Espero que estés bien
Espero que estés bien. Espero que sepas que no tienes que “estar feliz siempre” contra todo pronóstico, que hay momentos de bajón y que justo entonces, tu hogar puede convertirse en un refugio. Y no solo tu hogar físico, sino también tu hogar espiritual.
Sí, tu hogar puede ser tu refugio. Ojalá este se alce a tu alrededor como una esfera transparente de protección, con muros gruesos, como los de las iglesias románicas de la Edad Media, que protegían de las inclemencias temporales y las guerras.
Haruki Murakami s eñalaba en uno de sus libros que todos estamos “obligados” a pasar por tormentas. También comentaba que, pasadas las nubes, quizás no sepamos muy bien cómo o por qué hemos logrado sobrevivir, incluso podemos llegar a dudar de que esa tormenta realmente existiera.
¿Sientes que estás bajo una tormenta ahora mismo? En ese caso, no te atormentes pensando en el “mañana”. Trata de mantener la mirada en el momento presente y enfócate en avanzar un paso a la vez.
Ante el malestar, la inquietud y la incertidumbre, la pausa y el recogimiento pueden ayudar a mitigar esas ansias que produce el futuro y, poco a poco, recobrar las fuerzas.
Aunque cueste, cuando te surge un cambio de planes y parece que estás en una pequeña barca en medio de un mar de incertidumbre, procura gestionar la frustración y entender que, para que la vida continúe, debes cuidarte y hacer de tu interior un hogar, un refugio que te permita recobrar la tranquilidad, el sosiego y la perspectiva.
Espero que estés bien y que sepas que es necesario que te cuides siempre, pero sobre todo cuando te sientes mal. Espero que no olvides que, aunque parezca que estás solo, tienes un hogar dentro de ti, un espacio para ti donde resguardarte de la borrasca.
Seas de donde seas, espero que estés bien
Seas de donde seas, espero que estés bien. No importa que tu hogar esté en Escocia, Kenya, Argentina o Nueva Zelanda. No importa si te sientes decaído porque no pudiste resolver un conflicto como querías o ansioso porque aún desconoces lo que pueda depararte el futuro. Espero que aún cuando parezca que tienes un gran problema encima, estés bien contigo mismo y que puedas reconfortarte y recuperar tu calma al volver la vista hacia tu mundo interior.
Las tormentas pueden azotar cualquier costa y las borrascas pueden atravesar grandes extensiones, pero no lo hacen para siempre. Por eso mismo, aunque ahora mismo te puedas sentir “revuelto” o “salpicado” de tormenta, no desesperes. En algún momento, las nubes se disipan. No están allí por siempre.
Cuídate, solo con eso ya estás haciendo mucho
Si te sientes triste, sin fuerzas, esperanzas ni ganas, no te castigues. En lugar de ello, cuídate, cultiva tu mundo interior. Refúgiate en ese hogar que llevas dentro y que puede volverte a hacer entrar en calor cuando más lo necesitas. Abrázate, perdónate, permítete dejar ir lo que te ata un ancla a los pies y te lleva hacia el fondo del mar.
No te enfoques en mirar todo el rato la negrura de las nubes allí fuera. Pregúntate cómo te sientes, atiéndete. Vela por tus necesidades y verás cómo luego puedes sentirte mejor contigo mismo y con los demás.
Cuando haces de tu interior un hogar, un refugio, un agradable mundo propio, puedes encontrar quietud aún en momentos difíciles y ganar fortaleza.
Sé que tienes miedo, y eso no es malo
Todos podemos sentir miedo y eso no está mal. Ante cualquier situación inesperada y lo desconocido, es perfectamente normal experimentar temor. Ahora bien, no permitas que esta emoción te secuestre; de lo contrario, la angustia solo crecerá y te sentirás peor.
Ante el futuro incierto, intenta mantener la mirada en el presente, poniendo bajo control lo único que puedes dominar: tus decisiones y comportamiento. Mantén la calma y vive el momento. Cultiva tu interior, cobíjate en ti mismo y permítete disfrutar de la quietud para recuperar fuerzas.
Y si miras a través de la ventana, espero que estés bien y no te enfoques solamente en las nubes más negras, sino en los haces de luz que se cuelan a través de ellas y que alcanzan a tocar la tierra. Busca a tu alrededor algo agradable: el canto de un pájaro, el verde de la hierba que se cuela entre adoquines, el aire que juguetea con las hojas caídas… Siempre hay algo en qué fijar la vista para despejar los pensamientos oscuros.