Cómo ayudar a tus padres cuando se hacen mayores
La vejez es una etapa complicada llena de cambios y pérdidas. Recuerda que, ahora más que nunca, tus padres necesitan de tu comprensión.

Alcanzar una edad avanzada puede dar vértigo por el gran número de cambios que supone. Tu estatus social se modifica, tus rutinas y actividades cambian drásticamente y puedes sentirte perdido. Es en estos momentos de necesidad cuando ayudar a tus padres se convierte en una forma de devolverles un poco de todo ese amor que te dieron.
Nuestros padres. Esas personas que nos dieron la vida y nos vieron crecer. Aquellos que acompañaron nuestros primeros pasos y escucharon nuestras primeras palabras. Quienes celebraron nuestros éxitos y secaron nuestras lágrimas. Maestros, amigos, compañeros imprescindibles del camino de la vida. A ellos les debemos quienes somos.
Cuando nuestros padres envejecen es común que no nos demos cuenta de sus necesidades. Al fin y al cabo nosotros ya somos adultos, tenemos nuestras propias vidas, hábitos y obligaciones. Sin embargo hemos de ponernos, por un segundo, en su piel y recordar que ellos también nos necesitan.
¿Cómo ayudar a tus padres cuando se hacen mayores?
Comprensión y paciencia
Estos dos elementos resultan fundamentales cuando nos enfrentamos al envejecimiento de nuestros seres queridos. La tercera edad es una etapa complicada. Al dejar de trabajar nuestro estatus social decae: la sociedad deja de considerarnos un miembro activo y nos relega de cierta forma. Las personas con quienes antes trabajábamos o hacíamos negocios ya no acuden a nosotros en busca de opinión. Parece que ya no tenemos nada que aportar.
Nuestras rutinas diarias cambian, se reducen nuestras actividades y es posible que perdamos gran parte de nuestro círculo social. Por su lado, nuestra salud comienza a flaquear, ya no somos tan ágiles, no tenemos tan buena vista y oído. Comenzamos a padecer pequeños dolores o achaques que nos dificultan el día a día.
Es muy probable que, más tarde o más temprano, no podamos valernos completamente por nosotros mismos. Y esto no es sencillo de aceptar. Asimilar tantas pérdidas resulta confuso y frustrante, y posiblemente nos sintamos tristes, enfadados y solos.
Por eso es importante que, como hijos, seamos capaces de ponernos en la piel de nuestros padres. Que entendamos la transición que están enfrentando y seamos tolerantes con sus quejas, su mal humor o sus dificultades de salud.
Calor humano
Los lazos sociales y afectivos son una parte esencial de la salud mental y la felicidad. Nos protegen contra el estrés y nos ayudan a enfrentar y superar enfermedades. Además aumentan nuestra autoestima y nuestra percepción de valía personal. La vejez es una etapa delicada en la que el contacto humano se vuelve más necesario que nunca.
Si tus padres aún viven de forma independiente, trata de mantener el contacto. Llámales asiduamente, pregúntales cómo fue su día y comparte tus propias anécdotas. No dudes en ir a visitarles con frecuencia y en incluirles en algunos de los planes que hagas. Especialmente si tienes hijos, fomenta una relación cercana con sus abuelos, pues el vínculo que se crea es muy enriquecedor para ambos.
Igualmente, si tus padres viven en tu casa porque ya no pueden valerse de forma independiente, no pierdas la calidez. Que convivir no sea una excusa para discutir por nimiedades, que no sientan que son una carga. Al contrario, acógeles en tu hogar y procura disfrutar de su compañía. Hazles partícipes de la vida diaria de la casa, eso les ayudará a sentirte útiles e integrados en el núcleo familiar.
Ayuda económica
Puede que tus padres necesiten asistencia debido a sus problemas de salud. Es probable que deban acudir a un hogar de día o a una residencia de mayores. Sin ir tan lejos, es común que los mayores pasen estrecheces económicas y requieran del apoyo de sus hijos. Trata de ayudarles en la medida de lo posible, como ellos te ayudaron cuando lo necesitaste.
Disfruta de ayudar a tus padres
Finalmente, nunca olvides el lazo tan profundo que te une a ellos. No olvides que más allá de los cambios en su humor o sus dificultades de movilidad, siguen siendo tus padres. Las personas que te quieren de una forma incondicional. Recuerda cada día tener una actitud paciente y positiva, tratar de disfrutar cada segundo a su lado y seguir aprendiendo de ellos. Poder abrazar a tus padres hoy es un regalo, disfrútalo.
Graduada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid en el año 2015, con itinerario en psicología clínica. Máster en Psicología Clínica y de la Salud y Máster en Psicoterapia Cognitivo-Conductual por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP). Ha realizado formación complementaria en Terapia Familiar y en Abordaje de las Adicciones en la mujer (Fundación Instituto Spiral – Madrid). Con gran vocación y pasión por su profesión, trabaja como psicóloga autónoma desde el año 2018 en Valladolid y continúa formándose para poder acercar a las personas los conocimientos y recursos que la psicología proporciona para lograr una mayor calidad de vida. Número de colegiada: P-02328.