"Mamá, no te necesito": el apego evitativo en los niños

"Mamá, no te necesito": el apego evitativo en los niños
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 22 junio, 2019

El apego es un vínculo emocional intenso que está muy presente en nuestras relaciones. Aunque existen algunos tipos que son nocivos, el apego en sí mismo es saludable y necesario. Su desarrollo se da en la infancia, una de las etapas más importantes y que más nos marcan. Por eso, si ha existido algún tipo de negligencia o de conducta dañina en este periodo puede aparecer el apego evitativo.

Si el entorno en el que nos hemos criado se ha dado lo necesario para desarrollar este tipo de apego tendremos muchos problemas para establecer relaciones y vínculos sanos con otras personas. Sin embargo, no seremos conscientes de todos estos problemas hasta que lleguemos a la edad adulta. Incluso hay adultos que sufren problemas derivados de su estilo de apego y desconocen que precisamente ahí es donde se encuentra la causa primaria de los mismos.

Volviendo a la infancia, piensa que los niños se adaptan al entorno en el que nacen. Por eso, si los padres son demasiado intrusivos o distantes, desarrollarán estrategias defensivas que les permitan lidiar con esto. Una de estas estrategias es el apego evitativo.

El experimento de Ainsworth sobre el apego evitativo

Mary Ainsworth realizó diversos estudios que le llevaron a identificar 3 tipos de apego: el evitativo, el seguro y el ambivalente. De ellos, solo el apego seguro es el “ideal”. El resto son apegos disfuncionales. Para la investigación del primer tipo de apego, que es el que nos compete, Ainsworth llevó a cabo un experimento que se denominó “situación extraña”. En él se estudió el comportamiento de los bebés que eran separados de sus madres.

Lo que descubrió Aisworth con su experimento fue muy revelador. Los niños se enfadaban con una gran facilidad, es decir, eran muy susceptibles. Sin embargo, hacían algo diferente a lo que suelen hacer todos los niños: no buscaban a sus madres cuando las necesitaban.

mamá con su bebé preocupada por el apego evitativo de su hijo

Por ejemplo, un bebé con apego seguro o sano cuando su madre abandona una habitación o se aleja de él es muy posible que empiece a llorar. En cambio, si regresa dejan de hacerlo y empiezan a sentirse seguros, tranquilos y alegres. Esto no sucedía con los bebés con apego evitativo. Se mostraban indiferentes. Les daba igual que la madre volviera o se marchara. Por lo tanto, ella no les aportaba esa seguridad que todo niño reclama.

Si un niño experimenta un rechazo cuando se quiere aproximar a sus padres y estos no responden a sus necesidades emocionales, lo más probable es que desarrolle un apego evitativo.

Lo más curioso del experimento de Ainsworth es que los niños con este tipo de apego ignoraban, literalmente, a sus madres. No obstante, con las personas desconocidas se mostraban afables, más sociables. Ainsworth concluyó que como los bebés no habían aprendido a comunicar sus necesidades emocionales a sus madres o si lo hacían y no daban resultado, aprendían a no necesitarlas.

El apego evitativo y sus consecuencias en la vida adulta

El apego evitativo tiene graves consecuencias para cualquier adulto. Aunque, llegados a este punto, son varias las investigaciones que han optado por clasificar este tipo de apego en dos: el evitativo-despectivo y el evitativo-temeroso. Veamos cómo influyen estas dos perspectivas sobre el apego evitativo en la edad adulta.

El apego evitativo-despectivo se caracteriza porque las personas que lo han desarrollado son muy independientes. Además, también son y se consideran autosuficientes. Esto provoca que rechacen a quien tenga alguna intención de depender de ellas. De igual manera, se niegan a profundizar e intimar demasiado en las relaciones por el rechazo de “atarse” a alguien.

chico con un sueter rojo de espaldas

Por otra parte, las personas con apego evitativo-temeroso  sí desean intimar de manera profunda con los demás. Sin embargo, su miedo siempre tiene un peso mayor. Por eso, les cuesta confiar en otras personas, ya que en su interior hay un fuerte temor a que les hagan daño. Cuando consiguen tener cierta intimidad con otras personas se sienten muy incómodas.

Las personas que sufren apego evitativo tienen una gran dificultad para expresar sus sentimientos. Su negativa a vincularse con alguien no es más que una estrategia para protegerse de un posible rechazo. Han aprendido a defenderse solas, a salir adelante sin la protección de sus padres. Por eso se han vuelto autosuficientes. Sin embargo, aunque no lo parezca, sufren muchísimo.

El apego evitativo en los niños tiene como señal de alarma una búsqueda por aislarse de sus compañeros. En ocasiones, llegan a ser hostiles y agresivos. En la adolescencia también presentan este aislamiento. Algo que les hace ser poco populares entre sus compañeros y que puede provocar que algunos profesores los rechacen.

La infancia es una etapa muy importante. Garantizar un apego seguro ayudará a que los niños se conviertan en adultos capaces de establecer vínculos sanos con las demás personas. Si esto no ocurre, continuarán actuando de acuerdo a esas estrategias que aprendieron de pequeños para protegerse. Una situación que, a medida que pase el tiempo, será cada vez más insoportable.


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