El mito de Atenea, la diosa de la guerra justa

El mito de Atenea, que para los romanos era Minerva, fue uno de los más extendidos en el mundo antiguo. Se cree que es la diosa griega con más representaciones en todo el mundo, pues su figura aparece en Grecia, Asia menor, India, África del norte e incluso Iberoamérica.
El mito de Atenea, la diosa de la guerra justa
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 05 junio, 2020

El mito de Atenea es uno de los más bellos de la mitología griega y nos habla de una diosa que parece encerrar una paradoja en sí misma: era la divinidad de la sabiduría, pero al mismo tiempo de la guerra. Eso mismo la hace un personaje muy singular.

Los griegos pensaban que había dos tipos de guerra. Una era salvaje y bárbara, inspirada por la ira y la venganza. Ese tipo de guerra era regido por Ares. Al mismo tiempo, existía otro tipo de confrontación que se daba por causas justas y estaba guiado por la inteligencia. Esa segunda idea es la que da origen al mito de Atenea.

Esa deidad también era llamada “protectora de las civilizaciones” y, en particular, de Atenas, que deriva de su nombre. El mito de Atenea recalca la idea de que existe un uso legítimo de la fuerza en determinadas circunstancias. También que ese uso debe plegarse a los principios de la justicia y debe estar guiado por la razón.

La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido”.

-Friedrich Nietzsche-

Monumento de Grecia

El origen del mito de Atenea

El nacimiento de la diosa es uno de los episodios más bellos del mito de Atenea. La primera esposa de Zeus fue Metis, una titánide que se considera la personificación de la prudencia y la astucia, pero también de la perfidia. Se cuenta que Urano y Gea profetizaron que la pareja tendría dos hijos y que uno de ellos destronaría a Zeus.

Temiendo a la profecía, el propio Zeus se tragó a su esposa y amante tan pronto supo que estaba encinta. Tiempo después, el dios del trueno comenzó a sentir horribles dolores de cabeza. Entonces le pidió a Hefesto, dios del fuego y de la herrería, que le ayudase. Este tomó un hacha de doble hoja y abrió la cabeza del dios.

Para sorpresa de todos, de la herida salió la diosa Atenea, que ya era adulta y venía armada al mundo. Lo primero que hizo fue dar un grito de guerra y como provenía de la cabeza del rey del Olimpo se asumió que su mayor don era la sabiduría. Atenea se convirtió en la hija predilecta de Zeus, quien siempre estuvo atento a ayudarla.

Atenas y los ojos del búho

Atenas era la joya de la corona en Grecia y los dioses se disputaban el privilegio de ser su regente. Cuenta el mito de Atenea que finalmente ella y el dios Poseidón  entraron en competencia para convertirse en los protectores de esa polis. Poseidón les regaló a los habitantes un lago, el cual formó cuando golpeó la tierra con su tridente. Sin embargo, las aguas eran saladas, por lo que no les servía mucho a los pobladores.

Atenea, en cambio, plantó un árbol de olivo y le enseñó los secretos de su cultivo a los atenienses. El fruto era muy valorado y, además, se consideraba símbolo de la paz. Por eso, sin dudarlo, los pobladores decidieron que la ciudad sería regida por la diosa Atenea.

Después de esto, la diosa les enseñó a extraer el aceite de oliva, aumentando la prosperidad de la ciudad. También les aseguró que siempre los vigilaría a través de las hojas de la planta. Los griegos pensaban que la luna reflejada en las hojas del olivo era señal de que la diosa los estaba mirando. Más adelante, creyeron que tomaba la forma de búho y por eso asociaron a ese animal con la sabiduría.

Atenea

La diosa virgen

El mito de Atenea señala que esta diosa decidió permanecer virgen por toda la eternidad, pero también exigía que quienes la veneraran en su templo hicieran un voto similar. De lo contrario, serían castigadas y expulsadas. Había una hermosa doncella que estaba consagrada a su culto; su belleza era tanta, que desató un deseo irrefrenable en Poseidón.

El dios de los océanos, llevado por la pasión, se infiltró en uno de los templos de Atenea y tomó a la doncella por la fuerza. Cuando Atenea se enteró, montó en cólera. No solo expulsó a la doncella de su templo, sino que también la transformó en una criatura horrorosa, con cabellos formados por serpientes y unos ojos de fuego. El nombre de esta criatura era Medusa.

De ahí en adelante, cualquier hombre que mirara a Medusa a los ojos, quedaría petrificado. La criatura se fue al exilio y comenzó a hacer estragos en Grecia. Petrificaba a cualquier hombre que le parecía injusto y protegía a las mujeres. Furiosa por esa conducta, Atenea envió a Perseo para que le quitara la cabeza y la misión fue cumplida. Así era la diosa: implacable.


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  • Bernárdez-Zapata, M. El espejo de Atenea, un acercamiento a la metáfora de la visión en María Zambrano.
  • FIGŪRAS: Revista académica de investigación
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  • (2).

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