El síndrome de Yentl o por qué mueren más mujeres por infarto de miocardio
El síndrome de Yentl pone en evidencia que hay algo que va mal en la medicina desde hace bastantes décadas. Es ese dato que nos dice que la mayoría de las investigaciones médicas y los ensayos clínicos sobre fármacos se suelen hacer en la población masculina. No se han tenido en cuenta, por lo tanto, las posibles diferencias entre sexos y cómo afectan determinados medicamentos en las mujeres.
Es más, este síndrome define también esas situaciones en las que las mujeres reciben diagnósticos erróneos al no ajustarse a la sintomatología más clásica, esa que se ha estipulado partiendo de un modelo masculino.
Para entenderlo mejor, a día de hoy sabemos que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en las mujeres porque falla el diagnóstico.
También se sabe que en las poblaciones con un nivel socioeconómico más bajo, ellas tienen hasta un 25 % más de probabilidades de morir de un infarto frente a la población masculina. El dato sin duda es relevante.
Una causa que explica este elevado índice es el siguiente: la mayoría conocemos los síntomas más frecuentes asociados a un infarto, tales como dolor en el pecho, ardor, dolor en un brazo, etc. Sin embargo, esta sintomatología es prototípica solo en los hombres.
Ellas presentan otras características diferenciales que no todo el mundo conoce y que, si no son tenidas en cuenta, pueden llevar a diagnósticos erróneos al llegar a urgencias. Todos estos datos los aporta la escritora Caroline Criado-Perez en su libro La mujer invisible, un ensayo que profundiza, entre otras cosas, en la brecha de género existente en la medicina y las industrias farmacéuticas.
El síndrome de Yentl, ¿en qué consiste?
La medicina ha estado tradicionalmente en manos masculinas. Todo buen amante del cine recordará una de las películas más famosas de Barbra Streisand, esa en la que interpreta a una brillante joven judía ávida de conocimiento que se ve forzada a hacerse pasar por hombre para poder estudiar. Esa producción de 1983 se llamaba Yentl y su historia da nombre a una realidad social que viene dándose desde hace varias décadas.
En el 2016, la doctora Alyson J. McGregor, de la Universidad Brown de Rodhe Island, publicó un extenso estudio sobre el tema. La realidad es que llevamos bastantes años centrando la investigación médica y farmacéutica principalmente en hombres. Es más, tal y como ella misma señala, a pesar de que la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte de las mujeres, solo un tercio de los sujetos de ensayos clínicos se llevan a cabo en este sexo.
Muchos podrían poner en cuestión la importancia de la diferencia o el detalle. Al fin y al cabo, todos somos personas, contamos con los mismos órganos, un mismo metabolismo y sufrimos prácticamente las mismas enfermedades. Quien asuma esto, evidentemente se equivoca.
El síndrome de Yentl nos recuerda que hombres y las mujeres son diferentes a nivel celular, a nivel hormonal y metabólico.
Eso también implica que las enfermedades, los tratamientos y los productos químicos no nos afectan de manera similar. Un ejemplo: se ha descubierto que el ácido acetilsalicílico (la aspirina) es eficaz para prevenir un primer ataque cardíaco en los hombres.
Sin embargo, no ocurre lo mismo en mujeres, en especial en aquellas comprendidas entre los cuarenta y cinco y sesenta y cinco años (momento en que se inicia o se padece ya la menopausia).
Ahora bien, pero ¿por qué ha ocurrido esto? ¿tiene alguna explicación?
¿Por qué las mujeres han sido históricamente excluidas de la toxicología o la investigación biomédica?
El síndrome de Yentl incide en el hecho de que cuando una mujer está sufriendo un infarto y acude a urgencias, es más probable que reciba antes un ansiolítico que la asistencia que de verdad necesitaría. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué la investigación biomédica ha dejado a un lado a la mujer?
En un artículo de The Guardian del 2015, la doctora Tamara James-Todd, epidemióloga de la Facultad de Medicina de Harvard, nos habla de este tema.
Durante mucho tiempo la medicina pensó que el tema del sexo y el género no era importante en la investigación médica. Además, existía otro factor importante: las leyes federales excluían a las mujeres en edad de procrear por temor a que en los ensayos clínicos sufrieran daños teratogénicos.
Asimismo, realidades como la menstruación y los cambios hormonales arrojaban datos complejos e inciertos. El modelo masculino era, por tanto, más adecuado en la investigación clínica.
El síndrome de Yentl y la necesidad de no excluir a la mujer en la investigación médica
La comunidad médica es muy consciente de este hecho y del síndrome de Yentl. Tanto es así que estudios, como el llevado a cabo en la Universidad de Ohio por la doctora Katherine Liu, destacan que ya estamos viendo un cambio en las agencias de medicamentos.
Ya en el 2001 el Instituto de Medicina Estadounidense llegó a la conclusión de que el sexo (ser hombre o mujer) debería reconocerse como una variable decisiva en la investigación y debería tenerse muy en cuenta. El dato más evidente es que cada año mueren un gran número de mujeres de ataques cardíacos porque sus médicos no los han sabido detectar.
Asimismo, existe otra realidad en la que reflexionar. Hay enfermedades como la endometriosis que apenas cuentan con una investigación médica detrás. A día de hoy sigue tardándose mucho en diagnosticar y lo peor de todo es que no hay cura.
Por tanto, somos conscientes de que hay cambios, que los organismos médicos conocen el síndrome de Yentl y que la realidad mejorará poco a poco. No obstante, son muchas las mujeres que están falleciendo de infartos no detectados y esa, es una emergencia que requiere de una mayor atención y sensibilidad.
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- Criado. Pérez, Caroline. La mujer invisible. Barcelona: Seix Barral
- Katherine A. Liu y Natalie A. Dipietro Mager. Women’s involvement in clinical trials: historical perspective and future implications. Pharm Pract (Granada). 2016 Jan-Mar; 14(1): 708. P doi: 10.18549/PharmPract.2016.01.708 PMCID: PMC4800017
- J. McGregor, Alison. Sex bias in drug research: a call for change. The Pharmaceutical Journal 16 MAR 2016