Egosintónico y egodistónico: ¿te gusta o te molesta cómo eres?
Todos poseemos cualidades o atributivos propios que nos gustan y nos hacen sentir orgullosos; y también otros que nos incomodan, y desearíamos que no estuviesen ahí. Es lo que llamamos un rasgo o un síntoma egosintónico y egodistónico respectivamente.
Cabría pensar que los rasgos egosintónicos son positivos (ya que nos hacen sentir bien) y los egodistónicos son negativos (porque nos generan malestar). Sin embargo, esto no siempre es tan sencillo. Hay muchas conductas que nos causan conflictos con el entorno, aunque para nosotros no supongan un problema. Y, del mismo modo, hay características propias que rechazamos duramente y en realidad no tendríamos por qué hacerlo
Analizar estos aspectos es una excelente manera de desarrollarnos personalmente. Y es que trabajando con nuestro lado egosintónico y egodistónico, podemos aumentar el bienestar personal y el éxito en las relaciones.
Egosintónico y egodistónico: ¿qué significan estos términos?
El término egosintónico hace referencia a aquello que está en sintonía con el ego, con el yo. Son, por tanto, los pensamientos, las emociones y las conductas que son congruentes con lo que la persona piensa de sí misma y aceptables para su autoimagen. No causan ningún tipo de malestar ni conflicto interno y no se pretende cambiarlas.
Por ejemplo, una persona con trastorno de personalidad narcisista se encuentra cómoda con sus ideas de grandiosidad y su comportamiento poco empático. Y es que, aunque cause dolor en otros o le suponga problemas en sus relaciones, esos pensamientos y actitudes están alineados con lo que opina de sí misma y son congruentes con sus valores e ideales.
Por su lado, el término egodistónico hace referencia a lo que causa disonancia respecto al ego, al yo. Son los pensamientos, las emociones y las conductas que resultan incongruentes con la imagen que la persona tiene de sí, y entran en conflicto con sus valores y objetivos. Podemos encontrar multitud de ejemplos. Desde una persona homosexual que vive su orientación con culpa y vergüenza hasta un individuo con fobia social que sufre un gran malestar debido a su timidez y a su tendencia a evitar situaciones sociales.
Sin embargo, uno de los ejemplos más claros se produce en el trastorno obsesivo compulsivo. Estas personas suelen tener pensamientos intrusivos tan contrarios a sus valores que generan una ansiedad tan grande que es la que desencadena la compulsión.
Por ejemplo, a una madre que adora a sus hijos le puede surgir el pensamiento (mientras corta el pan) de que va a atacar a sus niños con ese cuchillo. O a una persona que ama a su pareja le puede asaltar la idea de que ya no siente nada y en realidad no la quiere. Estos pensamientos son tan inciertos, tan contrario a la verdad y a la esencia de estas personas, que la ansiedad se dispara incontrolablemente.
¿Cómo se relacionan con la tendencia al cambio?
Egosintónico y egodistónico son dos términos muy empleados en el ámbito de la psicología a la hora de categorizar los síntomas de las personas. Y es que la forma en que cada uno percibe, interpreta y valora sus actitudes resulta determinante a la hora de buscar un cambio.
Si yo estoy conforme y me siento cómodo con mi forma de ser y de proceder, no se me pasará por la cabeza que sea necesario cambiar nada en mí. Por el contrario, si esa característica me causa malestar o me resulta incongruente con quien soy, esa incomodidad me impulsará a hacer cambios.
Ahora bien, hay situaciones en las que un rasgo o un síntoma egosintónico sí necesita ser modificado; pues, aunque a la persona no le cause conflicto ni desagrado, en realidad está perjudicando su vida o a otros. Por ejemplo, una persona con apego evitativo que está destruyendo su relación sin darse cuenta por considerar que su “necesidad de independencia” es normal y legítima.
Sin embargo, en otros casos, el objetivo no será cambiar la conducta, sino la valoración que estamos haciendo de esos pensamientos o comportamientos que nos perturban. Por ejemplo, la persona que se juzga duramente a sí misma y se rechaza por ser tímida, puede dejar de percibir este rasgo como egodistónico si deja de ser tan autoexigente y adopta un pensamiento más flexible.
Reflexiona sobre ti
En definitiva, si quieres conocerte mejor y trabajar en ti, puedes comenzar por analizar tus aspectos egosintónico y egodistónico. Enumera tus principales cualidades, pensamientos y actitudes y determina si te sientes cómodo o inconforme con ellos.
A continuación, analiza si te están trayendo repercusiones positivas o negativas. Y, una vez te hayas decidido a realizar cambios, define si necesitas modificar tu forma de actuar o solo tu forma de interpretar y juzgar lo que sucede.
En este proceso, resulta de gran ayuda contar con apoyo profesional. Y es que una persona cualificada puede guiarnos en este cambio e incluso ayudarnos a descubrir aquellas áreas que quizá no nos molestan, pero sí requieren trabajo.
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