¿Hacer un contrato para mantener el amor de pareja?

¿Hacer un contrato para mantener el amor de pareja?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 12 marzo, 2019

Es muy romántico  hablar de la pareja en términos de palabras dulces y detalles encendidos de afecto. Es uno de los aspectos más bonitos de este tipo de relaciones, pero con el tiempo tienden a ocupar un terreno cada vez más pequeño en ese mundo de dos.

Cuando la pareja se ve enfrentada a lo ordinario de la cotidianidad, hay muchas expectativas que se reajustan. Aunque siga vivo el amor, el día a día está lleno de pequeñas dificultades  que hay que resolver. Si esto no se hace, comienzan los problemas.

Un matrimonio genial no ocurre cuando la “pareja perfecta” se une. Ocurre cuando una pareja imperfecta aprende a disfrutar de sus diferencias”.

-Dave Meurer-

La convivencia fortalece el vínculo, pero al mismo tiempo  da origen a situaciones que pueden deteriorarlo. En definitiva, los dos miembros de la pareja tienen pasados distintos, costumbres diferentes y formas de actuar desiguales. Acoplar y ajustar los dos modos de vida no siempre es tan fácil.

Al mismo tiempo, a medida que pasan los días, las semanas y los años, el amor también va cambiando. Hay momentos en los que parece que ya no está ahí. Aparecen las crisis y con ellas la pregunta de si en realidad vale la pena seguir adelante. La pareja siempre se edifica sobre un contrato implícito, pero ¿es buena volverlo explícito para proteger el vínculo de esos desgastes y esas crisis ?

El contrato implícito en la relación de pareja

Toda pareja necesita de acuerdos  para convivir. Lo más usual es que estos se produzcan de forma espontánea y sin ningún orden en particular. A medida que van surgiendo las diferentes situaciones se van formulando pactos parciales y cada uno decide en la práctica si los cumple o no.

pareja representando la mitad de una naranja

La mayoría de los acuerdos se dan de forma implícita. Sin embargo, no siempre esos acuerdos son justos o razonables. Muchas veces uno de los dos cede, sin convicción, a las exigencias o negligencias del otro, simplemente porque no quiere un conflicto o lo considera una lucha perdida. Eso no quiere decir que se sienta cómodo con la situación.

La convivencia siempre trae consigo tensiones. Sin embargo, esto se vuelve crítico cuando uno de los dos, o ambos, se resiste a cumplir su rol. No solo en esas pequeñas tareas o gestiones cotidianas, sino también en aspectos más profundos como la fidelidad, la atención y consideración al otro, o la disponibilidad.

También de forma implícita, en muchos terrenos se rompen los pactos. Luego se argumenta que estos no existían, o que no fueron suficientemente comprendidos. Lo implícito no es la mejor opción para hacer acuerdos.

Los acuerdos explícitos

Algunas parejas vienen proponiendo cambiar esas reglas de juego implícitas por otras que sean expresas a través de un contrato. Esos pactos van mucho más allá de acordar quién saca a pasear al perro, o a quien le toca la limpieza del baño los fines de semana. Abarcan temas como qué sanciones se van a aplicar en caso de infidelidad, o qué clase de indemnización se cobrará cuando haya gestos de abandono emocional.

El periódico The New York Times publicó recientemente el testimonio de una pareja que construyó todo un volumen normativo, es decir, un contrato que contenía una serie de reglas para guiarlos. Abarca desde división de tiempos y tareas, hasta temas relacionados con el dinero y normas a aplicar en caso de enfermedad, invitados a la casa y diálogos sobre temas espinosos. La pareja que da su testimonio dice que el resultado ha sido espectacular.

¿Valdría la pena que cada pareja elabore un contrato en el que se refleje su propio código de conducta, a manera de reglamento, para garantizar mayor armonía y cuidar el vínculo? ¿Es una forma de restar espontaneidad, o un medio realista para afrontar el hecho de que el amor también supone decisiones y voluntad?

El desprestigiado punto medio

Quizás en una sociedad como la norteamericana ese tipo de reglamentos de pareja sean una opción completamente viable. En las culturas latinas, sin embargo, es posible que un acuerdo de este tipo no sea fácilmente aceptado. Sin embargo, no se puede negar que podría tener validez.

Definitivamente la convivencia, con quien sea, es mucho más armónica cuando las reglas de juego son claras para todas las partes y se cumplen libremente. Eso evita conflictos innecesarios y apuesta por una forma civilizada de afrontar obligaciones y deberes. En ese sentido, de seguro unos pactos aceptados y cumplidos ayudan a la pareja a fluir y, por supuesto, preservan la buena convivencia.

Pareja hablando sobre su pareja sin ceder

Pese a esto, en el amor de pareja se juega mucho más que un acuerdo organizativo. Hay multitud de sentimientos, emociones y expectativas que nunca son conscientes del todo, pero que al mismo tiempo marcan varios aspectos de la relación. El amor entre un hombre y una mujer nunca será reductible a un catálogo. En todos los vínculos humanos, siempre habrá un terreno que está marcado por la incertidumbre y que escapa al control.


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