El delincuente de cuello blanco: características y rasgos psicológicos
El concepto de crimen de cuello blanco fue acuñado por el sociólogo Edwin Sutherland en el año 1939. Básicamente lo definía como el delito de carácter económico que comete un profesional prestante contra una corporación.
No es fácil entender por qué alguien en una posición acomodada es capaz de cometer delitos económicos que perjudique a mucha gente. Si sus necesidades están cubiertas, ¿por qué hacerlo? También es complicado comprender la reacción de buena parte de la sociedad que clasifica el hecho como un simple exceso de ambición.
Es importante señalar que este tipo de delitos se han cometido desde la antigüedad en la mayoría de las sociedades que nos precedieron. Como resultado de diversos estudios adelantados al respecto, se ha establecido que el perfil que caracteriza al delincuente de cuello blanco corresponde, en la mayoría de los casos, al de un psicópata.
“El número de malhechores no autoriza el crimen”.
-Charles Dickens-
Trastorno de la personalidad antisocial
El trastorno de la personalidad antisocial o TPA es una condición presente tanto en la sociopatía como en la psicopatía. Lo que diferencia al sociópata del psicópata es que el primero tiene la posibilidad de sentir arrepentimiento y establecer lazos con personas cercanas de manera excepcional. Mientras que el psicópata es incapaz de sentir culpa y usa a los demás para alcanzar sus fines.
Este trastorno de la personalidad se caracteriza por una predisposición que persiste en conductas antisociales. Ejemplo de ello es un permanente incumplimiento de las normas sociales y legales dentro de la comunidad.
Quienes presentan este tipo de trastorno mienten, engañan y estafan a los demás para su propio beneficio o simplemente por gusto o placer. Esto necesariamente termina asociado a conductas criminales y constituye el núcleo del delincuente de cuello blanco.
El perfil del delincuente de cuello blanco
El delincuente de cuello blanco usualmente es alguien que tiene una formación, o al menos conocimientos. Goza de buena reputación, éxito, refinamiento e incluso una personalidad carismática y encantadora. Sin embargo, todo es una fachada que sigue un plan premeditado y calculado para alcanzar sus propósitos.
Se trata de psicópatas que ven a las personas como piezas de ajedrez, simples objetos que movilizan a su antojo para conseguir sus objetivos.
Los psicópatas no responden ante las situaciones de la forma en que lo harían la mayor parte de las personas. Tienen imposibilidad para diferenciar lo que está bien de lo que está mal, es decir, no entienden por qué engañar o mentir es algo reprochable.
La gran mayoría de investigadores concuerdan en afirmar que la psicopatía es resultado de una interacción entre factores biológicos, sociales y psicológicos. Advierten que solo la confluencia de estos tres factores es lo que puede dar origen a esta condición.
Rasgos del psicópata
Dentro de los rasgos predominantes del psicópata se encuentra el establecer relaciones vacías, superficiales y artificiales. Observan a los otros buscando descifrar su comportamiento para imitar las emociones que no albergan en su interior.
Su incapacidad de amar, llorar o reír les lleva a fingir este tipo de emociones. La única clase de “empatía” que experimentan es la de carácter utilitario. Lo hace para camuflarse dentro de la sociedad y así pasar inadvertido.
Aunque conoce perfectamente las normas sociales y las leyes, solo acude a ellas cuando le conviene. El comportamiento del psicópata no solo marca el ritmo de su existencia, sino que va tras el control de la vida de otros.
En la mayoría de los casos, se muestra como una persona encantadora, incluso carismática, pero en el fondo es un gran manipulador. Son bastante inteligentes y recurren con frecuencia a la mentira para seducir y atrapar a sus posibles víctimas.
Igualmente, simulan vidas normales y son muy cuidadosos y estratégicos al momento de evaluar los riesgos en sus actividades criminales. Por eso, resulta bastante difícil desenmascararlos, excepto cuando cometen un error notable o un crimen violento.
La promoción de la psicopatía
Por desgracia, en algunos entornos profesionales, el psicópata goza de cierto reconocimiento, despertando admiración. La sociedad valora las aptitudes de estas personas para explotar las debilidades del sistema en su favor.
Aspectos, como las conductas arriesgadas, la incapacidad de sentir remordimiento, la habilidad para manipular y la búsqueda del éxito a toda costa son valorados de manera positiva. Así, en el corto plazo, el psicópata o delincuente de cuello blanco puede alcanzar el éxito en su carrera delictiva.
El nefasto modelo de “éxito” implementado en algunas sociedades exalta las características del psicópata. En general, la gente no es consciente de las consecuencias reales de sus acciones. Solo notan su equivocación cuando ya es demasiado tarde y se han convertido en víctimas del abuso de poder. El ejemplo típico son los dictadores.
Una legislación permisiva
Vale aclarar que en la mayor parte de países los delincuentes de cuello blanco reciben un tratamiento especial por sus delitos. La legislación de esos estados hace una diferenciación entre el delincuente común y el delincuente de cuello blanco, colocando en una posición favorable a estos últimos.
En muchos casos, la misma corrupción de las instituciones en combinación con unas leyes laxas llevan a que el autor de estos delitos no pague una pena ejemplarizante. De ahí que muchos expertos consideren a estos delincuentes como los criminales más peligrosos.
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