El experimento del muñeco Bobo y la agresividad

El experimento del muñeco Bobo fue el instrumento de Bandura para validar su teoría del aprendizaje social. Descubre aquí en qué consiste.
El experimento del muñeco Bobo y la agresividad
María Prieto

Escrito y verificado por la psicóloga María Prieto.

Última actualización: 20 septiembre, 2022

Entre los años 1961 y 1963, el psicólogo canadiense Albert Bandura realizó un experimento para analizar el comportamiento de los niños al ver a modelos adultos mostrando conductas agresivas hacia un muñeco. De hecho, el experimento del muñeco Bobo es la demostración empírica de una de sus teorías más conocidas, la teoría del aprendizaje social.

Esta teoría plantea que buena parte del aprendizaje humano se da por el contacto con el medio social. Al observar a otros, se adquieren determinados conocimientos, habilidades, estrategias, creencias y actitudes. Así, cada individuo aprende sobre la utilidad, conveniencia y consecuencias de diversos comportamientos fijándose en determinados modelos y actúa de acuerdo con lo que cree que debe esperar como resultado de sus actos.

“El aprendizaje es bidireccional: nosotros aprendemos del entorno, y el entorno aprende y se modifica gracias a nuestras acciones”.
-Albert Bandura-

La investigación de Bandura

Albert Bandura está considerado una de las mayores eminencias en el campo del aprendizaje social. Ha recibido el título de Doctor Honoris Causa en universidades de distintos países por sus contribuciones a la psicología. Una investigación realizada en el año 2002 situó a Bandura en el cuarto puesto entre los psicólogos de referencia más citados de todos los tiempos, después de Skinner, Freud y Piaget.

Bandura no estaba de acuerdo con la postura de los conductistas porque consideraba que subestimaba la dimensión social del comportamiento humano. Por ello, enfocó su estudio en la interacción entre el aprendiz y el entorno para explicar los procesos de aprendizaje. 

Albert Bandura

En 1961, este investigador empezó a analizar diferentes métodos para tratar a niños excesivamente agresivos, identificando el origen de la violencia en las conductas que presentaban. Para ello, puso en marcha su famosa y mundialmente conocida investigación: el experimento del muñeco Bobo. Veamos de qué trata a continuación.

El experimento del muñeco Bobo

Albert Bandura, con el objetivo de proporcionar una base empírica a su teoría, desarrolló este experimento. Los resultados obtenidos cambiaron el curso de la psicología de la época, ya que el experimento del muñeco Bobo fue pionero en cuanto a la conducta de agresividad en los niños.

Características del estudio

La base sobre la que se sustentaba el proceso experimental consistía en demostrar que ciertas conductas eran aprendidas por los más pequeños a partir de imitar acciones de modelos adultos. En el estudio participaron 36 niños y 36 niñas, de entre 3 y 5 años de edad. Todos eran alumnos de la guardería de la Universidad de Stanford.

Los niños se organizaron en 3 grupos: 24 fueron expuestos al modelo agresivo, 24 al modelo no agresivo y los restantes al grupo control. Los grupos fueron a su vez divididos por sexos (niños y niñas). Y los investigadores se aseguraron de que la mitad de los niños estuvieran expuestos a las acciones de adultos de su mismo sexo y la otra mitad a algunos del sexo opuesto.

De forma individual, tanto en el grupo agresivo como no agresivo, cada niño era observador de la conducta de un adulto hacia el muñeco Bobo (un muñeco hinchable de plástico de un metro y medio de alto, que al ser balanceado recuperaba de nuevo su equilibrio).

Predicciones

Bandura hizo varias predicciones clave sobre lo que ocurriría durante el experimento del muñeco Bobo.

  • Los niños se comportarían de forma más agresiva que las niñas.
  • Los niños que observaron a un adulto actuando agresivamente probablemente actuarían agresivamente incluso cuando el modelo adulto no estuviera presente.
  • Es más probable que los niños imiten modelos del mismo sexo que modelos del sexo opuesto.
  • Los niños que observaron el modelo adulto no agresivo serían menos agresivos que los niños que observaron el modelo agresivo. El grupo de exposición no agresiva también sería menos agresivo que el grupo de control.

Procedimiento

En el escenario del modelo agresivo, el adulto comenzaba jugando con los juguetes de la sala durante aproximadamente un minuto. Después de este tiempo el modelo iniciaba un comportamiento agresivo hacia el muñeco, pegándole o utilizando un martillo de juguete para golpearlo en la cara.

En el modelo no agresivo, el adulto jugaba sin más con el muñeco. Y por último, en el grupo control no existía observación previa de interacción con ningún modelo.

Más adelante, los niños fueron  pasando uno a uno a la sala con los juguetes y el muñeco Bobo. Estos fueron grabados con cámaras para registrar su comportamiento tras haber contemplado las formas de actuar de los modelos adultos.

Imágenes del experimento del muñeco Bobo

Conclusiones

Bandura determinó que los niños expuestos al modelo agresivo eran más propensos a actuar con agresiones físicas que los que no fueron expuestos a dicho modelo.

En cuanto a los resultados referidos a las diferencias de género, estos apoyaron firmemente la predicción de Bandura de que los niños estaban más influenciados por los modelos de su género.

Además, entre los niños que habían estado presentes en el escenario del modelo agresivo, el número de ataques físico exhibidos fue mayor en los niños que en las niñas. Es decir, los niños mostraron más agresividad cuando se expusieron a los modelos masculinos agresivos.

Otros resultados destacados fueron:

  • Hubo más agresión parcial y no imitativa entre aquellos niños que habían observado un comportamiento agresivo, aunque la diferencia para la agresión no imitativa fue pequeña.
  • Las niñas en la condición de modelo agresivo también mostraron más respuestas agresivas físicas si el modelo era hombre, pero más respuestas agresivas verbales si el modelo era mujer. Sin embargo, la excepción a este patrón general fue la observación de la frecuencia con la que golpeaban a Bobo, y en este caso los efectos del género se invirtieron.
  • Los niños eran más propensos a imitar modelos del mismo sexo que las niñas. La evidencia de que las niñas imitan a modelos del mismo sexo no es sólida.

Investigaciones posteriores

Por otro lado, en 1965 se llevó a cabo algo similar al experimento del muñeco Bobo para establecer los efectos de premiar o castigar el comportamiento erróneo y violento. Las conclusiones que se obtuvieron validaban la teoría del aprendizaje por observación; y es que cuando los adultos son recompensados por sus conductas violentas, los niños son más propensos a seguir golpeando al muñeco. Sin embargo, cuando los adultos son reprendidos, los niños, consecuentemente, dejan de golpear al muñeco Bobo.

“En toda sociedad y en toda colectividad existe o debe existir, un canal, una puerta de salida por donde puedan liberarse las energías acumuladas en forma de agresividad”.

-Frantz Fanon-

Críticas al experimento del muñeco Bobo

Como en todas las teorías, el aprendizaje social de Bandura no quedó exento de críticas. En concreto, este experimento recibió las siguientes:

  • Se señaló que los sujetos del experimento eran todos hijos de estudiantes de Stanford, de clase acomodada y exclusivamente caucásicos, lo que limitaba la muestra a unos parámetros raciales y socioeconómicos muy específicos.
  • También se criticó la duración del experimento, ya que entre los estudios realizados en 1961 y 1963 podrían haber actuado multitud de influencias externas y factores desconocidos sobre los niños, sin contar su propia maduración.
  • Los sujetos podrían haber actuado de esta manera violenta no necesariamente por agresividad vicaria, sino también por mera imitación de los adultos o por deseo de complacerles.
  • La forma y las características del muñeco invitaban expresamente a empujarlo y golpearlo, lo que destruiría la validez externa del experimento.
  • En 2001 se descubrió que el lóbulo frontal no se desarrolla de manera significativa hasta los 8 años, lo que impediría a los niños juzgar el valor de sus actos y separar la realidad de la fantasía.
  • Y por supuesto, se señaló que la teoría del aprendizaje social que estaba tratando de probarse en este experimento desestimaba la influencia vital de los rasgos de personalidad de origen genético, el nivel de desarrollo del cerebro y las diferencias en el aprendizaje.

Como vemos, los niños tienden a imitar aquello que ven en sus modelos o figuras de referencia, por esta razón es muy importante cuidar los comportamientos y actitudes que llevamos a cabo tanto en el ambiente familiar como educativo.


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