Estrés crónico: definición, tipos y tratamiento

Estrés crónico: definición, tipos y tratamiento
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Francisco Pérez

Última actualización: 27 marzo, 2019

Hay frases relacionadas con el estrés y el estrés crónico que a todos nos resultan familiares. Ya sea por haberlas dicho o por haberlas escuchado. “¡Qué estrés, no voy a llegar a tiempo!” “Últimamente estoy muy estresada, no tengo tiempo para nada” o “mi hija está muy estresada, mañana tiene dos exámenes”.

Si preguntáramos a las mismas personas que han realizado alguna de estas afirmaciones cómo definirían el estrés, el asunto sería complejo. El estrés es uno de esos términos que se hace fácil de experimentar, pero muy difícil de definir.

Algo que sí parece claro es el papel devastador que siempre se le ha atribuido al estrés. No solo es especialmente dañino para la salud, sino que algunas personas lo perciben también como algo intrínseco a la persona, lo que lo hace perjudicial y poco sujeto a cambios (cuando en realidad no es así).

¿Qué entendemos por estrés?

En primer lugar, enfocarlo de una manera amplia y no de una manera reduccionista. Así, el estrés o la respuesta al estrés no es más que nuestra forma de afrontar y adaptarnos a las diversas demandas o situaciones que generamos o con las que nos encontramos.

Mujer con estrés crónico rodeada de post-its

Nuestra respuesta al estrés no solo es clave para dicha adaptación, sino que gracias a esta hemos sobrevivido como especie durante milenios. En este sentido, los mecanismos biológicos implicados son muy complejos. A su vez, hay que destacar la gestión de la energía que hace nuestro organismo para hacer frente a las amenazas percibidas.

Una situación estresante implica una demanda por parte de nuestro organismo para afrontarla. Utilizaremos dicha energía para enfrentarnos a ella, soportarla o rehuirla. En esta canalización de energía algunos sistemas fisiológicos son activados (movilización de la glucosa, ritmo cardíaco, presión sanguínea, tono muscular, alerta…).

Los sistemas relacionados con caros proyectos de construcción a largo plazo son ralentizados o paralizados (digestión, reproducción sexual, sistema inmunitario…). Esto nos lleva a afrontar de un modo más eficaz las situaciones estresantes que requieren de una respuesta inmediata.

¿Cuántos tipos de estrés existen?

El estrés, dependiendo de su evolución y duración, se puede dividir en varias categorías. Miller y Smith (1977) establecieron diferentes formas de estrés, con características y síntomas diferenciados: el estrés agudo, el estrés episódico y el estrés crónico.

Estrés agudo

Es la forma de estrés más común. Surge ante presiones y demandas presentes o que se anticipan en un futuro próximo. Es estrés agudo resulta excitante y emocionante en pequeñas dosis. Pero en grandes proporciones puede ser agotador. Los síntomas del estrés agudo aparecen en diferentes situaciones cotidianas. Por ejemplo, el cumplimiento de la fecha de entrega de un trabajo, la preparación de una exposición en público, un examen o una discusión ocasional.

No obstante, su curso suele ser breve, por lo que no suelen provocar los daños extensivos asociados a los síntomas de larga duración.

Estrés episódico agudo

Aparece cuando los episodios de estrés agudo se producen de forma reiterada y frecuente. La persona experimenta su vida como algo desordenado, al borde del caos y en permanente crisis. Vive en constante precipitación, en permanente aceleración, sin que estos cambios continuos de velocidad en realidad resuelvan el problema.

Esta forma de respuesta está tan incardinada en el estilo de vida de la persona que es habitual que no la consideren un problema, atribuyendo sus aflicciones y dolores a causas externas o a otras personas.

Con frecuencia ven su estilo de vida, su patrón de interacción con los demás y su modo de percibir el mundo como parte de sí mismos, de lo que ellos mismos son.

Estrés crónico

Es el estrés rutinario que agota a la persona día tras día, año tras año. El estrés crónico destroza el cuerpo, la mente y la vida de quienes lo sufren, causando estragos de larga duración.

El estrés crónico aparece cuando la persona no ve el camino para salir de una situación miserable. Es el estrés provocado por demandas y presiones muy fuertes que se prolongan por períodos de tiempo aparentemente interminables. Llevan a que el individuo, sin esperanza, deje de buscar una solución.

Hombre con las manos en la cabeza por estrés crónico

Este tipo de estrés aparece en cuidadores de enfermos crónicos, ancianos o dementes, personas en situación de marginación social… No obstante, algunas formas de estrés crónico derivan de acontecimientos traumáticos experimentados en la infancia y que son internalizados permaneciendo siempre como algo presente y doloroso.

En situaciones de estrés crónico es frecuente que las personas terminen “acostumbrándose” a él, de modo que olvidan que está ahí. Así, por ejemplo, en cuidadores de enfermos se ha constatado que el mayor deterioro se produce en los primeros momentos, produciéndose luego una estabilización y una cierta adaptación a la situación.

El estrés crónico parece relacionarse con la aparición de intentos de suicidio, comportamientos violentos, ataques cardíacos, infartos, y tal vez, aunque no existe evidencia definitiva al respecto, cáncer.

Características que hacen estresante a una situación

En general, se considera que una persona se encuentra sometida a una situación estresante cuando ha de hacer frente a demandas ambientales que sobrepasan sus recursos. La persona percibe que no puede darles respuesta de una manera efectiva. Existen una serie de características que parecen contribuir a hacer estresante una situación:

  • El cambio o novedad en la situación. El mero cambio en una situación habitual puede convertirla en amenazante, ya que suele implicar la aparición de demandas nuevas a las que es necesario adaptarse.
  • La falta de predictibilidad (grado en que se puede predecir lo que va a ocurrir). Aquellas situaciones en las que es posible predecir lo que ocurrirá generan menores respuestas de estrés.
  • Incertidumbre acerca de lo que puede suceder en una situación. Por ejemplo, acerca del resultado de una oposición o un examen. Cuanto mayor sea el grado de incertidumbre, más estresante será la situación.
  • Ambigüedad. Se produce cuando cualquiera de las características de la situación es desconocida, lo que dificulta la respuesta eficaz ante ella.
  • Situaciones que sobrepasan los recursos del individuo. La persona puede verse desbordada por múltiples demandas a las que “no puede llegar” por falta de tiempo, de rendimiento, de apoyos…
  • Situaciones en las que la persona no sabe qué hacer (bien porque no se puede hacer nada, porque no conoce el modo de actuación a seguir en la situación, o porque aun conociéndolo no sabe ponerlo en marcha).
Fonendoscopio midiendo frecuencia cardíaca

Síntomas del estrés crónico

Diferentes revisiones científicas nos muestran los últimos hallazgos sobre cómo se relaciona el estrés con las diferentes enfermedades o trastornos:

Trastornos coronarios

Las consecuencias del estrés crónico en el sistema cardiovascular se producen a varios niveles. Uno es el daño producido en los puntos de ramificación del sistema circulatorio. El fino revestimiento interno de los vasos sanguíneos comienza a desgarrarse y agujerearse.

Cuando los ácidos grasos, las plaquetas circulantes y la glucosa que se vierten al torrente circulatorio se abren campo por debajo de esta capa, se quedan adheridos a ella, engrosándola y obstruyéndola. Así, disminuye el flujo sanguíneo que lo atraviesa. A esto se le denomina ateroesclerosis.

Trastornos respiratorios

Los bronquios experimentan una importante dilatación que favorece la conducción de oxígeno a los alvéolos. Esto puede provocar trastornos respiratorios como pueden ser el asma bronquial, síndrome de hiperventilación, taquipnea, disnea y sensaciones de opresión torácica.

Trastornos inmunológicos

El estrés prolongado provoca una reducción de la respuesta inmunológica más potente que el estrés agudo, aunque este último sea más intenso. Enfermedades muy relacionadas con el sistema inmunitario suelen estar precedidas por un período de estrés intenso.

Además, las personas más estresadas son más vulnerables o menos resistentes a enfermedades infecciosas, como un resfriado o enfermedades víricas y/o bacterianas como la gripe.

Trastornos gastrointestinales

En situaciones de estrés prolongado se pueden producir dolores estomacales, dispepsia, náuseas, flatulencias, diarreas y, en situaciones más mantenidas, úlceras.

Hombre con dolor estomacal

Los estresores que más se han asociado con las alteraciones psicofisiológicas del tracto gastrointestinal van desde de las preocupaciones de índole económica a las de índole familiar y/o sanitiaria. Otros trastornos gastrointestinales mayores asociados al estrés son: la dispepsia funcional y el síndrome del intestino irritable.

Trastornos psicopatológicos asociados al estrés crónico

Los que se han encontrado más relacionados con el estrés ha sido ansiedad, miedos, fobias, depresión, estrés postraumático, trastornos esquizofrénicos, conductas adictivas, conductas obsesivas compulsivas, problemas de insomnio, de la alimentación y trastornos de la personalidad.

También se encuentran relacionados otra serie de problemas como son problemas de relaciones con familiares, amigos, compañeros de trabajo e incluso con la pareja (Labrador, 1996).

Tratamiento del estrés crónico

Además del tratamiento farmacológico para las diversas afecciones anteriormente comentadas, es de capital importancia seguir un programa psicológico estructurado para el control del estrés. Este programa debe incluir los siguientes contenidos:

  • Conceptualización del estrés: conocimientos básicos necesarios para entender el estrés.
  • Técnicas de desactivación fisiológica (respiración diafragmática, entrenamiento autógeno, relajación muscular progresiva e imaginación temática, por ejemplo).
  • Reestructuración cognitiva: cambiar pensamientos disfuncionales por otros más realistas.
  • Auto-instrucciones: ¿qué nos podemos decir a nosotros mismos en situaciones de estrés?
  • Parada de pensamiento: técnica que se utiliza cuando un mismo pensamiento no deja de aparecer en nuestra mente una y otra vez.
  • Técnicas de asertividad: se utilizan para relacionarnos de una forma más efectiva con los demás.
  • Administración del tiempo y establecimiento de objetivos.
  • Características de la personalidad y su relación con el estrés y la salud.
  • Técnicas para superar los momentos difíciles y los momentos de estrés.
  • Técnicas para favorecer el sentido del humor.
  • Integración de todo lo visto anteriormente.

Como hemos visto, el estrés crónico no tiene una única causa y se relaciona con características de la personalidad y con aquello que pensamos y hacemos. Las consecuencias pueden ser devastadoras para nuestra salud, hasta el punto de provocar enfermedades crónicas. El tratamiento psicológico de elección es de corte cognitivo-conductual, donde se hace hincapié en: los síntomas físicos, aquello que pensamos y aquello que hacemos.


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  • Belloch, A.; Sandín, B. y Ramos, F. Manual de Psicopatología. Vol. II. (2.002). Madrid. McGraw-Hill Interamericana de España.
  • Caballo,V. y cols.(1995). Manual de psicopatología y trastornos psiquiátricos. Ediciones Siglo XXI.
  • Labrador, F. J., Cruzado, J.A. y Muñoz, M. (1998): Manual de técnicas de modificación y terapia de conducta. Madrid: Editorial Pirámide

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