La balsa del placer, un extraño experimento sobre el sexo

El experimento sobre el sexo y la violencia, conocido como “la balsa del amor”, o “la balsa de la pasión”, no salió como su creador lo esperaba. Pretendía estudiar los comportamientos violentos y sexuales de los seres humanos en condición de confinamiento y se encontró con algo diferente.
La balsa del placer, un extraño experimento sobre el sexo
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 22 mayo, 2020

Santiago Genovés era un español que tuvo que emigrar a México cuando tenía tan solo 15 años, huyendo de la Guerra Civil Española. Se hizo antropólogo y, junto con su colega noruego Thor Heyerdahl, diseñó una famosa prueba que muchos vieron como un experimento sobre el sexo. En realidad, sí lo era, pero no como mucha gente lo percibió.

Genovés siempre tuvo un especial interés por explorar el comportamiento humano, en particular en lo que tiene que ver con la violencia. Había sido la violencia la que lo había sacado de su país natal y fue también violencia lo que encontró en noviembre de 1972, cuando el avión en el que viajaba fue secuestrado por un grupo radical.

Ninguna cantidad de experimentación puede probar definitivamente que tengo razón; pero un solo experimento puede probar que estoy equivocado”.

-Albert Einstein-

Precisamente fue ese secuestro el que comenzó a darle la idea de realizar un experimento sobre el sexo y la violencia. En los animales, sexo y violencia van de la mano. ¿Ocurriría lo mismo en los humanos? ¿Cómo comprobarlo?

Mente con mecanismos

La balsa del ¿placer?

Dos años antes del secuestro, Genovés, en compañía de Thor Heyerdahl, había emprendido un viaje desde África hasta América, en unos botes hechos de juncos de papiro. Quería probar que los africanos podrían haber llegado a América igual que Colón. Lo importante no era esto, sino que descubrió que la vida en alta mar es un escenario perfecto para observar en detalle la conducta humana.

Esa experiencia, junto con el secuestro, terminaron de darle forma a su intención de crear una especie de laboratorio para conocer mejor la conducta humana. Lo que propuso fue diseñar un escenario perfectamente apto para el conflicto. Era también un experimento sobre el sexo, con base en la hipótesis de que la conducta humana, al igual que la animal, asocia sexo y violencia.

Lo que salió finalmente fue la idea de construir un pequeño barco, con mínimas comodidades y muy poco espacio. En él se embarcaría un grupo de voluntarios, que tendrían que navegar durante 101 días continuos, sin derecho a desertar. Genovés se encargó de elegir a los afortunados e hizo todo lo posible porque fueran personas incompatibles entre sí.

Un experimento sobre el sexo

El pequeño barco partió de las Islas Canarias con destino a Cozumel, México. Los voluntarios eran seis mujeres y cuatro hombres. Genovés les dio a las mujeres los roles de autoridad sobre la travesía y relegó a los hombres a oficios menores. Pensó que así habría mayores fuentes de fricción.

Lo cierto fue que la prensa comenzó a especular sobre el experimento, ya que Genovés no dio detalles de lo que se proponía. Ocultar sus objetivos era fundamental para permitir que las conductas emergieran de manera espontánea. Así que la prensa asumió ese “laboratorio humano” como un experimento sobre sexo únicamente.

Los titulares de los periódicos hablaban de orgías y de toda suerte de perversiones. Aseguraban que Genovés se paseaba en bikini por el barco. Comenzaron a llamarlo “la balsa de la pasión”. En realidad, el director del experimento sí esperaba conductas sexuales muy evidentes y por eso había elegido voluntarios sexualmente atractivos.

Mujer agarrando sábana roja

La gran sorpresa

Una vez en alta mar, las cosas no salieron como las había previsto el director del experimento. En realidad, solo uno de los viajeros comenzó a exhibir conductas agresivas: el propio Santiago Genovés, que comenzó a desesperarse al ver que ninguna de sus hipótesis estaba probándose. Por el contrario, los voluntarios habían logrado una convivencia pacífica y armónica.

Aunque sí hubo relaciones sexuales entre algunos de los participantes, la situación estuvo lejos de convertirse en un experimento sobre el sexo. Tampoco ocurrió lo que Genovés esperaba: que el sexo generara violencia. Por eso él mismo comenzó a tornarse demasiado intolerante y llegó sumamente contrariado al puerto de destino.

Años después, los voluntarios se reunieron para hablar acerca de la experiencia. Descubrieron que todos habían fantaseado con asesinar a Genovés. De hecho, algunos llegaron a pensar en los métodos idóneos para hacerlo. Nadie lo soportaba. Se volvió tan autoritario que ya los tenía hartos a todos. En cambio, entre los voluntarios se forjaron lazos de solidaridad y amistad que permanecieron intactos después del viaje.

En realidad, el diseño de este experimento no era exactamente el mejor. Así mismo, esa asociación mecánica del comportamiento animal con el comportamiento humano quizás no era tan válida. Lo cierto es que se trató de una experiencia tan singular que sobre ella se hizo una película llamada La balsa. En esta se relata este curioso episodio de la antropología.


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  • Genovés, S. (1991). Expedición a la violencia (Vol. 453). Fondo De Cultura Economica USA.

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