Si dejas que tu hijo gane siempre, este no podrá crecer
¿Dejas que tu hijo gane siempre? Aunque creas que tú por ser mayor y tener más experiencia siempre vas a estar por encima de él, dejarle ganar provoca que le transmitas un falso éxito. De hecho, quizás alguna vez tu hijo se haya dado cuenta de esto y te haya contestado con alguna frase que te haya dejado atónito “¡papá!, no me dejes ganar, juega bien”. Él quiere el reto que tú intentas que esquive.
A pesar de que esto pueda parecer una tontería, lo cierto es que con esta actitud estás impidiendo que tu hijo crezca, que madure y que sepa que el éxito a veces se consigue, pero otras tantas no. Asimismo, es muy importante que sea en sus primeras etapas de la vida cuando aprenda a perder. Porque no siempre se gana y saber afrontar ambos resultados será muy valioso en un futuro para él.
Saber perder es igual de importante que saber ganar. Si dejas ganar a tu hijo siempre jamás tendrá esta oportunidad.
¿Dejas ganar a tu hijo por miedo a que se sienta mal?
Seguro que en la mayoría de las ocasiones dejas ganar a tu hijo porque temes que su autoestima se vea mermada, que se sienta mal y quede empañado por una sucesión de derrotas. Sin embargo, todo esto lo estás potenciando sin que te des cuenta, mientras impides que tu hijo pase por la gran experiencia de saber lo que es perder, de tener que mejorar y superarse para ganar.
Ya lo dice la frase “hay que saber perder”, muy certera y que llevada a la práctica permite superar barreras, conflictos y problemas que siempre surgen cuando uno menos se lo espera. Pero todo esto no será posible si dejas ganar a tu hijo siempre, fingiendo perder, cuando de otra manera no te habría ganado. ¿Qué puedes hacer para no sentirte mal si siempre sales victorioso en los juegos?
Una manera es darle ventaja a tu hijo. De esta manera, te asegurarás de estar al mismo nivel que él. También, puedes tener en cuenta la dificultad del juego. Hay algunos que todavía no serán para su edad. Este tipo de juegos es mejor que los enfrentéis de manera colaborativa: haciendo un frente común frente a otro adversario, de manera que tú actúes como una especie de andamio para su aprendizaje.
Creemos que las derrotas afectan a la autoestima de nuestros hijos, sin embargo esto no es cierto, contra todo pronóstico estas la refuerzan.
Si tu hijo experimenta lo que es perder, tendrás una gran oportunidad para enseñarle cómo asimilar una derrota. Por ejemplo, le puedes transmitir que es más importante disfrutar del momento que centrarse tanto en el resultado final. De esta manera, el final no será algo determinante, priorizando en sus sentimientos lo que se ha disfrutado a lo largo de toda la experiencia.
La importancia de experimentar la derrota
Es muy importante que tu hijo experimente la pérdida de sus batallas, que sepa afrontarlas con entereza y no derrumbarse ante ellas. Así aprenderá a no enfadarse con los demás, reconociendo su esfuerzo y su victoria. Por otro lado, muchas veces cuando nos ganan nos llevamos un montón de lecciones de cómo hacerlo mejor para la próxima vez.
Saber perder le permitirá a tu hijo no tomarse los fracasos como una puerta que se cierra de golpe, sino como una oportunidad para mejorar, madurar y crecer en ese aspecto que aún le falta por desarrollar. Así, aumentará su tolerancia a la frustración y en vez de dejarse arrastrar por las adversidades, sabrá utilizarlas a su favor para salir fortalecido de ellas.
Sin duda, con la derrota el niño asumirá que tiene una parte de responsabilidad en lo que ocurre también cuando la realidad no cumple con sus expectativas. Será una oportunidad para no culpar a los demás y no creer que es la mala o la buena suerte la que ha interferido en el resultado, por mucho que sea lo que le pida el cuerpo. De esta manera, verá el error como una posibilidad de enmendar y corregir algo que no ha hecho del todo bien o como una oportunidad para cambiar.
Perdiendo, a veces, también se gana, pues siempre habrás aprendido algo.
Si dejas ganar a tu hijo le estarás impidiendo que disfrute de la gran experiencia de perder que, aunque a priori pueda parecer negativa, es muy necesaria. Tarde o temprano se encontrará con dificultades que deberá resolver. Si no ha aprendido a perder, ¿cómo puedes esperar que actúe con entereza, madurez y que sepa mantenerse en pie ante una derrota con implicaciones más importantes que la que se produce en un juego?
Además, se pierda o se gane siempre se aprende algo. Pues es el camino lo que importa lo que hay que saber disfrutar, ya que es en él donde se puede encontrar la verdadera sustancia de todo aprendizaje. No tengas miedo si tu hijo se pone triste por perder en un juego. Tan solo es eso, un simple juego y además verás como se le pasa rápido. Si aprende a aceptar el resultado, sea el que sea, con deportividad estarás sentando una base muy fuerte y poderosa que le permitirá superar cualquier obstáculo que se le presente en el futuro.
Imágenes cortesía de Pascal Campion