Daniel Batson y la «hipótesis de la empatía-altruismo»

Por norma, quienes experimentan una preocupación empática y auténtica por quienes tienen en frente son capaces de iniciar conductas altruistas. Una relación que es muy valiosa a la hora de plantear medidas de intervención social.
Daniel Batson y la «hipótesis de la empatía-altruismo»
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 02 enero, 2022

La hipótesis de la empatía-altruismo de Daniel Batson nos dice que la empatía favorece los llamados comportamientos prosociales. Es un sentimiento de doble vínculo y de gran valor que impulsa lo mejor del ser humano, puesto que tras muchos actos espontáneos y auténticos no esperan ganancia o recompensa más allá de la de ver cómo mejora el mundo que les rodea.

Cuando los protagonistas son el temor y la incertidumbre, este tipo de conductas se vuelven más necesarias que nunca. Sin embargo, si hay algo que vemos con frecuencia es que en épocas de crisis aparecen por igual tanto actos amables como despiadados.

Egoísmo y altruismo son manifestaciones que definen por igual al ser humano. En tiempos de cambios e incertidumbre, el altruismo es el valor moral más alto y el que todos deberíamos aplicar. Sin embargo, algo así solo suele suceder cuando somos capaces de sumergirnos en las realidades ajenas. Mirar al otro desde el corazón y no desde la suspicacia es clave para dar forma a una sociedad más cohesionada, respetuosa y amable.

“Mira con los ojos de otro, escucha con los oídos de otro y siente con el corazón de otro”.

-Alfred Adler-

Madre e hija para representar la hipótesis de la empatía-altruismo

La hipótesis de la empatía-altruismo: ¿en qué consiste?

La mayoría contamos con una inclinación que nos motiva a cuidar del bienestar de los nuestros. Nos preocupamos y realizamos notables esfuerzos con el objetivo de mejorar su situación. Sin embargo, no siempre sentimos esa necesidad.

Como suele decirse, no nos “nace”, no siempre experimentamos el deseo espontáneo por saber si un compañero de trabajo está bien, y tampoco por hacer algo amable por un desconocido. Cuando no existe empatía, no emerge la conducta generosa ni cooperativa.

La hipótesis de la empatía-altruismo nos dice que cuando conectamos con la realidad emocional del otro surgen los sentimientos de compasión, simpatía y ternura. Gracias a ellos activamos los comportamientos altruistas orientados a favorecer el bienestar de los demás. Esto explicaría por qué hay quien es no es capaz de ayudar a quien lo necesita, según Daniel Batson.

Solo cuando nos identificamos con una persona y experimentamos empatía, sentimos la necesidad espontánea de activar una conducta altruista. Las personalidades psicopáticas rara vez sienten este sentimiento.

¿Ayudamos por un acto de generosidad auténtico o por puro egoísmo?

Lo opuesto a la hipótesis de la empatía-altruismo es la teoría del intercambio social. Este último enfoque recoge una visión que se defendía con frecuencia y que señala que el altruismo solo aparece cuando los beneficios superan a los costos. Es decir, para muchos el altruismo no existe porque en el fondo la persona siempre espera “recibir algo a cambio”. Hay un componente egoísta.

Sin embargo, el psicólogo social Daniel Batson no estaba de acuerdo con esta creencia. De hecho, en 1988 realizó un trabajo de investigación en el que analizaba cinco estudios sobre el altruismo. En todos ellos se validaba su hipótesis de la empatía-altruismo. La emoción empática evoca una motivación altruista, por tanto, el ser humano no siempre espera una recompensa cuando hace uso de la generosidad.

Esta conclusión coincide en realidad con lo que otras figuras de renombre ya nos dijeron en el pasado. Sentir empatía era para Charles Darwin o los filósofos David Hume y Adam Smith la base misma de las conductas altruistas.

La hipótesis de la empatía-altruismo puede relacionarse con una sensación de angustia

Este dato no deja de ser interesante. Con frecuencia ayudamos a los demás porque en nuestro interior se refleja ese sufrimiento, angustia o dolor emocional -reconocemos a un nivel emotivo, y no solo cognitivo, que el otro se siente mal-. Así, la empatía deja ese sustrato de incomodidad en nosotros al sentir como propias las necesidades y sufrimientos ajenos.

De este modo, la hipótesis de la empatía-altruismo asume también esa compleja realidad emocional. Si bien es cierto que actuamos casi siempre de manera espontánea al buscar el bienestar del otro, también lo hacemos para aliviar el malestar ajeno y propio.

Asimismo, al comprobar que esa persona se siente mejor con nuestra ayuda, también nosotros empatizamos con su bienestar. Es decir, surge una retroalimentación emocional muy intensa.

 “La infancia de la raza humana está lejos de terminar. Tenemos un largo camino por recorrer antes de que la mayoría de las personas comprendan que lo que hacen por los demás es tan importante para su bienestar como lo que hacen por sí mismos”.

-William T. Powers-

Amigos hablando sobre la hipótesis de la empatía-altruismo

El altruismo nos beneficia a todos, el egoísmo nos aísla

Las buenas acciones no solo ayudan a los demás y crean escenarios sociales más amables. Todos salimos ganando con las conductas altruistas: mejoran nuestro autoconcepto y clarifican la jerarquía de nuestra escala de valores. En este contexto, es más fácil que lo genuino prime sobre lo superficial, y que seamos capaces de dar forma a vínculos más significativos.

Por contra, las actitudes individualistas, egoístas y narcisistas generan hostilidad y suspicacia. Quien no empatiza con las necesidades de los demás, actúa en contra de las esencias mismas de lo que somos: criaturas sociales orientadas a la conexión.

Si hemos sobrevivido como especie es por esos actos altruistas, por ese pegamento emocional que orquesta la reciprocidad y las acciones bondadosas con las cuales, favorecer el bienestar y supervivencia del grupo. Sigamos, por tanto, favoreciendo esta conducta, más allá de las críticas de algunos.


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