El estrés de segunda mano: qué es y cómo defendernos

El estrés de segunda mano es como el humo de los fumadores. Todos lo inhalamos y quedamos "contagiados" de la negatividad, la preocupación y la angustia ajena. ¿Hay algún modo de ser inmunes a este fenómeno? 
El estrés de segunda mano: qué es y cómo defendernos
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 15 octubre, 2021

Hay quien dice que el estrés de segunda mano puede ser tan nocivo como el humo del tabaco que nos llega de los fumadores que nos rodean. Esta realidad se define como nuestra vulnerabilidad a los estados estresantes de los demás, es quedar “contagiados” de ese nerviosismo de nuestro compañero de trabajo, de la angustia y el agotamiento mental que padece nuestra pareja, etc.

Todos lo hemos experimentado alguna vez. Basta con pasar unas horas con ese amigo que siempre parece ir al límite, que se agobia por todo y que se siente superado por las cosas más ínfimas, para experimentar al poco su misma angustia. Quedar impregnados por las emociones de valencia negativa de los demás es algo muy humano, pero también molesto.

Desde un punto de vista neurológico y hasta filogenético, el estrés de segunda mano cumple un fin muy concreto. Es un mecanismo que nos permite intuir peligros al percibir las reacciones de los demás. Si alguien se muestra alarmado, empatizamos con esa emoción para actuar en consecuencia en caso de que hubiera un peligro común.

El problema es que, si bien este recurso nos fue útil en el pasado, en la actualidad es una fuente de sufrimiento innecesaria. La analizamos.

Según nos explican los estudios, el estrés de segunda mano nos llega en buena parte de los casos de nuestras propias parejas. Convivir con alguien que maneja de manera inadecuada esta emoción provoca que también quedemos “impregnados” de ella.

Mujer sufriendo estrés de segunda mano

¿Qué es el estrés de segunda mano?

Pocas cosas resultan más fascinantes a nivel neurológico que las neuronas espejo. La empatía es la responsable de que, cuando alguien bosteza, también lo hagamos nosotros. Este mecanismo provoca que al ver a alguien agotado, sintamos por un momento la misma sensación. Así, no nos es difícil entender cuán sensibles somos al sufrimiento y la preocupación ajena.

Es más, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de California, por ejemplo, nos señalan algo interesante. La comunicación no verbal también genera contagios emocionales. Es decir, a veces, basta solo con pasar por una sala donde la gente se muestra agotada, enfadada o preocupada para quedar impregnados de esa sensación.

Por tanto, el estrés de segunda mano es el efecto que tiene sobre nuestro sistema nervioso el hecho de estar en contacto con alguien que padece esa misma tensión física y emocional. Por llamativo que parezca, nuestro organismo llega a producir cortisol (la hormona del estrés) cuando estamos expuestos a figuras que lidian con dicha condición psicológica.

¿Cómo saber si sufres estrés de segunda mano?

Uno de nuestros grandes problemas es que actuamos en piloto automático. Muchas veces funcionamos por inercia hasta que, de pronto, nos sentimos mal y no sabemos por qué. El estrés de segunda mano aparece sin que nos demos cuenta, quitándonos las fuerzas y el ánimo.

  • Por término medio, ese malestar es más intenso después de pasar varias horas con una fuente de estrés: jefe, compañero de trabajo, familia, pareja, etc. Nos sentimos “drenados” de energía y con una elevada negatividad.
  • Vivimos en entornos muy hiperconectados. No solo quedamos contagiados del estrés laboral. En ocasiones, las redes sociales o los mensajes de nuestros grupos de WhatsApp, por ejemplo, pueden impregnarnos de ese agobio tan molesto, del hastío, la preocupación o la incertidumbre.
  • Asimismo, un foco común de este tipo de estrés es tener una pareja que padece una eleva ansiedad, estrés, malestar emocional, etc. Ver al otro sufrir siempre nos afecta.

Vivimos en escenarios “mal ventilados” emocionalmente. El clima laboral de muchas empresas es altamente estresante y esto acaba “enfermando” a muchos de sus trabajadores. Asimismo, si en nuestro hogar hay alguien muy estresado también quedaremos contagiados por esas emociones.

Chica meditando para evitar el estrés de segunda mano

¿Cómo podemos manejar este tipo de estrés?

El estrés que no se maneja, nos pasa factura física y psicológica. De este modo, al igual que nos protegemos del humo del tabaco de quienes son fumadores, debemos hacer lo mismo con estas realidades. Hacerlo es un ejercicio de primera necesidad que nos permitirá lidiar mejor con hechos que son completamente normales.

Una mentalidad más flexible y porosa ante el estrés

El estrés es una respuesta normal de nuestro cerebro ante hechos que nos superan y que no podemos controlar. Está bien experimentarlo de vez en cuando, pero no es bueno hacer de él nuestra forma de vida. Debemos protegernos y para ello, nada mejor que desarrollar una mente flexible y porosa ante los entornos cargados de emociones estresantes y negativas.

Por tanto, evitemos impregnarnos de la frustración y el malestar ajenos, limitémonos a sentir compasión de quien experimenta estas realidades. Esto nos permitirá situar una barrera de contención. Al compadecernos de esas personas, empatizamos con ellas, pero la negatividad escapa por las esquinas para no quedarse en nuestro interior.

Recuerda tus significados vitales y prioridades

La realidad de los otros es suya y tú tienes la tuya, no dejes que una cosa se diluya con la otra. Cuando veas a los demás atrapados por su estrés, recuerda cuáles son tus prioridades: estar bien contigo mismo, proteger tu calma interna, hacer las cosas bien…

El estrés de segunda mano y la capacidad de prestar ayuda

Si tu pareja sufre estrés, de nada va a servir que también tú quedes contagiado por ese mismo malestar. No le servirás de ayuda. Ambos quedaréis supeditados en un círculo vicioso en el que retroalimentar la negatividad. Quien sufre necesita ayuda y apoyo, seamos capaces de ser proactivos ante el malestar emocional ajeno.

La ecpatía, un recurso mental sano

La ecpatía no es lo opuesto a la empatía, en realidad es su  mejor complemento. Nos permite aplicar una contención mental desde la que conectar con los demás, pero sin quedar atrapados/contagiados de sus emociones. Es una balanza psicológica que actúa de protección para uno mismo, y que ayuda a comprender y conectar con la realidad mental del otro.

Para concluir, si bien nos puede resulta complicado aplicar esta serie de estrategias, es bueno iniciar el cambio poco a poco. Estas defensas naturales son básicas para protegernos de emociones angustiantes, procesos manipulativos hasta el clásico burnout emocional.


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  • Friedman, H.S., Riggio, R.E. Effect of individual differences in nonverbal expressiveness on transmission of emotion. J Nonverbal Behav 6, 96–104 (1981). https://doi.org/10.1007/BF00987285
  • Toshinori Yoshioka, Daisuke Yamada, Riho Kobayashi, Eri Segi-Nishida, Akiyoshi Saitoh. Chronic vicarious social defeat stress attenuates new-born neuronal cell survival in mouse hippocampus. Behavioural Brain Research, 2022; 416: 113536 DOI: 10.1016/j.bbr.2021.113536

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