El sentido del gusto cambia con la edad
El sentido del gusto es complejo y su evolución está muy condicionada por el paso de los años. Con el paso del tiempo se modifica la forma en la que percibimos los sabores. De hecho, es posible que ya no agraden algunos alimentos, mientras que otros empiezan a gustar.
El sentido del gusto convierte el acto de comer en un placer. Se come para sobrevivir, pero además ale gusto añade a la ingesta de alimentos una potencial satisfacción. De este modo, lo que se concluye es que la edad también incide en la percepción de lo que es agradable.
A diferencia de la vista o el oído , el sentido del gusto no funciona solo. Se combina con el ojo, el olfato, el oído y el tacto para operar. La comida se degusta con todos los sentidos y esto hace que el sabor sea en realidad una experiencia bastante sofisticada.
“Las comidas sabrosas no lo son por sí mismas. Los alimentos no son deliciosos a menos que uno lo crea así. Aunque la mayoría de la gente cree que las carnes de vaca y pollo son deliciosas, a una persona que por razones físicas o espirituales ha decidido que no le gustan, le parecerán repugnantes”.
-Masanobu Fukuoka-
El sentido del gusto
El sentido del gusto tiene mucho que ver con el instinto de supervivencia. Permite percibir si un alimento está en buen estado o no. También interviene en la percepción de sabores tóxicos que podrían causar daños al organismo. De este modo, de forma automática tienden a rechazarse algunos sabores.
Así mismo, gracias a este sentido se puede captar si un alimento tiene alguno de los nutrientes que más requiere el cuerpo. Cuando una comida ofrece un elevado número de elementos nutritivos y estos se encuentran equilibrados, lo más probable es que resulte más apetitosa.
Aun así, el sentido del gusto puede ser engañado con relativa facilidad. Los edulcorantes aportan la sensación de estar comiendo determinado nutriente, cuando no es así. De igual modo, hay sabores que seducen, como el umami; este le da a la comida un regusto muy particular y además induce más salivación y agrado. Sin embargo, no necesariamente corresponde a comidas más nutritivas.
El gusto cambia con la edad
Si una persona pierde alguno de los otros sentidos, el gusto se ve afectado. Esto se comprueba fácilmente cuando una persona está resfriada y pierde temporalmente el olfato. A partir de este momento, siente que la comida “no sabe a nada”, lo que en muchos casos hace que cambie sus patrones de alimentación.
Pues bien, hacia los 60 años ocurre algo así en el organismo. Las sensaciones olfativas comienzan a bajar en intensidad. Esto se incrementa y llega a un pico máximo hacia los 70 años. El declive del olfato se debe a que los receptores olfativos, ubicados en la parte trasera de la cavidad nasal, son cada vez menos capaces de regenerarse.
Así mismo, la edad hace que haya cambios en la estructura de las papilas gustativas. Estas son las receptoras del sabor y se ubican principalmente en la lengua, pero también en el paladar. Un tipo específico de estas papilas (fungiforme) disminuye en cantidad y calidad con la vejez. En estas condiciones, hay menor capacidad para saborear la comida.
Los sabores en la edad avanzada
A todo lo anterior se suma el hecho de que muchas personas pierden su dentadura, o parte de ella, a una edad avanzada. Lo habitual es que se utilicen dentaduras postizas, pero si estas no ajustan del modo adecuado llevan a que la salivación y la masticación no sean tan eficientes. Esto, al final, reduce el contacto de la comida con las papilas gustativas.
El envejecimiento también lleva a que haya menos salivación. Con los años, la cantidad de fluido disminuye y los componentes de los alimentos no se disuelven con la misma facilidad. Esto hace que el sabor no se perciba de forma plena y lleva a que el sentido del gusto se reduzca con la edad.
Si a todo lo anterior se suma la ingesta habitual de medicamentos y el consumo de elementos como el tabaco, las cosas son aún más severas. De esta forma, los tratamientos para el cáncer, así como las lesiones en la cabeza y las infecciones respiratorias inciden en la agudeza del sentido del gusto. Algunas de esas condiciones son relativamente habituales a una edad avanzada.
Por supuesto, la capacidad de saborear no disminuye en todas las personas de la misma forma. A veces es más leve y en otras ocasiones más severa. Como en tantos otros casos, un estilo de vida saludable hace que el gusto sufra cambios menos pronunciados.
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- Smith, D. V., & Margolskee, R. F. (2001).
- El sentido del gusto
- . Investigación y ciencia, 296, 4-12.