Discusiones que terminan mal, ¿qué podemos hacer?

Hay discusiones que terminan en gritos y en palabras desafortunadas. ¿Qué podemos hacer para sanar las heridas de esos encontronazos verbales? ¿Cómo recuperar una relación tras una discusión? Te damos las claves.
Discusiones que terminan mal, ¿qué podemos hacer?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 18 septiembre, 2024

La mayoría hemos vivido alguna de esas discusiones que terminan mal. De las que nos alejan de ciertas personas. Ideas opuestas, malentendidos, emociones llevadas al límite y palabras que quizá nunca debieron pronunciarse. Discutir provoca que emerjan muchas de esas situaciones que no pudieron controlarse en su momento y que, más tarde, solemos lamentar.

¿Qué se puede hacer en esas situaciones? ¿Hay alguna estrategia para cerrar heridas tras uno de esos encontronazos desafortunados? A menudo, suele decirse aquello de que con voluntad y buenas intenciones todo se repara. Sin embargo, en la práctica, esta idea de la sabiduría popular no siempre se cumple. Una discusión subida de tono deja secuelas, palabras que no se olvidan y emociones difíciles de digerir.

A veces, aun deseando ese acercamiento con la otra persona, ni siquiera nosotros mismos sabemos cómo empezar, qué hacer y qué decir. Algo así puede hacer que pasen los días y, poco a poco, dejemos ir para siempre esa relación de amistad, a ese compañero de trabajo o incluso a ese familiar. Conozcamos qué estrategias podríamos aplicar en estas situaciones.

Hombre preocupado por las discusiones que terminan mal


Discusiones que terminan mal ¿qué podemos hacer?

A lo largo de nuestra vida, nos han enseñado a leer, a resolver ecuaciones de segundo grado, a mantener conversaciones en otros idiomas y hasta a identificar si determinadas arquitecturas son góticas o románicas. Sin embargo, nadie nos ha iniciado en el arte de las discusiones. Algo así provoca que más allá de la formación y títulos que se dispongan, muchos acaben a gritos en medio de una discusión. Como lo haría un niño de tres años.

Decía el escritor André Gidé que las discusiones no hacen más que amplificar los malentendidos. No es cierto. En realidad, una discusión es más un proceso comunicativo en el que los interlocutores mantienen ideas contrapuestas. Si supiéramos dominar las emociones, expresarnos de manera asertiva y ser más hábiles a la hora de solucionar problemas no se darían estas situaciones.

Discutir, lejos de lo que podamos pensar, no es un problema. Siempre es positivo intercambiar diferentes puntos de vista, enriquecernos con el diálogo atendiendo otras posturas. Lo complejo llega cuando tenemos a alguien que se siente desafiado ante la opinión diferente. Lo complicado acontece cuando perdemos el control y nos dominan más las emociones que la razón.

¿Qué hacer tras esas circunstancias? ¿Cómo reaccionar ante esas discusiones que terminan mal?

Tiempo para meditar: salvar o no salvar la relación

Tras tener uno de esos encontronazos dialécticos y terminar de manera poco adecuada, lo ideal es darnos un tiempo. No debe ser mucho, por término medio nos bastan 24 horas para meditar sobre esa experiencia. Nuestro instinto nos puede impulsar a desear reparar cuanto antes ese vínculo; sin embargo, las prisas nunca son buenas. Es necesario meditar en los siguientes aspectos.

  • Responsabilidad propia y ajena. ¿Soy yo el responsable de que esa discusión haya terminado mal? ¿En qué me he excedido, qué no he sabido manejar? ¿Lo somos ambas partes, quizá? Debemos ser capaces de reflexionar en los propios errores y la responsabilidad tanto o más que en los ajenos. Solo así desarrollamos la autoconciencia y la necesidad de mejorar en esa habilidad social.
  • Valoraremos, a su vez, otra circunstancia: el hecho de que ya hayamos vivido más «encontronazos» con persona en concreto. Hay perfiles que usan la comunicación agresiva de manera constante, de los que no escuchan y discuten solo para tener razón y no para llegar a acuerdos. Debemos valorar por tanto si deseamos recuperar ese vínculo.

Tras reflexionar sobre esos dos puntos, decidiremos dar el paso: tomar contacto de nuevo con esa persona o pasar página.

Siento lo dicho, vamos a escucharnos

En los últimos años, los trabajos sobre resolución de conflictos integran algo más que técnicas comunicativas o estrategias para llegar acuerdos, etc. Estudios, como el llevado a cabo en la Universidad de Tel Aviv (Israel), destacan el papel de la regulación emocional. En realidad, este sería siempre el primer paso para lograr acercamientos. Por ello, a la hora de resolver ese desencuentro tras una discusión, es importante dominar el aspecto de las emociones.

  • Le haremos llegar a la otra persona nuestro arrepentimiento. Y lo haremos en un estado de calma, de equilibrio, ahí donde no está presente la ira, el rencor o el malestar de las palabras dichas.
  • Le comunicaremos que nuestra mayor necesidad es reparar el daño y escucharnos mutuamente.

Centrémonos en el aquí y ahora, prohibido sacar trapos sucios

Las discusiones que terminan mal y que desean ser reparadas, lo último que necesitan es rememorar el pasado. Si deseamos recuperar a esa persona, hay que evitar echarle en cara lo dicho, lo hecho o lo expresado. Traer de vuelta las frases de esa discusión pasada enciende de nuevo las mismas emociones adversas. No es el momento.

Hay que centrarse en el momento presente, dándonos nuevas oportunidades, perdonándonos mutuamente y haciendo ver que muchas de las palabras dichas fueron producto de las emociones, pero no del deseo expreso de hacer daño.

chicas hablando intentando solucionar las discusiones que terminan mal

Hay discusiones que terminan mal y personas que rectifican aprendiendo a comunicar mejor

Cuando pasamos por varias de esas discusiones subidas de tono, de las que terminan mal tras un intercambio de reproches, gritos y ultimátums, suelen pasar dos cosas. La primera es que acabamos lidiando con el pinchazo del enfado unas cuantas horas. La segunda es que intentamos reparar esa situación y lo hacemos reflexionando en esas estrategias que nos pueden permitir salvar la relación y llegar a acuerdos.

¿Cómo podemos hacerlo? Estas serían algunas pautas básicas que nos permitirán mejorar para hacer de las discusiones, un arte.

  • Escucha a la otra persona con interés.
  • Muestra empatía.
  • Repite alguna de sus frases para mostrarle que efectivamente, la estás escuchando.
  • Concreta las cosas en las que diferís, pero ten en cuenta esos aspectos en lo que sí estáis de acuerdo. Siempre es un buen punto de partida.
  • Haz propuestas asertivas, escucha las de la otra persona.
  • Crea puentes, focalízate en la resolución del problema y no en tener razón.
  • Controla emociones como la ira o el enfado.
  • Asume que, a veces, no es posible llegar a acuerdos. Ahora bien, ello no tiene por qué marcar un distanciamiento. Se puede convivir manteniendo puntos de vista diferentes sobre determinadas cosas.

Para concluir, pocas materias son tan decisivas para la convivencia que saber comunicar, entender cómo resolver problemas y dominar la competencia comunicativa de las discusiones. Hacerlo puede ser algo enriquecedor.


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