¿Cómo afecta el estrés al sueño?

Los niveles de estrés se han elevado en los últimos tiempos. Un factor asociado a esta condición psicológica son los problemas con el descanso nocturno, un hecho que nos aboca a estados de mayor agotamiento y desgaste mental.
¿Cómo afecta el estrés al sueño?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 25 mayo, 2021

Todos conocemos esa sensación. La de llegar por la noche a la almohada y sentir de pronto la hiperactividad de la mente y la tensión del cuerpo impidiéndonos conciliar el descanso. Si nos preguntamos cómo afecta el estrés al sueño, la respuesta es sencilla: de manera negativa. No obstante, cada persona lo experimenta de un modo particular y con mayor o menor intensidad.

Un ejemplo: el estrés ocasional, entendido como esas situaciones en que factores como los problemas puntuales en el trabajo nos afectan más de la cuenta, trae consigo problemas de sueño temporales. Ahora bien, cuando alguien lidia con una situación de estrés agudo y persistente es común sufrir trastornos del sueño más serios como, por ejemplo, el insomnio.

Por otro lado, hay un hecho no menos importante: el mal descanso nocturno retroalimenta la propia condición psicológica del estrés. Estamos ante una realidad tan compleja como particular que es necesario comprender en profundidad. Sobre todo, teniendo en cuenta que ahora mismo este problema está cada vez más presente entre la población.

Dormir menos de ocho horas, experimentar despertares frecuentes o tener una fase REM mucho más corta son factores asociados al estrés. Dichas características afectan a nuestra salud física y psicológica.

Hombre con insomnio pensando en cómo afecta el estrés al sueño

Cómo afecta el estrés al sueño: 3 claves que debes conocer

No es casualidad que en los últimos meses los niveles de ansiedad y estrés hayan aumentado. Los efectos de la situación actual llegan a todo sector poblacional: niños, adultos y ancianos. Sin embargo, estas condiciones psicológicas no se manifiestan en exclusiva a través de una clara sintomatología mental, además se le añaden manifestaciones y alteraciones fisiológicas de lo más complejas.

Los problemas digestivos, el dolor musculoesquelético, las cefaleas y las alteraciones del descanso nocturno son los factores más comunes. Ahora bien, no podemos dejar de lado un hecho: el modo en cómo afecta el estrés al sueño puede ser especialmente severo en caso de que no manejemos esta situación.

La falta de sueño acumulada en el tiempo puede derivar en enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad… No estamos ante un problema menor. El estrés que no se afronta altera nuestra salud mental y física. Conozcamos una serie de datos al respecto.

Dime cuál es tu tipo de estrés y te diré cómo duermes

En un estudio realizado en colaboración con las Universidades de California y la de Eulji (Corea), se demostró algo interesante. Hasta no hace mucho se estudiaban los problemas del descanso nocturno asociándolos a factores primarios como la apnea, el síndrome de las piernas inquietas, la narcolepsia, etc.

Ahora bien, las variables psicosociales y el estrés han demostrado tener un gran impacto sobre la calidad del sueño. Por ello, a la hora de comprender cómo afecta el estrés al sueño, es necesario realizar previamente un buen diagnóstico psicológico. Sabemos, por ejemplo, que las personas con un trastorno de estrés postraumático evidencian mayores problemas en el descanso nocturno.

Asimismo, también podemos padecer lo que se conoce como estrés agudo episódico, una condición asociada a un tipo de personalidad más tendente a la preocupación. En este caso, los problemas de sueño aparecerán cuando el paciente tenga que hacer frente a un momento difícil en su vida.

Es decir, estrés y problemas del descanso nocturno tienen una relación directa. No obstante, podemos vivirlo como algo puntual en el tiempo (dos o tres semanas) o como algo crónico. En estos casos, son situaciones más graves.

¿Cómo se manifiesta esta asociación?

El modo en cómo afecta el estrés al sueño puede ser muy variado. No hay un solo efecto, es decir, no tenemos solo personas que duermen poco o que padecen insomnio. Las manifestaciones asociadas son muy complejas. Las analizamos a continuación:

  • Cuesta bastante conciliar el sueño (entre media hora y dos horas).
  • Arquitectura del sueño alterada. Como bien sabemos, la estructura del sueño sigue unas fases muy concretas. Ahora bien, algo que nos indica el estudio anteriormente señalado es que el estrés disminuye el sueño de la fase REM, esa etapa de descanso profundo y reparador tan necesaria para el cerebro.
  • Aparecen mayores despertares o parasomnias a lo largo de la noche. Esto hace que nos despertemos con la clara sensación de no haber descansado.
  • Mayor número de pesadillas y malos sueños que elevan la angustia.
  • Aparición de bruxismo. Un trabajo de investigación publicado en la revista Nature, nos habla incluso del término “bruxismo pandémico”, tan común a día de hoy. La alta incidencia de estrés y problemas de sueño se asocian con el rechinar de dientes nocturno.

Cómo afecta el estrés al sueño: la retroalimentación del sufrimiento

Uno de los mayores problemas asociados al estrés es que, como bien sabemos, siempre trae consigo un mal descanso nocturno. Así, la falta de sueño acumulada en el tiempo eleva aún más el desgaste psicológico y el propio estrés. El desgaste mental es absoluto debido a dicha retroalimentación. Son situaciones límite a las que no podemos llegar.

Toda situación de estrés debe ser atendida y manejada. Aquello que descuidamos -en especial lo relativo a la salud mental- lejos de desaparecer, empeora y tiene su impacto en otros ámbitos.

Mujer leyendo en la cama para informarse sobre cómo afecta el estrés al sueño

Consejos para reducir el estrés y mejorar la higiene del sueño

El estrés forma parte de la vida y, como tal, es una reacción normal que experimentamos cuando las demandas externas superan a nuestros recursos. En esos momentos, es esencial hacer cambios.

Podemos empezar por los siguientes:

  • Detecta tus fuentes de estrés y aprende a manejarlas de manera más saludable.
  • Atiende tus patrones mentales. El modo en que afrontas lo que te preocupa determina cómo te sientes.
  • Cuida de tus rutinas diarias: establece tiempos de descanso y de ocio. Haz ejercicio y cuida tu alimentación.
  • Crea una rutina nocturna. Apaga el móvil y el ordenador dos horas antes de ir a dormir. Relájate con un baño y la lectura de un libro. Las técnicas de relajación y respiración profunda también pueden ayudarte.
  • Ve a dormir siempre a la misma hora.

Asimismo, y para concluir, es esencial que tengas presente un detalle. A veces tú solo no puedes con todo. Si la realidad te supera, no dudes en pedir ayuda especializada. Dormir bien nos permite vivir mejor, pero, a veces, resulta complicado cuando la mente está atrapada en la cárcel del estrés.


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