5 pasos para que los suspensos de los pequeños no nos amarguen el verano

5 pasos para que los suspensos de los pequeños no nos amarguen el verano
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 14 septiembre, 2019

Con la llegada del verano también lo hacen las temidas calificaciones finales en colegios e institutos. Los más pequeños en general no suelen tener problemas serios para pasar un verano tranquilo y sin obligaciones escolares. En el caso de los mayores, la situación puede ser diferente. ¿A cuántas personas conocemos que supeditan todos sus planes de verano por los suspensos de sus hijos o que organizan el verano de sus hijos en base a que tienen que estudiar?

Hay tantas reacciones como familias que viven esta experiencia. En este sentido y ante esta circunstancia, las familias pueden pasar por la incredulidad, el enfado, la decepción, el descontento, la ira e incluso el pensamiento de “se nos fastidia el verano”. La familia sufre un momento de incertidumbre, reorganización de planes y superación de expectativas fallidas. ¿Cómo superar un verano de suspensos?

Paso 1. Un verano sin sorpresas

Nunca hay que dejar solos a los estudiantes en camino del aprendizaje. Son personas en momentos vitales complejos en lo personal, social y emocional. Esto no significa responsabilizarse de sus tareas y resultados. Es conocer, orientar, guiar…. no es una persecución (padres helicóptero), sino un seguimiento que nos evitará sorpresas al final del curso.

Madre apoyando a su hijo en los estudios

Para que sepamos de forma pura la información el estudiante tiene que vernos como una referencia, no como una amenaza constante. Salvo que tenga problemas de aprendizaje o de comportamiento específicos, no dejan de ser personas que lo intentan (mejor o peor) y fallan una y otra vez.

“Jamás se desvía uno tan lejos como cuando cree conocer el camino”

-Proverbio chino-

Paso 2. Digerir los resultados

El camino pasa por intentar normalizar las emociones negativas e incluso el hecho en sí (un suspenso, dos o tres no representan el fin del mundo). La tristeza, el enfado y la decepción son lógicas, pero de ahí a instalarnos en estas emociones hay un gran paso.

Conviene expresarlo de una forma asertiva y hacérselo saber a los niños. Cuidado, no debemos confundir la forma de ser del niño con los resultados académicos. Lo ideal es cambiar “eres un….” por “este año los resultados dicen que…”.

“La aceptación de lo que ha sucedido, es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia”

-William James-

Canalizarlo de esta forma nos evitará explotar en momentos inoportunos. Por otra parte, no podemos detenernos en los “debería haber….”, “podría haber estado más atento a mi hijo…”, “sabía que no podía confiar en él….”. Esta forma de pensar bloquea, limita y no es un momento para quedarse estancado sino para programar y actuar.

Paso 3. No juzgues, conoce

Es posible que creamos conocer a nuestros hijos, sin embargo en este momento no está mal hacer un esfuerzo por intentar ir un poco más allá. Mirar a nuestros hijos y ver solo un insuficiente hace que nos quedemos en el resultado, cuando ese resultado puede que sea solo el indicador de algo más importante que una falta de conocimiento. Incluso hay veces que este resultado no es un indicador de esta falta de conocimiento, al igual que no tiene por qué serlo de falta de aptitud o actitud.

Puede que no sepa planificarse correctamente o desconozca las adecuadas técnicas de estudio para cada materia e incluso que problemas sociales hayan provocado mal descanso, falta de atención o ansiedad. Antes de juzgar intenta profundizar y entender el problema de manera global. Hazte la siguiente pregunta, ¿cómo encaja este resultado con el resto de información que tenemos del niño? Para ayudarnos en esta tarea podemos ponernos en contacto con profesores y orientadores, dado que los niños en muchas ocasiones no saben pedir ayuda.

Madre con hija adolescente

Paso 4. Puesta a punto, planes en marcha

Una reacción que nace de la ira o el enfado puede hacernos caer en la tentación de programar actividades de estudio inmediatas. La mañana y la tarde, academias y refuerzo desde el primer día. Al fin y al cabo debería ser un castigo merecido por un curso donde nuestro hijo SE SUPONE que no ha trabajado lo que debería. Lo cierto es que una vez expresadas las emociones de unos y otros, toca ponerse en marcha.

“Los planes son inútiles, pero la planificación lo es todo”

-Dwight Eisenhower-

Hay un periodo limitado y un contenido claro y conocido. Aun así, antes de sepultar a tu hijo bajo los libros piensa que es probable que esté cansado, después de un curso que ha sido largo. Si vamos a comenzar desde cero, es necesario darle un respiro. No es bueno trasladar la disciplina y la tensión del curso a los primeros días de verano. Tiene que existir una ruptura.

También es bueno que entendamos qué han supuesto para el pequeño los suspensos. Pueden no importarle, pero también sentirse muy preocupados pensando que son muy torpes o poco inteligentes. Estos primeros días serán buenos para realizar actividades en las que recupere su autoestima y se sienta como pez en el agua. En cualquier caso, las vacaciones de verano escolares son muy largas y pueden dar para mucho si se estructuran bien.

Paso 5. Orden, constancia y honestidad

Es clave la negociación de un horario de estudio  y de descanso. De nada sirve que planteemos el proceso como un castigo. Todo nace desde el análisis del problema, las consecuencias de unos errores durante el curso y el objetivo siempre en el horizonte. Nosotros no queremos crear la costumbre de que el pequeño se castigue cuando algo sale bien, lo que queremos es que aprenda a levantarse ante las dificultades y a poner soluciones.

Libreta con plan de estudio para superar suspensos

Los padres somos guía y orientación pero también reflejo de constancia, coherencia y orden. Es importante evitar tentaciones y ser firmes en los acuerdos que hemos alcanzado entre toda la familia para sacar adelante la situación.

Por otra parte, conviene ser honestos, echar la vista atrás y ver que en algún momento todos nos hemos equivocado (estudios, trabajo, etc.). Así, lo importante es conseguir transmitir un mensaje de superación a través del esfuerzo y la actitud responsable, del que el pequeño pueda tomar la energía para enfrentarse de nuevo a los libros.

“Ningún legado es tan rico como la honestidad”

-William Shakespeare-


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.