El mito de Afrodita y Ares, la unión de belleza y guerra

El mito de Afrodita y Ares es muy interesante por diversas razones. La primera de ellas, porque nos habla de un tema que es recurrente en la mitología griega: el extraño vínculo que existe entre la belleza y la guerra. Estos dos dioses mitológicos consagran esa asociación.
El mito de Afrodita y Ares, la unión de belleza y guerra
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 25 mayo, 2022

El mito de Afrodita y Ares es uno de los más interesantes de la mitología Griega. Digamos primero que Afrodita era la diosa de la belleza y del amor sexual. Había nacido del mar y su belleza era superior a la de cualquier criatura. Todos los que la veían, dioses y mortales, quedaban prendados de su hermosura y ella lo sabía. En parte, por eso era muy vanidosa.

Hefesto, dios del fuego, de la forja, de los herreros y de los artesanos, era uno de los que amaba a Afrodita en secreto. Hefesto era hijo de Hera y de Zeus, dios de dioses. También era todo lo contrario de Afrodita: una criatura poco agraciada. De hecho, según el mito de Afrodita y Ares, cuando Hefesto nació su propia madre se molestó con su fealdad y lo expulsó del Olimpo.

Hefesto era cojo y jorobado. Tenía un aspecto descuidado y desagradable. Ante el rechazo humillante que recibió de su propia madre, decidió vengarse. Por eso construyó en su taller un trono mágico y mediante engaños  consiguió que Hera se sentara allí. Al hacerlo, ella quedó atrapada sin poder moverse.

A los últimos a quienes perdonamos su infidelidad es a aquellos a quienes hemos decepcionado”.

-Emil Cioran-

Afrodita

Hefesto y Afrodita

Ante las súplicas de Hera, Hefesto puso una sola condición para liberarla: que los dioses le dieran a Afrodita como esposa. Zeus le concedió el deseo. Cuenta el mito de Afrodita y Ares que a la diosa de la belleza no le hizo ninguna gracia la situación. Detestaba a Hefesto porque no era hermoso como ella.

Hefesto trataba sin descanso de ganarse el afecto de Afrodita. Diseñaba para ella hermosas joyas en su taller. Sin embargo, ella no tenía ningún interés en el dios del fuego. Por el contrario, cada vez que podía, le era infiel con otros dioses, e incluso con mortales, sin que su esposo se diera cuenta.

Por otra parte estaba Ares, dios de la guerra , de la violencia, de la virilidad masculina y defensor de los más débiles. También era hijo de Hera y Zeus. A diferencia de Hefesto, tenía una figura muy hermosa. También tenía debilidad por las diosas y las mujeres. Nunca se tomaba la molestia de conquistarlas, sino que simplemente las hacía suyas.

El mito de Afrodita y Ares

Según lo que señala en mito de Afrodita y Ares, cuando el dios de la guerra se encontró con la diosa de la belleza, se enamoró  perdidamente. A diferencia de lo que hacía con sus otras amantes, decidió cortejarla. La llenaba de regalos y halagos para ganar su amor. Los dos pasaban mucho tiempo juntos, hasta que Afrodita le correspondió plenamente.

Hefesto, su esposo, pasaba todas las noches en su taller de forja. Los dos amantes aprovechaban esta situación para amarse hasta el amanecer. A Ares siempre le acompañaba un joven llamado Alectrión. Él se quedaba vigilando la puerta. Su misión era avisarles en qué momento aparecía Helios, el Sol, en el horizonte. Helios todo lo veía y ellos debían mantener su romance en secreto.

Para los griegos, cualquier dios o diosa podía tener todo tipo de escarceos amorosos con quien quisiera. Lo que no estaba permitido era tener un solo amante y mantenerlo, es decir, una infidelidad formal. La relación que sostenían Afrodita y Ares era precisamente eso.

Incluso, Hefesto sabía de los encuentros  de su esposa con otros, casi siempre mortales, y nunca le preocuparon porque, siendo como era Afrodita la diosa del deseo, lo tomaba como parte de su quehacer divino.

Ares

El castigo

Todo andaba bien, hasta que un día, Alectrión, cansado de la rutina diaria, se quedó dormido mientras vigilaba. Por eso no pudo avisar que Helios ya estaba ahí. Este último vio a los amantes entre las mismas sábanas en las que Afrodita dormía con Hefesto. Lleno de indignación, buscó al dios del fuego y se lo contó todo.

Cuenta el mito de Afrodita y Ares que Hefesto se sintió herido en lo más profundo de su corazón. Como era costumbre, solo pensó en vengarse. Para hacerlo, diseñó una fabulosa red de hilos de oro. Eran tan finos que no se veían, pero al mismo tiempo eran extremadamente resistentes. Valiéndose de artimañas, dejó la red de hilos de oro sobre la cama. Luego le dijo a Afrodita que se iría de viaje.

Ares, que siempre estaba al tanto de lo que hacía Hefesto, aprovechó la ocasión para ir inmediatamente a ver a Afrodita. Cuando se estaban amando, la red de hilos de oro cayó sobre ellos y los atrapó. De inmediato, Hefesto se hizo presente y convocó a todos los dioses para humillarles y dejar patente la traición de su esposa. Estos se rieron tanto de la situación, que su carcajada pareció eterna.

Se desconoce quién pasó más vergüenza, si los amantes descubiertos o el marido engañado. Se armó un gran escándalo: Hefesto exigiendo la devolución de la dote, los dioses carcajeándose y más de uno deseando ocupar el lugar de Ares.

Huida y Desenlace

Finalmente, los amantes fueron liberados y ambos prometieron que no volverían a repetir la experiencia. Los dos huyeron tan pronto como levantó la red. Ares se ocultó durante un tiempo en Tracia y Afrodita se marchó a Chipre.

Pero, por desgracia para el abochornado marido, los amantes no se esforzaron mucho por mantener su promesa. La relación de Ares y Afrodita se consolidó. De su unión nacieron hijos de carácter belicoso como su padre: Deimos y Fobos (hermanos gemelos, a quienes se les conoce como la personificación del temor y el horror). Así como también, tuvieron hijos de carácter voluble y apasionado: Eros (Cupido), Anteros y Armonía.

Posterior al escándalo, todos los dioses comprendieron que ni el amor ni la guerra son controlables, que la fuerza del deseo es imparable y que no hay leyes que puedan regir los sentimientos. Y así, la historia de amor escandaloso de estos dos dioses pudo continuar y continuará hasta el fin de los tiempos.


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  • De Inda, C. M. (2001). Una comedia vital. El episodio de Ares y Afrodita. Cuadernos de Literatura, (10), 47-54.

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