Hábitos nerviosos: ¿qué debes saber al respecto?

Los hábitos nerviosos no siempre reciben la atención que merecen, aunque pueden limitar de forma importante la vida de quien los padece. Te contamos qué son y cómo abordarlos.
Hábitos nerviosos: ¿qué debes saber al respecto?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Probablemente conoces, al menos, a una persona que se muerde las uñas. Incluso es posible que tú hayas recurrido a esta acción en momentos de gran nerviosismo. Algo tan aparentemente sencillo e inofensivo puede revestir una mayor importancia si nos centramos en su origen y en sus consecuencias a largo plazo. Por eso, hoy queremos contarte todo lo que debes saber acerca de los hábitos nerviosos.

Aunque no les prestemos una gran atención, los hábitos nerviosos afectan a un porcentaje importante de la población. Su prevalencia puede variar significativamente en función del tipo concreto; así, mientras algunos de ellos se presentan en un 1-4 % de la población, otros alcanzan tasas de entre el 10 % y el 45 %.

Además, pueden presentarse tanto en niños y jóvenes como en adultos. Pero, ¿cómo pueden afectar nuestro día a día? Te lo contamos a continuación.

¿Qué son los hábitos nerviosos?

Los hábitos nerviosos pueden definirse como conductas repetitivas, impulsivas y sin función. Es decir, que no persiguen ningún fin y se realizan, la mayoría de las veces, de forma involuntaria. Estos pueden consistir en repeticiones verbales o motoras, que resultan difíciles de controlar para quien las emite y que pueden afectar su desenvolvimiento en su día a día.

Estos hábitos nerviosos guardan grandes similitudes con los tics, pero son ligeramente diferentes. Los primeros suelen ser más sencillos, tienen una duración más breve y una presentación más rápida y repentina. Los segundos, por su lado, son comportamientos más complejos y elaborados, con una mayor duración.

Hombre con hábitos nerviosos

¿Qué tipos existen?

Podemos encontrar hábitos nerviosos vocales o motores. Así, estos pueden consistir en un movimiento, como la tricotilomanía (arrancarse el pelo); pero también pueden involucrar sonidos y emisiones vocales, como en el caso de la ecolalia (repetición de palabras que se han escuchado con anterioridad).

Además de las mencionadas, existen otras muchas manifestaciones diferentes. Pellizcarse la piel, rascarse los oídos, morderse las uñas o los labios, frotarse las piernas… existen multitud de variaciones; y, aunque suelen centrarse en la zona del cuello y la cabeza, pueden afectar a cualquier parte del cuerpo.

En cualquier caso, toda emisión repetitiva, irresistible y no propositiva (que no se realiza con ningún objetivo) es susceptible de constituir un hábito nervioso. Especialmente si cumple con algunos parámetros de los que hablamos a continuación.

¿Cómo se originan y por qué se mantienen los hábitos nerviosos?

Los hábitos nerviosos tienen su origen en un estado de ansiedad, inquietud o activación. Ante un estado de nerviosismo estas conductas repetitivas reportan calma, autorregulación y sensaciones placenteras. Así, es común que la persona experimente una desagradable incomodidad que solo se alivia con la realización de dicho comportamiento; por ello, el impulso es irresistible.

No obstante, el problema surge cuando esta conducta se automatiza, se convierten propiamente en un hábito. En este momento ya no es necesario que la persona experimente ansiedad para que comience la realización de la repetición. Esta puede comenzar a surgir en momentos de aburrimiento o de distracción y ocupar cada vez más tiempo en la vida de la persona.

Cuando el movimiento está tan arraigado, es probable que en muchos momentos el individuo ni siquiera sea consciente de que lo está llevando a cabo. Por lo mismo, acabar con él resulta complicado.

¿Existe tratamiento?

Los hábitos nerviosos pueden generar una serie de consecuencias desagradables tanto a nivel físico (como heridas, daños o infecciones) como a nivel psicológico. Y es que muchas veces las personas ven limitada su actividad social por vergüenza a que otros descubran su hábito o aprecien las consecuencias físicas.

Por ello, es importante aplicar un tratamiento adecuado, ya que, aunque en ocasiones estos hábitos nerviosos son pasajeros, generalmente tienden a perdurar en el tiempo.

Dado que se trata de un desorden estrechamente relacionado con la ansiedad, ciertos fármacos o psicoterapias que ayudan a reducirla pueden ser beneficiosos. No obstante, la técnica de inversión del hábito es la que se ha mostrado más eficaz. Y es que esta ayuda a la persona a ser más consciente de sí misma y a identificar los momentos en los que pone en marcha la conducta a eliminar.

Mujer mordiéndose el labio

Si presentas hábitos nerviosos, busca ayuda

En definitiva, es importante recordar que los hábitos nerviosos no son voluntarios, resultan irresistibles y llegan a automatizarse con el paso del tiempo. Surgen en respuesta a estados de inquietud y ansiedad y pueden tener serias repercusiones en la salud y el bienestar de la persona.

Así, si te sientes identificado con lo anteriormente expuesto, no dudes en buscar orientación profesional.


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