Disfruta de lo que no esperas
Nuestra vida está repleta de sucesos inesperados, momentos y situaciones que acontecen de improviso. Algunos se convierten en meras anécdotas con el paso de los días; y otros, transforman nuestra vida por completo. Unos lo hacen de forma claramente positiva y otros llegan a derrumbar nuestras expectativas. En cualquier caso, aprende a disfrutar de lo que no esperas.
Desde algo tan banal como reencontrarte con un compañero de colegio hasta ser despedido o conocer al amor de tu vida. Son muchos los sucesos que atraviesan nuestra cotidianidad cuando menos lo esperamos, y es sencillo alegrarse cuando se trata de eventos positivos. Pero también es necesario que aprendamos a afrontar con aceptación y optimismo aquellos menos halagüeños.
Sé flexible
Para poder disfrutar de lo que no esperas es imprescindible ser flexible. Vivimos organizando, planificando y prediciendo el futuro antes de que ocurra. Armamos planes, creamos expectativas y nos anticipamos. Todo esto, sin duda, puede resultar positivo. Pues tener un sueño y trazar un plan para alcanzarlo es motivante y enriquecedor.
Esto nos proporciona un rumbo, una meta y un propósito. Sin embargo es importante estar listos para reaccionar ante los cambios, para redirigir el plan a la luz de los acontecimientos nuevos. Nuestro plan ha de ser flexible y adaptable, pues de nada sirve seguir un mapa errado cuando el terreno muestra ser diferente.
Un imprevisto no significa que debas abandonar tu objetivo, solo que debes encontrar otros modos de llegar a él. Si te despiden de tu empleo, tal vez tu camino sea emprender. Quizá haciéndolo alcances una abundancia económica y una plenitud que en tu situación anterior ni siquiera imaginaste.
Si tu pareja termina la relación, no asumas que tus posibilidades de ser feliz se han terminado. Por el contrario aprovecha la oportunidad para hallar nuevos caminos. Tal vez centrándote en ti, desarrollando tu amor propio y tus habilidades de afrontamiento descubras una valentía y un poder que no creías poseer. Quizá este reencuentro contigo te ofrezca una felicidad a la que, en aquella relación nociva, no podías aspirar. Y quizá tu nuevo yo sea capaz de vincularse en una relación sana y magnífica.
No podemos saber cuándo la vida nos va a cambiar los planes. Por ello, para disfrutar de lo que no esperas, es necesario que aprendas a aceptar, a aprovechar la crisis como una oportunidad y a esperar y trabajar por lo mejor. Ponte metas, entusiásmate y camina hacia ellas, pero deja un hueco para la improvisación y la creatividad por si la ruta cambia.
Regalos inesperados
Sin embargo no todo lo inesperado es negativo. Muchas veces la vida nos sorprende otorgándonos regalos que nunca creímos recibir. Puede que esa persona que tan mal te cayó cuando te la presentaron se convierta en tu mejor amigo. Tal vez en esa salida con compañeros la que no tenías ganas de acudir conozcas al amor de tu vida. A lo mejor ese trabajo esporádico que no te entusiasma te abre las puertas al empleo que siempre deseaste.
Cada día mientras caminas por la calle, navegas por internet o conversas con tus conocidos puede presentarse ese evento que cambiará tu vida de la forma más positiva. La vida es impredecible y eso es lo que la convierte en una aventura apasionante. Pero has de estar abierto a recibir las sorpresas que tiene para ofrecerte.
Mantente abierto para disfrutar de lo que no esperas
Para ello no es necesario que te esfuerces, ni que hagas nada en concreto, solo mantente abierto. Mantén una actitud receptiva y positiva hacia las personas y los acontecimientos. Acostúmbrate a no juzgar, prejuzgar ni calificar de forma tajante. Por el contrario adopta una actitud de expectación optimista.
Si comienza a llover cuando planeabas salir al campo, en lugar de frustrate, acude a una cafetería a leer un libro. Si un amigo te propone cambiar vuestro plan de una cena por asistir a un concierto, medita su propuesta. Nunca sabes cuándo te va a sorprender la vida. Y cuando esas bendiciones inesperadas lleguen agradece, sonríe y disfruta.
Puedes llamar casualidad, destino o coincidencia. Lo cierto es que no podemos controlar todo lo que acontece, por ello la decisión más sabia reside en dejarse fluir con la corriente y disfrutar del trayecto.
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