grupo. Esto, no obstante, no lo convierte en un grupo persé, puesto que para ello es necesario una identidad compartida, una estructura y una interdependencia. En base a estas variables, la cohesión grupal será diferente.
Por tanto, la cohesión es “el pegamento” del grupo. Existen varios tipos de cohesión que pueden aparecer en un grupo:
- Cohesión por atracción personal: esta cohesión está basada en la característica de interdependencia, definida como la fuerza que mantiene unidos a los miembros del grupo a raíz del interés y el atractivo recíproco de los integrantes del grupo. Esta cohesión podría darse entre los amigos del colegio o del instituto.
- Cohesión por metas: este tipo de cohesión está fundamentada en la idea de querer permanecer en un grupo debido a su capacidad de facilitarnos conseguir objetivos. Estos objetivos suelen postularse como difíciles de lograr fuera del grupo. En este caso, las personas permanecen en el grupo mientras existen determinadas tareas e intereses. Esta cohesión puede existir en ambientes de trabajo, por ejemplo.
- Cohesión por atracción grupal: en otros grupos, la cohesión puede basarse en lo interesantes o atractivas que resultan las actividades llevadas a cabo por ese grupo. En este caso no importa la familiaridad que se tiene con el grupo o las metas que se pueden acometer con este; existe cohesión porque a las personas les gusta la organización del grupo, su labor… y quieren permanecer por ello. Esta cohesión puede aparecer en empresas que nos gusten, más allá de las metas o los objetivos personales, en ONGs… etc.
Los paradigmas de la cohesión grupal
Siendo el mundo un lugar muy globalizado, con empresas grandes desarrollándose a pasos agigantados, lo cierto es que a veces se pierden elementos importantes de la psicología individual y grupal en favor de mayores beneficios.
La empresa y sus grandes directivos buscan el mayor rendimiento posible de sus trabajadores, pero a veces lo hacen a través de herramientas o en escenarios que no funcionan, donde no se terminan de afinar o incorporar los elementos que han de ser potenciados. Este podría ser el caso de la cohesión grupal.
Las prisas y la mala organización pueden favorecer que un conglomerado de personas trabaje de forma conjunta hasta obtener los mejores resultados. Aunque se pueden ofrecer incentivos para que eso sea así, parece una solución acertada estudiar la relación existente entre cohesión grupal y rendimiento, para saber si esta variable independiente modificaría la dependiente.
Para ello, vamos a hablar de la cohesión grupal a partir de la interdependencia, la identidad compartida y la estructura. Existen paradigmas que dan forma a la idea de cohesión grupal, consiguiendo explicarla a través de experimentos que pueden ayudarnos a concluir que la cohesión es muy relevante para predecir el comportamiento, y por lo tanto el rendimiento, de las personas.
El paradigma del grupo mínimo: la identidad compartida
En el paradigma del grupo mínimo (Tajfel et al., 1971), se planteó la siguiente pregunta:
¿Cuál es la condición mínima para que un grupo de individuos aislados se considere un grupo?
Se dividió a las personas en dos grupos —el grupo Klee y el grupo Kandinsky—, sin que antes estas se conocieran entre sí. Tal experimento quería observar si las personas, a pesar de no conocerse, simplemente por haber sido puestas en el mismo grupo, favorecerían a los miembros de ese grupo por haberse activado su identidad social, su identidad dentro del grupo.
La respuesta fue afirmativa. El 77 por ciento de las personas eligió la opción que beneficiaba a su grupo en contra del otro. El 15 por ciento actuó con equidad. No obstante, se observó como la tendencia general era la de favorecer sistemáticamente a las personas del grupo, sin importar que el otro fuera perjudicado.
A través del paradigma del grupo mínimo, se explica la cohesión a partir de la categoría social. En este sentido, el hecho de que varias personas que pertenecen a un conjunto se perciban como parte de este parece ya un elemento diferenciador suficiente para que se forme un grupo.
Teoría de la identidad social: el autoconcepto como regulador de todo
Tajfel vuelve a estudiar la cohesión grupal a partir del análisis que juega otra variable importante dentro de la psicología personal: el autoconcepto. El autoconcepto se define por el significado que tenemos de nosotros mismos. Este autoconcepto personal tiene dos vertientes:
- La identidad personal: parte del autoconcepto que deriva de los significados y emociones, de la experiencia personal emocional y de los aspectos más íntimos de cada uno.
- La identidad social: se relaciona con la parte de nuestro autoconcepto que deriva de la pertenencia a grupos sociales, junto con el significado valorativo y el significado emocional asociados a ella. Entendido de otra forma, algunos aspectos de la imagen o el significado que las personas tienen de sí mismas provienen de su pertenencia a ciertos grupos o categorías sociales.
Siendo una necesidad básica mantener una identidad social lo más positiva posible, la pertenencia grupal está definida también por la búsqueda de aspectos positivos para nuestra identidad. Los aspectos del grupo que contribuyen a tener una identidad adecuada no son positivos ni negativos en sí mismos, pero sí pueden serlo en comparación con los atributos de otros grupos.
Desde esta teoría, la cohesión grupal emanaría de la necesidad de mantener el autoconcepto y saber que el grupo nutre ese autoconcepto de forma positiva.
La relación entre cohesión y rendimiento grupal
A partir de los estudios y experimentos llevados a cabo por la psicología social, y sabiendo el porqué de la cohesión grupal en ciertos grupos, podemos llegar a algunas conclusiones sobre la relación entre cohesión y rendimiento grupal.
Según el modelo de satisfacción de necesidades, la cohesión grupal no es anterior al rendimiento en el trabajo llevado a cabo por el grupo; en cambio, sí parece funcionar al revés. El rendimiento favorece la cohesión. Si un partido político gana las elecciones en un país, es probable que aumente la cohesión en ese grupo a partir de los buenos resultados.
¿Existe por tanto una relación entre ambos?
Los datos sugieren las siguientes conclusiones:
- Hay una relación significativa entre cohesión y rendimiento o productividad.
- Tal relación se da especialmente en grupos naturales o en grupos pequeños.
- Los grupos que requieren un alto grado de interacción para realizar una ejecución eficaz no son los que muestran una mayor relación entre cohesión y ejecución.
- El compromiso con la tarea es el componente que mejor explica la relación entre cohesión y productividad. La atracción interpersonal y la atracción por el grupo juegan un papel más secundario.
- La dirección del efecto es mayor desde el rendimiento a la cohesión, que al revés —como se ha explicado anteriormente—.
La cohesión grupal se encuentra en la base de fenómenos grupales, tales como la interacción, las normas, la presión, la conformidad, la identidad grupal, el pensamiento grupal, el rendimiento, poder y liderazgo o la atmósfera grupal.
A mayor cohesión, parece que mayor es la presión o influencia del grupo sobre sus miembros, tanto en los aspectos socioemocionales como en los relativos a las tareas. Por otro lado, la atracción que da lugar a la cohesión, y después a la capacidad de influir, puede ser una atracción alimentada por las características personales de los miembros, por los objetivos o por las tareas grupales.